CUANTO
ESTAS DISPUESTO A SACRIFICAR POR TU PAREJA
Efesios
5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella,
INTRODUCCION
Si miramos con detenimiento esta
pregunta que se nos plantea, podemos rápidamente responder que lo
sacrificaríamos todo por él o ella. Pero ¿es cierto esto?, ¿estaríamos
dispuestos a sacrificarlo todo por nuestro cónyuge?
Es común ver como entre parejas
casadas somos egoístas, es nuestro rasgo natural, tendemos a pensar primero en
nosotros, luego en nuestro cónyuge. Pero cuando llegamos al evangelio, este
empieza a transformar nuestro pensamiento haciéndonos cambiar y pensar que
nuestro cónyuge debe ser importante en nuestras vidas y que siempre debemos
tomarle en cuenta, a pesar que no siempre opine algo constructivo.
Como ya hemos hablado, el
matrimonio es un camino a morir a si mismo, de allí que algunos piensen que es
una cruz llevarlo, porque siempre tratara con lo peor de nuestra naturaleza
carnal, la envidia, el egoísmo, los conflictos, los problemas.
Muchos de los problemas en pareja
resultan de no querer ceder ante el cónyuge, no querer perder, no tener la
razón, y podrían solucionarse tan fácilmente como reconocer que nos
equivocamos, pedimos perdón y buscamos la reconciliación, lo cual no siempre
ocurre.
DESARROLLO
Si te lo piensas bien es probable
que hayas cavilado mejor en la pregunta y te des cuenta de que realmente no estás
dispuesto a sacrificarlo todo por tu cónyuge, y te cuesta mucho hacerlo, como
suele pasar, es donde puedes reconocerte débil y pedir ayuda a Dios. Pues
necesitamos sabiduría espiritual para sobrellevar a nuestro cónyuge así le
amemos.
Pablo escribiendo a los esposos
en Éfeso les pide que se amen como Cristo amo la iglesia, siendo capaz de sacrificarlo
todo, hasta su propia vida por ella, porque es allí donde se muestra el amor,
no en la complacencia, cuando todo anda bien el amor parece fluir, todo parece
estar bien, pero cuando las cosas no van bien, entonces es allí donde el
termómetro del amor se mide.
Necesitamos comprender el
evangelio y el sacrificio que éste nos pide en el matrimonio, de otra forma, el
conflicto no terminará y siempre alguien querrá salir vencedor, pero en el amor
no hay vencedores, sino vencidos; si realmente deseas amar a alguien lo mejor
que puedes intentar es sacrificarlo todo por tu pareja. Puede que suene muy
difícil, y lo es, no es nada fácil, ni sencillo, pero es lo que implica el
amor.
Cuando amamos morimos a nosotros
mismos cada día, al emprender un profundo autosacrificio en pos de dar lo mejor
a nuestro cónyuge, si no lo miras de esta forma, siempre habrá frustración,
cansancio y monotonía.
Si aprendemos a sacrificar
nuestro orgullo, vanidad, egoísmo, y necesidades en pos de lo mejor para el
matrimonio, siempre encontraremos la salida a cada dificultad que se nos
presenta.
CONCLUSION
Ahora que realmente has
respondido a la inquietud puedes trabajar primero en ti mismo, no es tu cónyuge
el que debe cambiar, eres tú. Necesitamos que cada cónyuge trabaje en su propio
ser de modo que pueda ser útil al servicio de su pareja, no viviendo para
satisfacerse a si mismo, sino que en amor procurar siempre satisfacerse juntos.
Suena algo idealista pedir que lo
sacrifiquemos todo, sobre todo cuando tenemos dificultades, cuando los
problemas surgen por las mismas cuestiones de siempre, pero el amor es así,
todo lo cree y todo lo espera.
No puedo más que animarte a
continuar, a seguir adelante en este caminar junto a tu pareja, aprendiendo que
cada día que sacrificas algo, el amor crece para con tu cónyuge, ¿Qué has
sacrificado por él o ella?
Es tiempo de abandonar todo
egoísmo, fuente de conflictos, pues siempre queremos tener la razón, que se nos
preste atención, que se nos brinde lo mejor, pero ¿es eso lo que nosotros estamos
sembrando en nuestro cónyuge?
Oremos, Señor ayúdanos a ser
dóciles y mansos para tratar con nuestro cónyuge, como tú lo hiciste, siendo
capaces de darlo todo, como Cristo lo dio todo por su amada esposa, la iglesia,
que su ejemplo arda en nuestros corazones para mantener el fuego del hogar
encendido y la llama del amor no se apague, en la discordia y la monotonía,
amen.
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