NO TE
HAGAS EXPECTATIVAS
1Co 13:4 El
amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece
INTRODUCCIÓN
Cuando estamos por casarnos
nos hacemos ilusiones o expectativas sobre como será nuestro hogar, los hijos, lo que haremos
y como viviremos. Son muchas las expectativas que rondan el corazón del hombre
ante tal decisión.
Nunca nos hacemos expectativas
realistas, mucho menos cuando estamos enamorados, y la emoción reina las
decisiones y todo lo que hacemos, y allí cometemos un grave error. Idealizamos
a la pareja que tenemos en un grado de perfección difícil de sostener en el
tiempo y cuando las cosas no salen como esperábamos, el matrimonio sufre y
muchos se separan.
Muchos son los casan esperando
que todo sea solo, amor, paz y bendición, pero cuando se enfrentan a la
realidad y tienen que soportar cosas que no conocían o que no se esperaban
vivir, entonces sufren y hacen sufrir a su pareja por el enojo, la frustración y
el dolor.
DESARROLLO
Hacernos expectativas no es malo,
pero cuando estas guían aquello que esperamos de nuestras parejas podemos
llevarnos una gran sorpresa. Debemos esperar lo mejor de quienes amamos, pero
cuando esto no se da, no tenemos porque sentirnos frustrados.
Recordemos que si nos casamos no
es para que nuestra pareja nos haga feliz, sino para que nosotros ns
propongamos hacer feliz a nuestro cónyuge, esto no implica cumplir sus
expectativas. Conozco parejas que esperan que sus parejas sean perfectas a un
grado que es difícil de cumplir para cualquier ser humano. Somos seres
diferentes, con crianzas, pasados y familias diferentes de donde aprendimos lo
que era un matrimonio, algunas no fueron buenas experiencias otras tuvieron
mejores, por eso debemos evitar las expectativas que puedan hacernos sentir
mal.
Si alguien no cumple nuestras
expectativas no es porque sea malo, o porque te equivocaste de pareja, solo se
trata de un proceso de crecimiento y de aprender a amar como Dios ama, sin
prejuicios, sin expectativas. El ama quienes somos, no por lo que podemos
darle, sino por quienes somos. Recordemos que el amor como Pablo lo describe es
sufrido, paciente, benigno, no es envidioso, ni jactancioso, ni se envanece.
Todo esto solo es posible cuando las expectativas menguan y somos realistas,
reconociendo que nuestro cónyuge no es perfecto, que tiene sus defectos y que
con ellos también los aceptamos como Dios lo hace con nosotros.
CONCLUSIÓN
No existen los esposos o esposas
perfectos, no hay cuentos de hadas, somos seres imperfectos en proceso de
perfeccionamiento, eso si nunca debemos de desaprovechar el tiempo para mejor y
ser un mejor esposo o esposa. Si mejoramos constantemente y no dejamos de
permitir que Dios nos perfeccione mediante su disciplina, entonces podremos ser
mejores, esposos (esposas), amigos (amigas), confidentes, y amantes.
Seamos realistas, todos cometemos
errores y no por ello Dios nos aparta de su gracia y misericordia, entonces
porque tratar a nuestra pareja sin misericordia y echarle en cara sus errores.
Permitámonos comprender, amar y respetar a nuestra pareja tal como Dios lo
haría, sin prejuicios, sin críticas, siendo bondadoso ante sus errores y
amándole como Dios le ama.
Preparémonos para ayudar a
nuestra pareja ante sus problemas y dificultades, apoyémonos en nuestra
debilidad y forjemos relaciones en donde la expectativa sea centrada en Cristo
y no los deseos egoístas que tenemos.
Oremos, Señor permítenos vivir
libres de expectativas que nuestras parejas deban cumplir, porque sabemos que
nuestra felicidad proviene de ti, y no de lo que nuestra pareja haga, ayúdanos
a vivir conformes y agradecidos con el privilegio de compartir, amar y aprender
en pareja, amen.
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