LA LEY DE DIOS
1Ti
1:8-11 Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente;
conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los
transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los
irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,
para los fornicarios, para los sodomitas,
para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se
oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a
mí me ha sido encomendado.
INTRODUCCIÓN
La ley de Dios ha sido confiada a
su pueblo para que a través de ella se conduzca al pecador a Dios. El hombre no
la conoce, no la discierne, pero cuando le es predicada, entonces surge en el
algo, que le hace volver de la inconsciencia y despertar de su letargo para
vida.
La iglesia ha cambiado su mensaje
y ahora llama al perdido con un mensaje de amor, dejando de lado la predicación
de la verdad, la ley de Dios. Hemos cambiado nuestro mensaje por un mensaje más
ligero, que genere menos descontento, que genere menos confrontación, pero como
dejar de lado la verdad que la biblia misma revela.
La ley tiene un propósito claro y
la iglesia debe comprenderlo para que al usarlo conduzca al pecador a salvación
y vida en Cristo.
DESARROLLO
Pablo enseñando a Timoteo nos da
una gran lección sobre el uso adecuado de la ley de Dios, los diez
mandamientos. Pablo le dice a Timoteo que la ley no fue dada para el justo,
pues el que ha sido justificado por medio de la fe en Cristo ahora la tiene en
su corazón, mientras que el transgresor y desobediente no la conoce, ni la
entiende, el necesita que la ley le sea predicada, enseñada, ilustrada, solo de
esta manera quien se encuentra envuelto en los lazos del pecado puede abrir los
ojos y reconocer lo que es pecado y lo que no, claro habrá quienes lo rechacen,
pero también habrá quienes la abracen y reconozcan su pecado.
Como sabrá un adultero que es un
pecador y que ha faltado a la ley de Dios, como sabrá un homosexual que está
pecando, como sabrá un mentiroso que Dios aborrece la mentira y al que miente,
como sabrá el que actúa mal, el desobediente, el
irreverente y el profano, los parricidas y matricidas, los homicidas, los
fornicarios, los sodomitas, los secuestradores, los mentirosos y perjuros, y
aun aquellos que se oponen a la sana doctrina que están pecando sino se predica
la verdad, la ley de Dios. No tendrán quien los llame al orden y abandonen su
pecado para que la gracia obre en ellos.
Por
eso seguimos y seguiremos predicando la ley de Dios para que aquel que la esté
desobedeciendo sea consciente de ello, reconociendo su pecado y volviéndose a
Dios con todo su corazón.
CONCLUSION
Prediquemos
la verdad, no la ocultemos, seamos luz en medio de la oscuridad, y el modo de
hacerlo es predicando la verdad, para que el pecador reconozca su falta y
encuentre el perdón al que Dios lo está llamando.
Como
buscara el pecador la cura, sino sabe lo que sufre. Sera imposible que el mundo
se convierta de su pecado, si no sabe que está pecando y ese mensaje le ha sido
confiado a la iglesia, para que sea predicado, para que no se oculte, para que
al ser compartido el pecador abandone la maldad de su corazón y se convierta a
Dios.
La
ley nos ha sido confiada para entregársela a ellos, a los pecadores, ¿qué
esperas para hacerlo?
Oremos,
Señor permítenos comprender que la verdad, tu ley tiene un propósito, que ahora
estando escrita en nuestros corazones podamos predicarla a aquellos que se
encuentran en pecado para que puedan ver la luz de tu glorioso evangelio, el
cual nos llamaste a predicar, que con valentía y fortaleza espiritual podamos
volvernos a tu ley y predicarla con denuedo y amor para con el que se encuentra
perdido y segado por el pecado, amen.
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