EL TEMOR DEL SEÑOR TIENE UN PRINCIPIO Y UN
FINAL
Pro 1:7 El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová;
1Jn 4:18 En el amor no hay temor, sino que el
perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado
en el amor.
INTRODUCCIÓN
Todo creyente que empieza su
caminar encontrara que en la medida en que avanza puede descubrir que algo que
creía en el pasado luego pasa a ser entendido con claridad por medio de la
revelación de las escrituras, y eso que creía antes, ahora ya deja de ser. Así
mismo, entramos que algunas cosas en nosotros son puestas en nuestro interior
para aprender y luego de que se ha madurado o conseguido el objetivo estas
pierden su esencia para llevarnos a algo mejor.
No podemos permanecer quietos en
la vida cristiana porque así como el agua que se empoza se pudre y pierde la
vida, si no fluimos en el rio de lo espiritual, por la guía del Espíritu Santo
entonces, pasaremos nuestra vida llenando nuestra cabeza con cosas, que jamás
pondremos en práctica, y este no es el orden. Lo ideal es que todo aquello que
aprendamos lo pongamos por obra y así mismo vayamos creciendo conforme a la
gracia que nos es dada.
DESARROLLO
En el primer versículo de proverbios 1:7, encontramos que en nosotros por la fe empieza a ser infundido algo que conocemos como el temor de Jehová, por muchos años me pregunte cómo es posible que exista algo como tal en la biblia, pues consideraba el temor como algo dañino y no me atrevía a predicarlo por el desconocimiento, siempre lo disfrace con la reverencia que era debida a Dios, que algo tiene que ver, pero aun sentía que eso no estaba completo. Pero indagando en las escrituras y viendo los testimonios que ellas daban, encontré que hasta los demonios creen y tiemblan ante Dios (Santiago 2:19), Juan cae como muerto ante Jesús (Ap 1:17), testimonios de un temor severo ante la divinidad de Dios. Aun yo mismo me he encontrado temiendo las consecuencias de obrar de ciertas maneras que en el comienzo de mi caminar con Dios estaban equivocadas. El temor de Jehová es una fuerza que ha sido infundida en nuestro interior para que como a hijos seamos tratados por el Señor. Todo padre en algún momento ha infundido temor en la vida de su hijo, sea por un castigo, por la disciplina o por algo que haya sucedido, el hijo ve al padre como el fuerte, el que tiene poder, y por ello le teme, teme fallarle, equivocarse, y obrar mal. Muchas veces cuando estuve tentado a obrar mal de niño o joven, pensé en el castigo que se me podía venir encima si me descubrían obrando mal y me daba temor. Entonces fue que descubrí que la escritura menciona que el comienzo de la sabiduría viene con el temor de Jehová, sin temor no podemos obrar sabiamente, sino que caeremos en el error. El temor es infundido en nosotros para que el Padre nos ayude a elegir lo que es bueno y temamos a las consecuencias del pecado y la maldad, sin ello nos descarriaríamos en el acto.
Pero también descubrí que
ese temor no dura para siempre, es solo parte del comienzo en nuestro caminar
con Dios, así como un hijo que apenas empieza a crecer teme a su padre, ese
temor le guía por el camino del bien para que posteriormente pueda conocerle en
mayor profundidad y medida. Es entonces que encontré otro versículo que contradecía
la tesis del temor, pero que no comprendía igualmente muy bien. Llegue a 1Jn
4:18, en donde dice: “En el amor no
hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva
en sí castigo. De donde el que teme, no
ha sido perfeccionado en el amor”. Y entonces lo entendí,
antes no lo comprendía porque veía el temor con desconfianza. Pero cuando
comprendí que el temor hace parte del comienzo, pero que en la medida en que
Dios nos perfecciona, el temor tiende a desaparecer, porque nuestro amor cada
día crece para con el Señor y el amor reemplaza al temor, ese que era necesario
para empezar, ahora ya no es necesario, claro que está presente en el corazón
porque sabe que habrá un castigo ante la desobediencia, pero quien se enamora profundamente
de Dios no teme, pues su amor le consume y se perfecciona en cada pensamiento,
palabra y acción.
CONCLUSIÓN
Es
entonces donde llegamos a comprender que el camino del creyente es un camino en
donde debemos avanzar, crecer y madurar para establecernos en la verdad y se
consumidos por el amor a Dios. Si aún hay temor a Dios, no te frustres porque
es tiempo de crecer, trata en oración con el Señor para que te muestre a que
castigo le temes, y puedas avanzar en el área en la que el temor te consume,
sea una enfermedad, un deseo no cumplido, un vicio que no puedes dejar, un
pecado con el que lidiar, algunos pensamientos o personas.
Necesitamos
comprender que el temor que sentimos solo debe impulsarnos a salir de aquello
que no nos hace bien, es por eso que las pelicular de terror nos infunden miedo
o temor, nos incitan a salir de allí, pero algunos se quedan en el disfrute del
temor, sin reconocer que ese sentimiento tiene la capacidad de confrontarnos
con aquello que tiene que salir de nosotros, para ir hacia la perfección.
Espero que puedas como yo ver el
temor desde otra óptica y reconocerlo como una oportunidad para crecer y
madurar. De niño le temía a la oscuridad, pero cuando crecí el temor
desapareció, es cuestión de madurez y crecimiento, perfecciónate en el amor y
veras como el temor desaparece.
Oremos, Señor ayúdanos a
reconocer que el temor que has infundido en nosotros tiene un propósito, que
podamos descubrirlo siempre y evitemos con él, el castigo. Ayúdanos a madurar y
crecer para perfeccionarnos en el amor, en el cual no hay temor. Amen.
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