EL PERDÓN
Luc
6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados;
perdonad, y seréis perdonados.
INTRODUCCIÓN
No hay cosa más destructiva en la
relación que la falta de perdón. No perdonar implica guardar rencor, guardar la
herida y conservar la ofensa con la intención de ser vengada.
Sin perdón el amor no puede
fluir. Se consuma todo el pensamiento y la emoción en las heridas producidas
por equivocación intencional o no intencional.
Permanecer ofendido es el cáliz
que produce frutos de odio, rencor, conflictos, discusiones y contiendas
frecuentes. Mientras que perdonar es ir en contravía a la naturaleza carnal y
rendir todo nuestro ser a Dios.
Conozco algunos hogares cuyo
matrimonio se vino a pique luego de que por culpa de un error, la falta de
perdón tomo el lugar de la restauración y la reconciliación y lo destruyo todo.
Todo lo bonito que hemos construido en una vida puede ser acabado en un
instante por la falta de perdón.
DESARROLLO
Jesús mismo dentro de sus
enseñanzas nos revela que el perdón es necesario para poder ir al Padre, para
poder restaurar nuestra condición espiritual, para poder crecer espiritualmente
y para permanecer en unidad en la pareja.
Perdonar no es fácil, si no me
crees pregúntaselo al cónyuge engañado, a la pareja a la que lo han
traicionado, al que le han mentido, al que de él se han aprovechado, al que no
le han amado. Todos en alguna medida sea poco o mucho hemos sido heridos por
nuestra pareja, por sus palabras, sus emociones desbordadas, su desatención, su
desamor, su falta de apoyo, su desconfianza o la poca confianza que nos genera,
todo esto hiere nuestro frágil corazón y se necesita de una comunión profunda
en el amor de Dios para aprender a perdonar y con ello librar la carga a la que
nos hacemos cuando la herida pesa en nuestros corazones.
La única medida para perdonar es
que así como fuimos perdonados de nuestros pecados por Dios, así mismo nosotros
perdonemos a quienes nos ofenden, nos adeudan, nos tergiversan, nos hieren y
aun mejor si quien lo ha hecho es nuestro cónyuge. El perdón es libertad, amor
y entendimiento de la vida espiritual.
CONCLUSIÓN
Si no perdonamos estamos
condenados a vivir encarcelados en el dolor de la herida que se nos hizo. Es
tiempo de perdonar las ofensas de nuestro cónyuge, sin importar si ha cambiado
o no, el perdón nunca debe ser condicionado. Aunque es más fácil perdonar
cuando hay arrepentimiento y cambio verdadero.
Pidamos perdón cuando nos
equivoquemos y que el orgullo no estorbe a la santidad y el amor en el matrimonio.
Perdonemos la ofensa para poder continuar y aprendamos a sembrar lo bueno en
nuestro cónyuge para cosechar frutos de bendición y dicha espiritual.
Cuando se nos dificulte perdonar
o pedir perdón recordemos el sacrificio de Cristo en la cruz para el perdón de
nuestros pecados, que no se nos olvide que Dios nos perdonó primero sin que
nosotros se lo pidiéramos, así podremos aprender a ser más como Dios y a vivir
en paz con nuestro cónyuge.
Oremos, Señor haz del perdón en
el hogar la norma, que en medio de nuestra imperfección podamos crecer unidos
en el hogar y soportar los defectos y errores del cónyuge con amor y paciencia,
que la verdad y el amor siempre estén presentes y que el perdón que tú nos has
prodigado sea el ejemplo que sigamos siempre, amen.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por compartir con nosotros. Bendiciones