La
juventud no es un período de vida. Es un estado del espíritu, es el producto de
una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es la
victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort. No se
envejece por haber vivido una cantidad de años. Se envejece por haber
desertado un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a un ideal arruga
el alma. Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son
los enemigos que lentamente nos hacen inclinamos hacia la tierra y convertimos
en polvo antes de la muerte. Joven es aquel que se asombra y maravilla. El que
se pregunta como un chico insaciable: "y ¿después?". El que desafía
los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida. Uno es tan
joven como su fe. Y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí
mismo. Tan joven como su esperanza. Y tan viejo como su abatimiento.
Mat 18:3 --Les aseguro que a menos que ustedes cambien
y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.
La juventud no es solo una etapa de la vida,
es una gran oportunidad para reconocer lo que apreciamos y lo que queremos
hacer de nuestras vidas. Como la reflexión nos recuerda, también es un estado
de la mente y del espíritu, que nada tiene que ver con la inmadurez por la que
pasamos en aquellos años, sino con la actitud inconformista, lanzada y atrevida
para hacer las cosas que amamos. Con el paso del tiempo tendemos a volvernos más
cuidadosos (no siempre más prudentes), mas temerosos de hacer algunas cosas, más
limitados por nuestros propios paradigmas. El llamado a mantenernos jóvenes y
ser como niños es un llamado a que no se extinga la llama que Dios ha puesto en
nuestro interior para que arda y lo queme todo. Cuantos hombres y mujeres viven
cómodas vidas sin hacer nada por aquel ideal de compartir el evangelio con todo
el mundo. Si perdemos este ideal de nuestras mentes y dejamos de hacer lo que
se nos envió a hacer como iglesia de Cristo, siendo niños inocentes, confiados,
y atrevidos que con valentía y sin dar lugar al temor se enfrentan ante un
mundo que no quiere la luz y que nos rechazan cada vez con mas vehemencia. Si
no perdemos la esencia de nuestra niñez y juventud viviremos días maravillosos
llenos de grandes aventuras y esperanza para nuestras vidas, si en cambio
perdemos la esperanza y nos llenamos de tristeza y abatimiento seremos viejos
mental y espiritualmente, incapacitados para obrar conforme a la fe.
GUÍA DE ESTUDIO
¿Qué tan joven te sientes?
¿Qué miedos tienes ahora que antes no
existían?
¿Qué es lo que más te gustaba de ser un niño?
¿Qué es lo que te impide ser como niño?
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