En Nueva York se construyeron dos
rascacielos impresionantemente altos, a treinta metros de distancia uno del
otro.
Un
famoso equilibrista tendió una cuerda en lo más alto de estos edificios gemelos
con el fin de pasar caminando sobre ella. Antes dijo a la multitud expectante:
"Me subiré y cruzaré sobre la cuerda, pero necesito que ustedes crean en
mí y tengan confianza en que lo voy a lograr...". -"Claro que
sí", respondieron todos al mismo tiempo. Subió por el elevador y
ayudándose de una vara de equilibrio comenzó a atravesar de un edificio a otro
sobre la cuerda floja.
Habiendo
logrado la hazaña bajó y dijo a la multitud que le aplaudía emocionada:
"Ahora voy a pasar por segunda ocasión, pero sin la ayuda de la vara. Por
tanto, más que antes, necesito su confianza y su fe en mí". El
equilibrista subió nuevamente por el elevador y luego comenzó a cruzar
lentamente de un edificio hasta el otro. La gente estaba muda de asombro y
aplaudía.
Entonces
el equilibrista bajó y en medio de las ovaciones por tercera vez dijo:
"Ahora pasaré por última vez, pero empujaré una carretilla sobre la
cuerda... necesito, más que nunca, que crean en mí y confíen en mí". La
multitud guardaba un tenso silencio. Nadie se atrevía a creer que esto fuera
posible... -"Basta que una sola persona confíe en mí y lo haré",
afirmó el equilibrista.
Entonces
uno de los que estaba atrás gritó: "Sí, sí, yo creo en ti: tu puedes. Yo
confío en ti...". El equilibrista para certificar su confianza, lo retó:
"Si de veras confías en mí, vente conmigo y súbete a la
carretilla...".
Cuando
en verdad le creemos a Jesús nos subimos a su cruz, muriendo a todo aquello que
no nos deja vivir. Este tipo de fe nos permite ver lo invisible y tener
esperanza, ya que todo es posible para el que cree.
Isa 57:13 Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos
llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la
tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.
La confianza es algo que parece sencillo, pero que solo puede medirse en
la medida en que esa confianza no se ve menguada por las circunstancias. La
confianza surge en la medida en que surge una convicción certera sobre aquel en
que confiamos y esto solo es posible mediante una relación íntima. Es en la
intimidad con Dios en donde la confianza puede surgir, en el conocernos
diariamente y conocer sus palabras en donde el hombre puede descansar con
certeza en su corazón. Es en un Dios que no cambia que el hombre puede confiar y
seguirle, entregando su vida por su causa. La historia nos exhorta para
reconocer si verdaderamente tenemos confianza, eso fue lo que el hombre pidió,
en la primera oportunidad demostró que podía hacerlo, así que confiar la
segunda vez no fue tan difícil, ya lo había hecho y lo podía hacer una vez más
aunque fuese más difícil, hasta cuando les pidió compromiso a aquellos que
decían que confiaban en él. Esta historia hace que recordemos lo que Cristo
hizo por nosotros, puede que al principio confiemos un poco y digamos él puede
hacerlo y lo haga, cambia nuestras vidas, algunas circunstancias y decimos: ¡ohh!
confiamos en él, pero cuando la situación cada vez se pone más crítica es donde
la verdadera confianza puede surgir. Todos confían cuando todo anda bien, pero
cuando las cosas no se dan, cuando las cosas no suceden y pasan los años, o
cuando Dios nos pide que le acompañemos aun cuando parece resgoso es cuando se
mide de verdad nuestra confianza, ¿en verdad confiamos en Dios? O solo lo
hacemos porque hemos escuchado que resucito los muertos, que sano a los
enfermos, que cambio vidas, pero, ¿lo hemos acompañado a hacerlo?
GUIA DE ESTUDIO
¿Qué tanto confías en Dios?
¿A que le has acompañado, que haya hecho crecer tu confianza en él?
¿Cómo está tu confianza, débil o fortalecida?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por compartir con nosotros. Bendiciones