ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
Joh 8:1 y Jesús
se fue al monte de los Olivos.
La
escritura nos muestra que Jesús siempre se apartaba para pasar tiempo a solas
en la presencia del Padre en donde recibía las instrucciones para hacer su
voluntad.
Joh
8:2 Y por la mañana volvió al
templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él,
les enseñaba.
Parte
de su ministerio era la enseñanza de la palabra la cual daba en cualquier
lugar, aunque siempre que podía usaba el templo para compartir. La gente
mostraba gran interés por sus enseñanzas revolucionarias.
Joh
8:3 Entonces los escribas y los
fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
Joh
8:4 le dijeron: Maestro,
esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
Como
es posible que estos hombres religiosos sean capaces de exponerse al pecado de
tal forma con tal de sorprender a la mujer en el acto mismo, pues para hacerlo,
ellos tuvieron que presenciar tal acto despreciable.
Joh
8:5 Y en la ley nos mandó Moisés
apedrear a tales mujeres. Tú, pues,
¿qué dices?
Joh
8:6 Mas esto decían
tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús,
inclinado hacia el suelo,
escribía en tierra con el dedo.
Las
preguntas de los hombres religiosos siempre tienen una segunda intención, ellos
trataban por todos los medios de tentarle a decir algo incorrecto para tener
con que acusarle, pero Jesús no presta atención a sus preguntas sin sentido. El
religioso no pregunta con el afán de entender, sino que lo hace para ver si la
otra persona piensa igual o diferente, si piensa diferente le apartara y le
condenara. Cuando Jesús escribe me hace pensar en aquello que el dedo de Dios
escribió anteriormente, los 10 mandamientos (Exo 31:18). Puedo llegar a pensar
que lo que escribe son los mandamientos de la ley de Dios.
Joh
8:7 Y como insistieran en
preguntarle, se enderezó y les
dijo: El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
Todos
hemos pecado o algunos aun están en pecado, por lo que mirar la paja en el ojo
ajeno es fácil, mientras que mirar la viga en nuestro ojo solo puede ocurrir
por medio de la revelación divina. Lo que sucedió aquí debe perdurar en
nuestras mentes como ejemplo vivo de cómo debemos actuar ante aquellos que se
encuentran en pecado.
Joh
8:8 E inclinándose de nuevo hacia
el suelo, siguió escribiendo en tierra.
Joh
8:9 Pero ellos, al oír esto,
acusados por su conciencia,
salían uno a uno, comenzando
desde los más viejos hasta los postreros;
y quedó solo Jesús, y la mujer
que estaba en medio.
Jesús
responde magistralmente llegando a sus conciencias. Esta es la voz de aquel que
habla al espíritu del hombre, siempre penetra en la intención real del corazón,
para hacerle reflexionar sobre su caminar. Nadie pudo contra su conciencia,
pues esta logro convencerlos de que ninguno era mejor que aquella mujer, por lo
que la misericordia venció.
Joh
8:10
Enderezándose Jesús, y no viendo
a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Joh
8:11 Ella
dijo: Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno;
vete, y no peques más.
Jesús
se da cuenta que nadie pudo ante su argumento, el cual, debe seguir vigente en
nosotros siempre, pues no se nos llamó para acusar a pecadores, sino para
llamar a los pecadores al arrepentimiento, acusarlos no es nuestro trabajo.
Jesús no le condena, sus palabras esta llenas de amor, así mismo, no nos
condena, pero sigue llamándonos a cambiar, a volvernos a Dios.
Joh
8:12 Otra vez
Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Jesús
nos dice que es la luz de este mundo, solo él puede despejar la oscuridad de
aquellos que le siguen y al vivir y practicar sus enseñanzas poseerá la luz de
la vida. Jesús es la luz de Dios que vino al mundo para que pudiéramos
reconocer la condición en la que nos encontrábamos, perdidos. Solo esta luz en
nosotros puede guiarnos de vuelta al Padre.
Joh
8:13 Entonces
los fariseos le dijeron: Tú das
testimonio acerca de ti mismo; tu
testimonio no es verdadero.
Para
que el testimonio de alguien fuese creíble tenía que ser probado por otra
persona, pero quien probaría además de Cristo, que él era quien decía ser.
