"En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el
paraíso; o Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso"
(Lucas, 23: 43).
INTRODUCCIÓN
Si
en la palabra de ayer pudimos encontrar perdón y gracia, aquí vemos la promesa
que daría cumplimiento a la obra que se consumaría con la cruz.
Su
muerte trae salvación y vida eterna, eso debe quedar muy claro en la mente del
creyente, porque su muerte entonces no tendría razón de ser.
La
cruz trajo consigo la muerte para el hijo de Dios, pero también vida para
quienes creyendo en Cristo se convierten en hijos de Dios.
DESARROLLO
Jesús
está al lado de dos ladrones dice la escritura y mientras uno le vitupera y se
burla, el otro reconoce su pecado y percibe su castigo como justo, además
reconoce a Cristo como el enviado de Dios, su teología no es la correcta, no se
ha bautizado, ni lo sabe todo sobre la religión correcta, el solo confía y
defiende a Cristo, por eso cuando este criminal le pide que se acuerde de el en
su reino, Jesús le responde que hoy mismo estará en el paraíso.
Que
maravillosa promesa, no será mañana, no será en un mes, ni tendrá efecto en un
año, será para hoy. Eso nos recuerda la premura del efecto de la salvación para
quien la vive y experimenta en su ser. Quien es alcanzado por la salvación
divina, experimenta en su ser un cambio, algo ha sido transformado, aunque al
principio no se entiende, el mismo día se hace evidente que algunos deseos
carnales desaparecen o menguan.
Tengamos
presente que nuestra salvación es hoy, no mañana, no después, si creemos es hoy
que podremos disfrutar de la promesa divina de salvación y si la muerte nos
alcanza, es en ese mismo instante que iremos a disfrutar del paraíso.
CONCLUSIÓN
El
hoy es un recuerdo constante de la promesa divina, es hoy el tiempo para vivir,
hoy el día para morir a nosotros mismos, hoy el día para buscar de Dios, hoy el
aquí y ahora de la verdad de Dios.
Saber
que la promesa es cumplida, nos da confianza para vivir conforme a nuestras
creencias y para predicar la palabra, pues tenemos la plena confianza que lo
que él dijo, lo hará.
No
podemos desconfiar, si salvo a este criminal miserable y culpable ante la ley,
Dios es fiel para perdonar y salvar a los que se acercan confiadamente por la
fe en Cristo.
Oremos,
Señor sabemos que tus palabras son ciertas, cuanta confianza podemos sentir al
confiar en ellas, permítenos aferrarnos firmemente a tus enseñanzas y ponerlas
por obras para disfrutar aquí y ahora de tu presencia y verdad, amen.
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