EL
ANHELO DEL CORAZÓN
Salmo
37:4 Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón.
INTRODUCCIÓN
Cuando buscamos de Dios muchas
veces somos vanamente engañados para buscar de Dios para que el cumpla o
conceda los deseos de nuestro corazón, el problema no está en ello, sino en
aquello que falsamente creemos que es el verdadero anhelo de nuestro corazón.
La misma escritura nos
advierte lo siguiente Jer 17:9 “Nada hay tan engañoso como el corazón”.
Sabiendo entonces que el corazón
del hombre es engañoso, miremos lo siguiente: Mar
7:21 “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la
inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios”. Si el corazón
del hombre está lleno de este tipo de cosas, no podemos confiarnos en un
comienzo de querer cumplir los anhelos de nuestro corazón, sino hasta que éste
sea transformado por el verdadero amor de Dios y su palabra.
Antes
de este proceso el hombre solo querrá cumplir deseos vanos y egoístas de
autosatisfacción personal.
DESARROLLO
Cuando
el corazón del hombre empieza a ser transformado por el amor, la disciplina y
la devoción por Dios, entonces el hombre empieza a descubrir que es lo
verdaderamente valioso y aquello que verdaderamente necesita en su vida, amar a
Dios y permanecer en el.
Es
allí a donde debemos llevar nuestro corazón, al punto de deleitarnos en la
presencia de Dios para que el deseo verdadero de nuestro corazón de permanecer
en unidad aparezca y aflore para que todo deseo mundano sea consumado en el
amor.
Claro
que queremos cosas materiales necesarias, una casa, un trabajo, una familia,
hijos, viajar, descansar, tener un negocio y hacer muchas cosas, pero aquí
aplica mejor el principio espiritual Pro 16:9 “El corazón del hombre
traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor”. No es que no podamos
desear o querer cosas necesarias para vivir, a las que Dios dirige nuestros
pasos. Sino que a veces deseamos más de lo que podemos manejar, más de lo que
es sano para nosotros, más de aquello que puede ser perjudicial para nosotros y
nuestras familias, de tal forma que debemos permitir que Dios dirija nuestros
pasos para tener aquello que queremos en esta tierra, pero eso no cambia el
deseo principal de nuestro corazón, que es la unidad con Dios. Las cosas
materiales van y vienen, generan emoción en un comienzo, pero a los días la
emoción desaparece, ellas no traen plenitud.
Solo
la presencia de Dios en nuestras vidas puede dar plena satisfacción a nuestro
ser y descanso a nuestra agitada alma.
CONCLUSION
Si
sabemos que lo que nuestro corazón anhela en un comienzo es solo cosas vanas o
pasajeras, entenderemos que nuestra verdadera necesidad está lejos de lo
material, sino que se encuentra en lo eterno, en Dios.
Si
descubrimos lo que trama nuestro corazón podemos hacer evidente sus
motivaciones egoístas y trascenderlo para ir tras lo verdadero, lo que
realmente es el anhelo de nuestro corazón.
Desvelando
que el verdadero anhelo de nuestro corazón se haya oculto en Dios, podemos
hacer todo lo demás como añadidura de lo importante, deleitarse en Dios.
Oremos,
Señor queremos deleitarnos en ti para descubrir las verdaderas motivaciones de
nuestro corazón, para que al deshacernos del egoísmo, la vanidad, el orgullo y
las mentiras podamos ir tras tu presencia en donde nuestro ser haya deleite,
amen.
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