Joh
8:14 Respondió
Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde
voy; pero vosotros no sabéis de dónde
vengo, ni a dónde voy.
Jesús
les responde que el no necesita del testimonio de otro hombre, pues el mismo da
testimonio de la verdad, pues él es la verdad, aunque ellos no lo reconocieron,
Jesús sabe de dónde viene y para donde va, mientras ellos lo desconocían.
Joh
8:15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.
Joh
8:16 Y si yo juzgo, mi
juicio es verdadero; porque no soy yo
solo, sino yo y el que me envió, el Padre.
Mientras
el hombre que no es espiritual solo puede guiarse y juzgar según las
apariencias, Jesús no juzga a nadie de esta forma. Si el juzga o establece un
juicio lo hace basado en la verdad, pues su juicio es avalado por el Padre, ya
que el no vino sino a hacer la voluntad del que le envió.
Joh
8:17 Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos
hombres es verdadero.
Jesús
reconoce que las escrituras piden que para que algo sea probado como verdadero
debe contar con el testimonio de al menos dos personas. Pero ¿como esto podría
ser aplicado al mesías?, de ninguna manera.
Joh
8:18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.
Jesús
responde a su petición diciéndoles que el cumple con la ley pues son dos los
que dan testimonio de la verdad, el mismo y el Padre, pero esto solo podía ser
reconocido por aquellos que en verdad conocieran y tuvieran una relación con el
Padre, pero la religión no siempre es relación.
Joh
8:19 Ellos le
dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me
conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.
Ellos
querían conocer al padre natural de Jesús, que no existe, pues Jesús tuvo un
padre putativo en la tierra llamado José, pero su verdadero Padre habita en los
cielos. Jesús saca a relucir su verdadera condición religiosa, ellos no le
conocían, no conocen la verdad aunque tienen las escrituras, porque la
religiosidad impide ver la verdad aunque esta esté frente a nuestros ojos y por
tanto tampoco conocían al Padre que ellos mismos decían defender y adorar. Aquí
vemos como la religión puede darte una falsa sensación de ser algo que no eres.
Joh
8:20 Estas
palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
La
voluntad de Dios se cumple por encima de la de los hombres, aunque estos querían
aprenderle, no podían, no porque no tuvieran el poder para hacerlo, sino porque
Dios no lo había permitido aún.
Joh
8:21 Otra vez
les dijo Jesús: Yo
me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Joh
8:22 Decían
entonces los judíos: ¿Acaso se matará a
sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?
Joh
8:23 Y les
dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Joh
8:24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Jesús
les habla con claridad, pero sus oídos poco entendidos en la verdad no podían
comprender lo que les decía. Jesús pronto habría de irse de este mundo para
cumplir su ministerio mediante la muerte en la cruz, su resurrección al tercer día,
para volver al Padre y sentarse a su diestra, y aunque algunos le buscarían
terrenalmente no podrían encontrarle, porque solo se le podría encontrar
mediante la fe, más aún muchos de ellos morirían en sus pecados sin poder
encontrar en Cristo la verdad. Esto les confunde profundamente, pues no se
puede entender con la mente, una verdad espiritual. Luego les reconviene
diciendo que ellos por su incredulidad pertenecen a lo terrenal, mientras el
pertenece a lo espiritual. Si ellos continúan en su terquedad y duro corazón
morirán en sus pecados, pero si llegasen a creer serian librados de ellos.
Joh
8:25 Entonces
le dijeron: ¿Tú
quién eres? Entonces Jesús les
dijo: Lo que desde el principio os he
dicho.
Joh
8:26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo,
lo que he oído de él, esto hablo
al mundo.
Joh
8:27 Pero no
entendieron que les hablaba del Padre.
Jesús
responde a sus inquietudes con palabras espirituales, lo cual les desconcierta,
pues aunque se creen administradores de la verdad, no la comprenden. Ellos le
exhortan a decirles quien es, a lo que el responde haciendo alusión al Padre y
su ministerio.
Joh
8:28 Les
dijo, pues, Jesús:
Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.
Joh
8:29 Porque el que me envió,
conmigo está; no me ha dejado
solo el Padre, porque yo hago siempre lo
que le agrada.
Joh
8:30 Hablando
él estas cosas, muchos creyeron en él.
