ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
Joh 20:1
El primer día de la semana, María
Magdalena fue de mañana, siendo aún
oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
Juan
solo menciona a María Magdalena, aunque por los otros evangelios sabemos que
fueron dos mujeres más, María la madre de Jacobo (según algunos se cree que fue
hermano de Jesús) y Salome la madre de los hijos de Zebedeo. Siendo de mañana y
el primer día de la semana o sea domingo fue al sepulcro para ungir el cuerpo
con especies aromáticas, y al acercarse puede notar que la piedra que cubría el
sepulcro ha sido quitada. 3 días se han cumplido y aunque ellos aun no lo
entienden, la promesa de la resurrección se ha cumplido.
Joh
20:2 Entonces
corrió, y fue a Simón Pedro y al otro
discípulo, aquel al que amaba
Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
María
parece ser quien lleva el mensaje a Pedro y al otro discípulo cuya referencia
es la del “amado” o sea Juan quien escribe este evangelio. Y comenta su
mensaje, no con la fe y esperanza de su resurrección, sino con la angustia y
preocupación de que se han llevado el cuerpo de Cristo del sepulcro y no saben
dónde lo han llevado.
Joh
20:3 Y
salieron Pedro y el otro discípulo, y
fueron al sepulcro.
Pedro
y Juan angustiados por la información recibida corren al sepulcro para
constatar lo que les ha sido contado.
Joh
20:4 Corrían
los dos juntos; pero el otro discípulo
corrió más aprisa que Pedro, y llegó
primero al sepulcro.
Juan
se describe como aquel que corre más aprisa, como impulsado por el amor que
prodigaba.
Joh
20:5 Y
bajándose a mirar, vio los lienzos
puestos allí, pero no entró.
Y
aunque fue el primero en llegar, solo se asomó y vio los lienzos, mas no se
sintió seguro de entrar.
Joh
20:6 Luego
llegó Simón Pedro tras él, y entró en el
sepulcro, y vio los lienzos puestos
allí,
Joh
20:7 y el
sudario, que había estado sobre la
cabeza de Jesús, no puesto con los
lienzos, sino enrollado en un lugar
aparte.
Pedro,
aunque llega detrás de Juan, con el arrojo que le caracteriza se adentra en el
sepulcro y viendo los lienzos y el sudario con el que se cubrió el cuerpo y la
cabeza de Jesús, nota que fueron enrollados delicadamente en un lugar aparte.
Joh
20:8 Entonces
entró también el otro discípulo, que
había venido primero al sepulcro; y
vio, y creyó.
La
incredulidad de aquel evento los tiene sorprendidos, a tal punto que Juan no
aguanta y termina entrando al sepulcro para constatar lo que sus ojos no ven,
entonces creyó.
Joh
20:9 Porque
aún no habían entendido la Escritura,
que era necesario que él resucitase de los muertos.
Juan
describe claramente los sucesos como un testigo ocular de estos eventos, en los
cuales se demuestra que aún no comprendían lo que Jesús les había dicho,
entonces él mismo hace referencia a que no habían comprendido la escritura en
donde aparecía que Jesús tendría que resucitar de entre los muertos como lo
menciona Oseas 6:2 y el salmo 16:10.
Joh
20:10 Y
volvieron los discípulos a los suyos.
Luego
de constatar aquello que parecía improbable, volvieron a donde estaban sus
familias.
Joh
20:11 Pero
María estaba fuera llorando junto al sepulcro;
y mientras lloraba, se inclinó
para mirar dentro del sepulcro;
Joh
20:12 y vio a
dos ángeles con vestiduras blancas, que
estaban sentados el uno a la cabecera, y
el otro a los pies, donde el cuerpo de
Jesús había sido puesto.
María
seguramente la magdalena, lloraba junto al sepulcro ante la escena contemplada,
se habían llevado a su Señor y mientras llora, pudo ver a dos ángeles que
vestían de blanco como si esperaran por dar a conocer algo.
Joh
20:13 Y le
dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo:
Porque se han llevado a mi Señor,
y no sé dónde le han puesto.
Ellos
interactúan con María al preguntarle por la causa de su llanto, a lo que ella
responde con total sinceridad, como si no se diese cuenta de con quienes
hablaba.
Joh
20:14 Cuando
había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
Su
desconsuelo es tal, que no se dio cuenta que quienes estaban allí eran ángeles,
y ahora empeora al no darse cuenta que es Jesús mismo quien se encuentra allí
con ella.
Joh
20:15 Jesús le
dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella,
pensando que era el hortelano, le
dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
María
confunde a Jesús con el jardinero en medio de su desesperación.
Joh
20:16 Jesús le
dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo:
¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
Jesús
hace su primera aparición ante María, la magdalena, quien le reconoce al
volverse a él y le dice maestro. María acaba de tener un maravilloso encuentro
con Jesús resucitado, cuanta emoción y gozo debe haber sentido en aquel
momento.
Joh
20:17 Jesús le
dijo: No me
toques, porque aún no he subido a mi
Padre; mas ve a mis hermanos, y diles:
Subo a mi Padre y a vuestro Padre,
a mi Dios y a vuestro Dios.
A
ciencia cierta no hay una explicación clara del porque Jesús no se deja tocar
por María y si lo permite para que Tomas crea, pienso que lo hace por una
disposición especial, para que Mateo deje su incredulidad, mientras que María
solo lo hacía por la familiaridad con que se relacionaba con Jesús. Aunque
claramente Jesús nos dice que es porque aún no ha subido al Padre, sino que
acaba de resucitar. Probablemente nos hable de una ascensión previa a la
ascensión permanente que sucedió enfrente de sus discípulos.
