Dos
pajaritos estaban acurrucados uno junto al otro, dentro de su nido, esperando
que su mamá regresara con algo de comida para ellos. Pasó el tiempo y, al cabo
de varias horas, las dos avecillas tenían mucha hambre y su mamá no había
regresado. No sabían qué hacer, pues ninguno de los dos sabía volar.
Entonces uno de los pajaritos dijo: "Ya sé. Voy volar. Me impulsaré
desde esta rama y extenderé mis alitas al viento. Tal vez sea difícil al
principio, pero sé que no fracasaré. Además, para eso fuimos hechos... ¡para
volar! Voy a intentarlo, estoy seguro que será todo un éxito".
Su hermanito le contestó muy preocupado: "No lo hagas, te matarás.
Tus alas no están listas todavía para soportar tu peso. No llegarás muy lejos.
Hazme caso... ¡no lo intentes!".
Apenas terminó de hablar, el otro pajarito se
colocó a la orilla de la rama que sostenía su nido, tomó aire y se lanzó. Sus
alitas se desplegaron rápidamente y, cuando parecía que su destino era el
suelo, se elevó por encima de aquel árbol y saludó desde arriba a su hermanito.
Luego le gritó: "¿Ves? No es tan difícil como crees. Ánimo, lánzate".
El otro sólo suspiró y se hundió más dentro del nido. Tenía miedo de
intentarlo... y decidió quedarse allí donde estaba. Entonces su hermano le
volvió a gritar: "Bueno, como tú quieras. Yo iré a buscar algo de
alimento para los dos" y emprendió el viaje.
Al cabo de un par de horas regresó con unos cuantos gusanitos en su
pico, se colocó dentro del nido y los dos pajaritos empezaron a comer. Mientras
comían, el ave que había ido por la comida comenzó a contarle a su hermanito
todas las cosas maravillosas que había conocido en su viaje. Le contó de
aquellos ríos y lagos que parecían enormes espejos que reflejaban el cielo; y
de aquellas montañas que se elevaban como muros que protegían el pueblo;
también le dijo que había hecho muchos amigos durante su recorrido, conoció a
otros pájaros como ellos, a una tortuga, a varios conejos, a un venado y a
varios peces que nadaban en el río. Cuando terminó de contarle todas estas
historias, se levantó y le dijo a su hermanito: "Bueno, pues voy a conocer
más de este mundo tan maravilloso. Si quieres, puedes venir conmigo...". Y
el otro le contestó: "¿Volar?... ¡jamás! Seguramente mis alas no son tan
fuertes como las tuyas y yo sí me voy a estrellar contra el suelo; o sino,
algún animal intentará comerme; o me perderé y no sabré cómo regresar... No, no
quiero volar, tengo mucho miedo". Y se quedó solo.
Al día siguiente, el avechucho que no quiso volar se despertó con un
sobresalto. Frente a él estaba una enorme serpiente dispuesta a comérselo de
inmediato. El pajarito empezó a temblar y le suplicó a la serpiente que no se
lo comiera, pero ésta le contestó: "Lo siento, pequeño, pero este día tú
serás mi desayuno". La serpiente comenzó a acercarse al pajarito y se
sorprendió de que éste no intentara huir. Entonces le preguntó: "¿Cómo es
que no vuelas y tratas de escapar de mí?". El pajarito le contestó:
"Yo tuve la oportunidad de volar, pero me dio miedo. Ahora quisiera
hacerlo, pero es demasiado tarde". En ese momento, la serpiente abrió su
mandíbula y se lo tragó de un bocado.
Hay oportunidades que se repiten a lo largo de nuestra vida, pero hay
otras que llegan una sola vez y no regresan jamás. Si no somos valientes y
decididos desde el principio y aceptamos los riesgos quo nos ofrece la vida, jamás
aprenderemos a ser personas maduras y responsables. La vida nos presenta situaciones
que podríamos crear son imposibles de enfrentar, pero no es así. Si sabemos
buscar la ayuda necesaria y confiamos en nosotros mismos y en Dios, no hay que
tener miedo... estamos listos para volar.
Isa 40:31
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Dios nos presenta muchas oportunidades para
hacer de nuestra vida todo aquello que él quiere. De nosotros depende que se
convierta en una realidad, podemos creer que lo que hacemos no tiene ningún
sentido pero si lo tiene, todo lo que Dios dispone en nuestras vidas tiene algo
que enseñarnos, que solo se hará evidente en el tiempo correcto y muchas veces
ese tiempo puede parecer ante nosotros como el tiempo “no correcto”. Las
mejores oportunidades para crecer, madurar y aprender han venido a mi vida en
los peores momentos, pero de todos he aprendido y me han ayudado a conformar mi
vida a la voluntad de Dios. Puede que la situación que vivas en este momento
sea la mejor oportunidad para cambiar de trabajo, para buscar más de Dios, para
emprender aquello que Dios dispone en tu corazón, entonces, te perderás la
oportunidad? O seguirás adelante confiando en Dios. La historia de hoy nos
recuerda que debemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan, sobre
todo aquellas que nos enseñan o nos ayudan a confrontar nuestros temores. A
veces creemos que quedarnos en aquellos lugares cómodos es lo mejor, has que
Dios dispone de algo que nos confronta y nos saca de aquella comodidad, no
esperes hasta que la serpiente suba a tu nido de comodidad, sino que aprovecha
cada oportunidad que puedas para aprender. Dios nos dice en su palabra que los
que confían en Dios y esperan en su palabra (con obediencia) siempre
encontraran en él nuevas fuerzas, aprenderán a correr no con sus fuerzas, sino
con las de Dios, entonces no se cansaran y si esa confianza permanece durante
todo su caminar no encontraran fatiga alguna que les venza.
GUÍA DE ESTUDIO
¿Hay algo que Dios te está moviendo a hacer?
¿Qué te da miedo enfrentar en este momento?
¿Tienes miedo de servir a Dios?
¿Has confrontado algún miedo que tenías? ¿Y que
produjo eso en ti?
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