lunes, 5 de junio de 2017

TIEMPO DE REFLEXION


La juventud no es un período de vida. Es un estado del espíritu, es el producto de una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort. No se envejece por haber vivido una cantidad de años. Se envejece por haber desertado un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a un ideal arruga el alma. Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son los enemigos que lentamente nos hacen inclinamos hacia la tierra y convertimos en polvo antes de la muerte. Joven es aquel que se asombra y maravilla. El que se pregunta como un chico insaciable: "y ¿después?". El que desafía los acontecimientos y encuentra ale­gría en el juego de la vida. Uno es tan joven como su fe. Y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí mismo. Tan joven como su esperanza. Y tan viejo como su abatimiento.

Mat 18:3 --Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

La juventud no es solo una etapa de la vida, es una gran oportunidad para reconocer lo que apreciamos y lo que queremos hacer de nuestras vidas. Como la reflexión nos recuerda, también es un estado de la mente y del espíritu, que nada tiene que ver con la inmadurez por la que pasamos en aquellos años, sino con la actitud inconformista, lanzada y atrevida para hacer las cosas que amamos. Con el paso del tiempo tendemos a volvernos más cuidadosos (no siempre más prudentes), mas temerosos de hacer algunas cosas, más limitados por nuestros propios paradigmas. El llamado a mantenernos jóvenes y ser como niños es un llamado a que no se extinga la llama que Dios ha puesto en nuestro interior para que arda y lo queme todo. Cuantos hombres y mujeres viven cómodas vidas sin hacer nada por aquel ideal de compartir el evangelio con todo el mundo. Si perdemos este ideal de nuestras mentes y dejamos de hacer lo que se nos envió a hacer como iglesia de Cristo, siendo niños inocentes, confiados, y atrevidos que con valentía y sin dar lugar al temor se enfrentan ante un mundo que no quiere la luz y que nos rechazan cada vez con mas vehemencia. Si no perdemos la esencia de nuestra niñez y juventud viviremos días maravillosos llenos de grandes aventuras y esperanza para nuestras vidas, si en cambio perdemos la esperanza y nos llenamos de tristeza y abatimiento seremos viejos mental y espiritualmente, incapacitados para obrar conforme a la fe.

GUÍA DE ESTUDIO

¿Qué tan joven te sientes?
¿Qué miedos tienes ahora que antes no existían?
¿Qué es lo que más te gustaba de ser un niño?

¿Qué es lo que te impide ser como niño?

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