lunes, 26 de junio de 2017

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Dos pajaritos estaban acurrucados uno junto al otro, dentro de su nido, esperando que su mamá regresara con algo de comida para ellos. Pasó el tiempo y, al cabo de varias horas, las dos avecillas tenían mucha hambre y su mamá no había regresado. No sabían qué hacer, pues ninguno de los dos sabía volar.
Entonces uno de los pajaritos dijo: "Ya sé. Voy volar. Me impul­saré desde esta rama y extenderé mis alitas al viento. Tal vez sea difícil al principio, pero sé que no fracasaré. Además, para eso fuimos hechos... ¡para volar! Voy a intentarlo, estoy seguro que será todo un éxito".
Su hermanito le contestó muy preocupado: "No lo hagas, te mata­rás. Tus alas no están listas todavía para soportar tu peso. No llegarás muy lejos. Hazme caso... ¡no lo intentes!".
Apenas terminó de hablar, el otro pajarito se colocó a la orilla de la rama que sostenía su nido, tomó aire y se lanzó. Sus alitas se desplegaron rápidamente y, cuando parecía que su destino era el suelo, se elevó por encima de aquel árbol y saludó desde arriba a su hermanito. Luego le gritó: "¿Ves? No es tan difícil como crees. Ánimo, lánzate".
El otro sólo suspiró y se hundió más dentro del nido. Tenía miedo de intentarlo... y decidió quedarse allí donde estaba. Entonces su hermano le volvió a gritar: "Bueno, como tú quieras. Yo iré a bus­car algo de alimento para los dos" y emprendió el viaje.
Al cabo de un par de horas regresó con unos cuantos gusanitos en su pico, se colocó dentro del nido y los dos pajaritos empezaron a comer. Mientras comían, el ave que había ido por la comida comenzó a contarle a su hermanito todas las cosas maravillosas que había conocido en su viaje. Le contó de aquellos ríos y lagos que parecían enormes espejos que reflejaban el cielo; y de aque­llas montañas que se elevaban como muros que protegían el pue­blo; también le dijo que había hecho muchos amigos durante su recorrido, conoció a otros pájaros como ellos, a una tortuga, a varios conejos, a un venado y a varios peces que nadaban en el río. Cuando terminó de contarle todas estas historias, se levantó y le dijo a su hermanito: "Bueno, pues voy a conocer más de este mundo tan maravilloso. Si quieres, puedes venir conmigo...". Y el otro le contestó: "¿Volar?... ¡jamás! Seguramente mis alas no son tan fuertes como las tuyas y yo sí me voy a estrellar contra el suelo; o sino, algún animal intentará comerme; o me perderé y no sabré cómo regresar... No, no quiero volar, tengo mucho miedo". Y se quedó solo.
Al día siguiente, el avechucho que no quiso volar se despertó con un sobresalto. Frente a él estaba una enorme serpiente dispuesta a comérselo de inmediato. El pajarito empezó a temblar y le supli­có a la serpiente que no se lo comiera, pero ésta le contestó: "Lo siento, pequeño, pero este día tú serás mi desayuno". La serpien­te comenzó a acercarse al pajarito y se sorprendió de que éste no intentara huir. Entonces le preguntó: "¿Cómo es que no vuelas y tratas de escapar de mí?". El pajarito le contestó: "Yo tuve la oportunidad de volar, pero me dio miedo. Ahora quisiera hacerlo, pero es demasiado tarde". En ese momento, la serpiente abrió su mandíbula y se lo tragó de un bocado.
Hay oportunidades que se repiten a lo largo de nuestra vida, pero hay otras que llegan una sola vez y no regresan jamás. Si no somos valientes y decididos desde el principio y aceptamos los riesgos quo nos ofrece la vida, jamás aprenderemos a ser personas maduras y responsables. La vida nos presenta situaciones que podríamos crear son imposibles de enfrentar, pero no es así. Si sabemos buscar la ayuda necesaria y confiamos en nosotros mismos y en Dios, no hay que tener miedo... estamos listos para volar.

Isa 40:31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Dios nos presenta muchas oportunidades para hacer de nuestra vida todo aquello que él quiere. De nosotros depende que se convierta en una realidad, podemos creer que lo que hacemos no tiene ningún sentido pero si lo tiene, todo lo que Dios dispone en nuestras vidas tiene algo que enseñarnos, que solo se hará evidente en el tiempo correcto y muchas veces ese tiempo puede parecer ante nosotros como el tiempo “no correcto”. Las mejores oportunidades para crecer, madurar y aprender han venido a mi vida en los peores momentos, pero de todos he aprendido y me han ayudado a conformar mi vida a la voluntad de Dios. Puede que la situación que vivas en este momento sea la mejor oportunidad para cambiar de trabajo, para buscar más de Dios, para emprender aquello que Dios dispone en tu corazón, entonces, te perderás la oportunidad? O seguirás adelante confiando en Dios. La historia de hoy nos recuerda que debemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan, sobre todo aquellas que nos enseñan o nos ayudan a confrontar nuestros temores. A veces creemos que quedarnos en aquellos lugares cómodos es lo mejor, has que Dios dispone de algo que nos confronta y nos saca de aquella comodidad, no esperes hasta que la serpiente suba a tu nido de comodidad, sino que aprovecha cada oportunidad que puedas para aprender. Dios nos dice en su palabra que los que confían en Dios y esperan en su palabra (con obediencia) siempre encontraran en él nuevas fuerzas, aprenderán a correr no con sus fuerzas, sino con las de Dios, entonces no se cansaran y si esa confianza permanece durante todo su caminar no encontraran fatiga alguna que les venza.

GUÍA DE ESTUDIO

¿Hay algo que Dios te está moviendo a hacer?
¿Qué te da miedo enfrentar en este momento?
¿Tienes miedo de servir a Dios?

¿Has confrontado algún miedo que tenías? ¿Y que produjo eso en ti?

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