LA
GRATITUD
Col 3:15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros
corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed
agradecidos.
INTRODUCCION
La gratitud debería ser parte de la vida cristiana,
tan natural como respirar, deberíamos agradecer a Dios por nuestras vidas,
matrimonios, y todo lo demás.
Solo basta con pensar en Dios, su Hijo, su
sacrificio, su amor y sentirnos como creyentes profundamente agradecidos por
todo lo que ha hecho por nosotros y sus bendiciones.
Pero como cambia esto cuando pensamos en lo
agradecidos que debemos estar por la bendición de contar con nuestro cónyuge.
Yo particularmente me siento tremendamente bendecido de contar con la esposa
que Dios me proveyó, mi gratitud para con Dios es tremenda en cuanto a mi
matrimonio, porque me brinda, tranquilidad, paz, gozo, y amor, sin contar
muchas otras cosas más.
Si me siento agradecido con Dios, entonces mi
corazón debe redundar en agradecimiento con mi cónyuge por su amor, sacrificio,
entrega, santidad y servicio para con mi vida, pero me he encontrado con que
pocos agradecen la bendición de su pareja, y muchos menos agradecen a sus
parejas cuando estos les bendicen, como si dieran por sentado que ya existe
algún grado de gratitud con el compromiso del matrimonio.
DESARROLLO
¿Cuántas veces has agradecido a tu cónyuge su amor,
su servicio, sus detalles, su esfuerzo por llevar lo necesario para el hogar,
los sacrificios que hace por nosotros?, seguramente no siempre. No te olvides
de agradecer a Dios por tu pareja, pero tampoco dejes de darle gracias a tu
pareja por lo que hace por ti.
Si somos agradecidos con Dios, naturalmente debemos
serlo con nuestro cónyuge, cada detalle, cada caricia, cada gesto amoroso, cada
consejo, cada ayuda, debe ser un motivo para estar agradecidos de poder contar
con nuestro cónyuge.
No olvidemos la gratitud, porque si la olvidamos
tendemos a caer en la queja, la ingratitud y el desamor, si no agradecemos lo
que tenemos y lo que se nos da con frecuencia, pronto olvidaremos la gracia y
el amor de Dios que dispuso todo y entonces surgirá la queja, que cuando se
vuelve frecuente se vuelve tan poderosa que termina por desprestigiarlo todo.
Cuando nos quejamos y abandonamos la gratitud,
empezamos a ver solo lo malo de nuestra pareja, lo bueno ya no lo vemos, aunque
sea constante. Si discutimos y no perdonamos también nos llenamos de amargura
que redunda en falta de gratitud.
La gratitud es la actitud de un corazón sano, pero
uno herido responderá con rencor, odio, dolor, en donde la queja y la ingratitud
son la actitud frecuente que impide al corazón humillarse y volcarse a Dios.
CONCLUSION
una pareja que no se agradece, que no agradece a
Dios la bendición de su cónyuge está destinada al fracaso, pero aquellos que
valoran la bendición de un cónyuge, su abrazo, sus caricias, sus palabras, su
ánimo, su aliento, su ayuda, su opinión, su consejo, entonces vivirán una vida
de gratitud eterna.
Volvámonos agradecidos, sé que en muchos hogares no
se nos inculco el ser agradecidos y se da por sentado que por comer, recibir o
dar, ya se está agradecido, olvidamos que nuestro cónyuge necesita el refuerzo
constante en su alma de la gratitud y el amor.
Bendigamos a nuestras parejas agradeciendo primero
a Dios por tenerlas a nuestro lado, y luego buscando la oportunidad para
decirles gracias, que tal si le preparas lo que más le gusta, le invitas a su
restaurante favorito, ayudas en la casa, cuidas a los niños, le sirves, le
escuchas, y allí le dices: Gracias, gracias por tu amor, por tu cariño, tu
cuidado, tu protección, tu presencia, tu consejo, tu ayuda, y todo lo que
sientas por decirle, esta es la oportunidad de hacerlo, y no solo una vez,
hazlo con frecuencia.
Oremos, Señor gracias por nuestro cónyuge, gracias
por proveernos tan maravillosa compañía y ayuda, perdónanos por no ser
agradecidos con ellos, por no agradecer su esfuerzo, su amor, y cada cosa que
nos dan, ayúdanos a ser agradecidos en todo momento, y a expresarlo no solo con
palabras, sino con hechos que demuestren gratitud, amen.
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