Jesús
profetiza lo que habría de ocurrir con él, pues sería levantado en la cruz para
que se cumpliese la ley y lo que esta exigía por el pecado. Jesús no hace su
voluntad, sino la del Padre, no habla lo que a él le parece, sino que dice lo
que el Padre le ha enviado a decir y él no está solo, pues está siempre con el
Padre. Su ejemplo es testimonio de la verdad, y nos muestran el verdadero
ejemplo de una vida consagrada a Dios, en donde no hacemos nuestra voluntad
sino la suya, no decimos lo que mejor nos parece, decimos lo que él nos envió a
decir.
Joh
8:31 Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos;
Joh
8:32 y conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres.
He
aquí otro requisito para el discípulo que quiere seguir las enseñanzas de
Jesús, si verdaderamente queremos ser sus discípulos debemos permanecer,
persistir y perseverar en sus palabras, no otras. Son sus palabras las que
demos oír y poner por obra, nada más. Solo si meditamos en sus enseñanzas
llegaremos al conocimiento de la verdad y esta nos liberara del yugo de la
mentira, los prejuicios y el desamor.
Joh
8:33 Le
respondieron: Linaje de Abraham
somos, y jamás hemos sido esclavos de
nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?
Aquí
los judíos mienten, pues ellos si habían sido esclavos en Egipto y aún eran
esclavos del pecado, pero no podían reconocerlo, porque no tenían la verdad.
Ellos se jactaban de su linaje Abrahamico y se indignaban al escuchar que él podía
hacerles libre. Qué difícil es para el religioso o el incrédulo reconocer que
en Cristo hay libertad de la religiosidad y del pecado.
Joh
8:34 Jesús les respondió:
De cierto, de cierto os
digo, que todo aquel que hace
pecado, esclavo es del pecado.
Todo
aquel que peca y persevera en este es esclavo. No hay hombres libres, o somos
esclavos de Cristo o lo somos del pecado, no hay mas.
Joh
8:35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
Joh
8:36 Así que, si el Hijo os
libertare, seréis verdaderamente libres.
Como
esclavos del pecado jamás podrían permanecer en Dios a quien Jesús llama casa.
Mientras el hijo si puede hacerlo. Para que el hombre pueda permanecer en Dios
y volverse a casa, necesita la libertad que el hijo ha adquirido, de modo que
pueda ser hecho hijo y permanecer en la libertad que la verdad nos da. Mientras
no tengamos esta libertad aun seremos esclavos del pecado, sin importar la
denominación cristiana o religiosa a la que pertenezcamos.
Joh
8:37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en
vosotros.
Joh
8:38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de
vuestro padre.
Solo
los hijos pueden por medio del Espíritu Santo entender la verdad y que esta
pueda penetrar las fortalezas mentales que hemos permitido, mientras Jesús
habita en el Padre y le conoce, ellos solo le conocen por lo que han oído, pero
oír algo de alguien no hace que se le conozca, para conocerle se necesita
intimidad.
Joh
8:39
Respondieron y le dijeron:
Nuestro padre es Abraham. Jesús
les dijo: Si
fueseis hijos de Abraham, las obras de
Abraham haríais.
Joh
8:40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.
El
religioso siempre está a la defensiva, le cuesta escuchar argumentos
diferentes. Jesús cuestiona su origen, el cual ellos atribuyen a Abraham, pero Jesús
les dice que si en realidad lo fueran creerían como Abraham lo hizo,
obedecerían como Abraham lo hizo y conocerían a Dios como Abraham lo hizo.
Ellos solo procuraban hacer su propia voluntad nacida del temor que surgía cada
vez que Jesús hablaba a sus corazones y revelaba sus malas intenciones.
Joh
8:41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un
padre tenemos, que es Dios.
Jesús
les confronta con el verdadero origen de sus intenciones a las cuales les
atribuye un padre, pero ellos ofendidos, refieren no haber nacido de
fornicación y se defienden diciendo que su padre es Dios.
Joh
8:42 Jesús
entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios,
ciertamente me amaríais; porque
yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
Joh
8:43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
Joh
8:44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer. El ha sido homicida desde el
principio, y no ha permanecido en la
verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Joh
8:45 Y a mí, porque digo la
verdad, no me creéis.
Joh
8:46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
Joh
8:47 El que es de Dios, las
palabras de Dios oye; por esto no las
oís vosotros, porque no sois de Dios.