Joh
20:18 Fue
entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había
visto al Señor, y que él le había dicho
estas cosas.
María
seguramente aun consternada por la experiencia con Jesús resucitado vuelve
donde los discípulos para contarles lo sucedido y sus palabras.
Joh
20:19 Cuando
llegó la noche de aquel mismo día, el
primero de la semana, estando las
puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de
los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo:
Paz a vosotros.
Este
pasaje es tremendamente sobrenatural, los discípulos se hallan encerrados en su
lugar de reunión, llenos de temor por la persecución que Vivian, y de pronto,
de la nada aparece Jesús y les habla. Su resurrección nos muestra algunas
características de los cuerpos resucitados, que son capaces de aparecer y
desaparecer en esta dimensión terrenal. Además del hecho de encontrarse cara a
cara con Jesús resucitado, lo cual debió ser muy sorprendente para los
atemorizados discípulos.
Joh
20:20 Y cuando
les hubo dicho esto, les mostró las
manos y el costado. Y los discípulos se
regocijaron viendo al Señor.
Jesús
se muestra tal como quedo luego de sufrir el martirio que lo condujo a su
muerte, como evidencia tangible de su resurrección. Viendo esto los discípulos
comprobaron la veracidad de lo que María les había contado y se alegraron,
dejando el temor a un lado.
Joh
20:21 Entonces
Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como
me envió el Padre, así también yo os
envío.
Jesús
aparece a los discípulos con un claro propósito, el de enviarles a dar las
buenas nuevas del evangelio, así como el mismo fue enviado por el Padre para
cumplir el propósito de la salvación para la humanidad.
Joh
20:22 Y
habiendo dicho esto, sopló, y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo.
Aquí
Jesús nos muestra algo particular. Jesús sopla para que ellos reciban el
Espíritu Santo, algunos piensan que se trata de una primicia de lo que
sucedería en pentecostés, pero esto nos habla de un bautismo en el Espíritu
Santo en el que se recibe su presencia en nuestras vidas y en Hechos capítulo 2
nos habla de una llenura del Espíritu Santo, ambos eventos suceden para
capacitar a los apóstoles para la obra encomendada. Lo cual nos hablaría del
bautismo en el Espíritu y en fuego que menciona Mateo, miremos: Mat 3:11
"Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.
Joh
20:23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
Este
es uno de los pasajes más controversiales del nuevo testamento pues de aquí se
basa la iglesia tradicional para la confesión y el perdón de pecados. Aunque no
se evidencia ninguna evidencia que muestre a los apóstoles haciéndose
participes de este ministerio de la confesión y perdón de pecados por su parte.
De todas formas, la escritura es clara en advertirnos que uno puede confesar su
pecado a un hermano en la fe con la intensión real de arrepentimiento, lo cual
Dios también tomara en cuenta para la remisión de sus pecados. La confesión de
pecados aunque no es practicada en la iglesia es sana y buena, porque evita que
nos enorgullezcamos y que más bien podamos vivir con humildad reconociéndonos
débiles y necesitados de la gracia divina.
Joh
20:24 Pero
Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
Joh
20:25 Le
dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo:
Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su
costado, no creeré.
Todos
conmocionados por lo ocurrido con Jesús, quien al parecer a desaparecido de su
presencia y probablemente haya vuelto al Padre, es anunciado a Tomas, el
discípulo quien no lo puede creer, y declara que hasta no tener una evidencia
tangible de su resurrección, no creerá.
Joh
20:26 Ocho días
después, estaban otra vez sus discípulos
dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús,
estando las puertas cerradas, y
se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Joh
20:27 Luego
dijo a Tomás: Pon
aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Jesús
aparece 8 días después mientras los discípulos están nuevamente encerrados y
toma a Tomas para que ponga su dedo en las llagas de sus manos y para que
introduzca su mano en su costado traspasado por la lanza, para que abandone su
incredulidad. No podemos permitir que los detalles nos impidan creer.
Joh
20:28 Entonces
Tomás respondió y le dijo: ¡Señor
mío, y Dios mío!
Tomas
confrontado por su incredulidad le dice a Jesús estas palabras reveladoras de
la naturaleza de Cristo, “Señor y Dios mío”, la primera revela su naturaleza
redentora, la otra su divinidad presente y corroborada por sus discípulos.
Joh
20:29 Jesús le
dijo: Porque me
has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron,
y creyeron.
La
incredulidad debe ser confrontada, pues no puede hallar cabida en el corazón
del creyente, quien no necesita ver, pues vive y camina por fe.
Joh
20:30 Hizo
además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
Juan
no describe la cantidad de señales que les fueron confiadas a sus discípulos,
pero que no fueron descritas porque no son necesarias para que creamos, ya
creemos, aferrémonos entonces a la esperanza que conviene a la fe.
Joh
20:31 Pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Juan
empieza a describir claramente el propósito de este evangelio que es que todo
el que lo lea comprenda y crea que Jesús es el Cristo, el mesías esperado por
su pueblo, aunque no fue recibido como tal y más bien fue despreciado y dado
por muerto, el Hijo de Dios se levantó de entre los muertos y ahora vive y
reina a la diestra del Padre. Y para que cuando creamos seamos participes de la
vida eterna que Dios prometió a quienes crean en su Hijo.
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