LA
ARROGANCIA DE LA FE
Rom 11:25 Porque no quiero, hermanos,
que ignoréis este misterio, para que no
seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.
Fil 2:3 No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
INTRODUCCION
Muchos creyentes luego de
convertirse al evangelio y empezar a ser enseñados en la iglesia, empiezan a
desarrollar un sentimiento de sobrades y arrogancia, pues, aunque son
conocedores de la verdad revelada en Cristo, aparece en sus corazones un sentir
arrogante para hablar y tratar a aquellos que no creen, y aun a aquellos que
creen pero que no lo hacen conforme a nuestro parecer.
Son frecuentes las ocasiones en
que he escuchado a creyentes decir cosas arrogantes sobre los no creyentes,
creerse mejores que ellos y denigrar de los que no creen. ¿Acaso somos mejores
que ellos?, ¿se no ha olvidado la gracia de Dios?, ¿olvidamos que nosotros
tampoco merecíamos su perdón?, que éramos iguales o peores que algunos de
ellos?
DESARROLLO
Cuando nos volvemos a Dios y
experimentamos el arrepentimiento, reconocemos nuestro pecado y nos apartamos
con todas nuestras fuerzas de él, el hombre empieza una nueva vida, de allí que
Jesús nos diga que debemos nacer de nuevo (Juan 3:7), para ser nueva criaturas
(2 Cor 5:17). Pero algunos olvidando la condición de la que fueron redimidos
empiezan a desarrollar un pensamiento arrogante, al creerse mejor que aquellos
que aún no creen.
Es cierto, lo ves en facebook, en
lo que algunos escriben, en cómo se refieren a los demás, como describen a los
no creyentes y sus pecados, como si hubieran olvidado las miserias en las que
fueron recogidos. No podemos mirar a los demás por encima del hombro cuando
nosotros mismos aun nos encontramos batallando contra las concupiscencias de
nuestro corazón. Por qué creernos mejores, solo porque la gracia de Dios ha
tocado nuestras vidas.
He oído a creyentes referirse a
no creyentes, comunidad LGBTI, ateos, y personas de otras denominaciones de
formas tan despectivas y religiosas que no cabe duda a la arrogancia del
creyente. Puede que no estemos de acuerdo con su forma de pensar, pero no tenemos porque burlarnos, tratarlos de forma despectiva o agresiva, o aun discriminarlos. Es probable que si les trataramos con mas amor, ellos quisieran volverse a nosotros.
CONCLUSIÓN
Este es un llamado a la cordura,
a reconocer a los demás como mejores que nosotros mismos (fil 2:3), no fue eso
lo que se nos enseñó?, no olvidemos que nosotros también tuvimos un pasado del
cual no nos sentimos orgullosos, éramos engañadores, vanidosos, orgullosos,
mentirosos, falsos, buscábamos siempre lo nuestro, no éramos muy diferentes de
ellos, aunque hayamos cometidos diferentes pecados, todos éramos pecadores a
los ojos de Dios.
Más bien, tratemos con humildad y
amor fraternal a todos aquellos que no creen y que merecen nuestro respeto,
para que por medio de nuestro testimonio podamos alcanzarles.
Abandonemos toda arrogancia y volquémonos
en amor a aquellos que lo necesitan, pero que viven en la ceguedad del pecado,
no nos convirtamos en sus jueces y verdugos, obremos en amor para con ellos,
comprendamos que su obrar y necedad no es para con nosotros, es para con Dios y
es a Dios a quien corresponde obrar, no a nosotros. No queramos tomarnos
atribuciones que no nos corresponden.
Oremos, Señor abandonamos toda
vanagloria y arrogancia que nos impide amar a nuestro prójimo sin importar la
condición en la que vive, que nos importe más bien su alma y salvación y los
que nos concierne para amarle, y dejamos en tus manos todo juicio y verdad,
amen.
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