Jesús
se entremete con más ahínco en este asunto ante la defensa insulsa del
religioso, diciéndoles que si ellos conocieran a Dios como su padre,
ciertamente e Jesús le amarían como su Hijo, su enviado, su mesías esperado. Si
fueran entendidos en Dios reconocerían de donde provenía Jesús, abandonarían
sus prejuicios y le seguirían, pero esto no ocurrió para demostrar quien era el
verdadero padre de sus intenciones. Solo quienes creen en el hijo, pueden
entender su lenguaje y escuchar sus palabras si abandonan sus prejuicios
religiosos. Pero quienes no los abandonan y persisten en sus malas intenciones
tienen en el diablo al padre de sus intenciones, y responden a sus deseos. El
diablo no considero la vida y prefirió la muerte desde el comienzo, no tolero
la verdad y fue corrompido por la mentira, así que todo el que habla mentira
habla desde el abandono de la verdad divina.
Joh
8:48
Respondieron entonces los judíos,
y le dijeron: ¿No decimos bien
nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?
Sus
palabras son insultos judíos para desacreditar a Jesús como judío y como aquel
que decía ser. Su insolencia e insensatez es increíblemente virulenta. Han
visto a Jesús hacer milagros, explicar las escrituras, hacer señales milagrosas
pero aun así osan decirle que tiene un demonio.
Joh
8:49 Respondió
Jesús: Yo no
tengo demonio, antes honro a mi
Padre; y vosotros me deshonráis.
Joh
8:50 Pero yo no busco mi gloria;
hay quien la busca, y juzga.
Joh
8:51 De cierto, de cierto
os digo, que el que guarda mi
palabra, nunca verá muerte.
Jesús
se defiende ante semejante calumnia, reconociéndola como deshonra, pero no lo
hace por querer la gloria de los hombres, sino en defensa a la verdad. Quien
busca la gloria de los hombres juzgara con dureza y engaños a los demás, los
tratara como poco espirituales o buscara siempre argumentos para atacarles.
Pero aquel que persevera en las palabras de Jesús jamás vera la muerte, mas
conocerá la vida eterna.
Joh
8:52 Entonces
los judíos le dijeron: Ahora conocemos
que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices:
El que guarda mi palabra, nunca
sufrirá muerte.
Joh
8:53 ¿Eres tú
acaso mayor que nuestro padre Abraham,
el cual murió? ¡Y los profetas
murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?
Ahora
si se sintieron aludidos al escuchar la verdad en labios de Jesús, pero ellos
solo le escuchan para buscar como atacarle, el incrédulo que escucha solo busca
el error, pero el creyente se dispone para entender la verdad. Ellos le
cuestionan las palabras de Jesús revela quien es el, pero ellos solo buscan que
él lo diga para caerle con todo el peso de la ley y capturarle para matarle.
Sus palabras son influenciadas por el temor, la codicia y la vanidad que el
diablo ha infundido en ellos.
Joh
8:54 Respondió
Jesús: Si yo me
glorifico a mí mismo, mi gloria nada
es; mi Padre es el que me
glorifica, el que vosotros decís que es
vuestro Dios.
Joh
8:55 Pero vosotros no le conocéis;
mas yo le conozco, y si dijere
que no le conozco, sería mentiroso como
vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra.
Joh
8:56 Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi
día; y lo vio, y se gozó.
Joh
8:57 Entonces
le dijeron los judíos: Aún no tienes
cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Joh
8:58 Jesús les
dijo: De
cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
Joh
8:59 Tomaron
entonces piedras para arrojárselas; pero
Jesús se escondió y salió del templo; y
atravesando por en medio de ellos, se
fue.
Jesús
responde con tranquilidad y verdad a cada uno de los ataques infames que en su
contra realizan. Él se revela a ellos como el Hijo de Dios, y aunque se los
dice de frente ellos no le quieren escuchar, antes quieren matarle, a lo que
Jesús sabiendo que no es su hora, se esconde y sale del templo en medio de
ellos. Quien conoce a Dios, conoce su palabra, en la cual se encuentra el
verbo, Abraham le conoció y se gozó de poder ver el día en que Jesús habría de
venir a salvar a los pecadores, pero aquellos que dicen ser sus descendientes
no le reconocen.
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