lunes, 4 de septiembre de 2017

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconca­gua, inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para él sólo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima y le obscureció.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se res­baló y se desplomó por los aires... Caía a una velocidad vertigino­sa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... En esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que se iba a morir, mas sin embargo, de repente, sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos... Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar: "¡AYÚDAME, DIOS MÍO! ¡AYÚDAME, DIOS MÍO!".
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: "¿Qué quieres que haga?".
-¡Sálvame, Dios mío!
-Realmente crees que te pueda salvar?
-Por supuesto, Dios mío.
-¡ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE!...
Hubo un momento de quietud y silencio. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó.
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontró colgado al alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza con las manos a la cuerda... A DOS METROS DEL SUELO...

Salmo 40:4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.

Cuando vivimos nuestras vidas siempre acuden a nosotros circunstancias en las que debemos abandonarnos a Dios y confiar plenamente en su provisión para nuestras vidas, no siempre parecerá que todo está bajo su control, pero siempre su soberanía nos sostiene. Muchas son las ocasiones en donde he querido que Dios obre de una forma específica para ayudarme, salvarme o para que se den las cosas, pero Dios en su infinita misericordia provee lo necesario para hacer su voluntad, aun cuando esta no parezca ser de mi agrado. La historia de hoy nos recuerda que Dios siempre escucha el clamor del corazón contrito, lo importante es, estamos dispuestos a hacer su voluntad?, porque algunas veces se presentara de forma diferente a como quisiéramos las cosas, a este hombre Dios le proveyó una salida, una salvación a su difícil condición, pero decidió no confiar en Dios y siguió enfrentando en sus propias posibilidades la adversidad, cuantas veces no hacemos lo mismo, puede que no dependa nuestra vida de ello, pero cuantos negocios hacemos porque nos pareció lo mejor, porque me gusto, porque así lo quería, y luego nos vemos envueltos en dificultades, solo porque no quisimos confiar en lo que Dios nos había hablado o confiado. Enfrentemos cada desafío con la confianza que proviene de nuestro temor a Dios y sigamos adelante con la esperanza de que Dios nunca dejara frustrada nuestra esperanza en él, aun cuando esta parezca diferente a lo que queremos. El pasaje bíblico nos recuerda que bienaventurado es quien confía en Dios, y no pone su esperanza en nadie más que en él, no permitamos que la desesperación, la angustia o el afán, nos lleven a tomar decisiones apresuradas.

GUIA DE ESTUDIO
¿Te has enfrentado a situaciones que ponen a prueba tu confianza en Dios?
¿Como esta tu confianza en Dios?
¿Cuándo te enfrentas a dificultades donde esta puesta tu confianza?

Se sincero, ¿en quién confías primero?

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