Una
pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener hijos.
Para no sentirse solos, compraron un cachorro pastor alemán y lo amaron como si
fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y
hermoso can.
El
perro salvó, en más de una ocasión a la pareja, de ser atacada por ladrones.
Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Luego
de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La
pareja estaba muy contenta con su hijo y disminuyeron las atenciones que
tenían con el perro. Este se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé
y no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un
día la pareja dejó al bebé plácidamente durmiendo en la cuna y fueron a la
terraza a preparar una carne asada. Cuál fue su sorpresa cuando se dirigían al
cuarto del bebé y ven al perro en el pasillo con la boca ensangrentada,
moviéndoles la cola.
El dueño del perro pensó lo peor,
sacó un arma que llevaba y en el acto mató al perro. Corre al cuarto del bebé y
encuentra una gran serpiente degollada.
El dueño comienza a llorar y
exclama: "¡He matado a mi perro fiel".
Lucas 6:37 "No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará.
Cuántas veces hemos acabado con
alguien tan solo por nuestros prejuicios, o por juzgar a las personas sin
conocerlas. ¿Cuántas veces no hemos juzgado injustamente a las personas?. Las
juzgamos y condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento, cuáles
son sus pensamientos y sentimientos. Los prejuicios son solo eso, ideas
preconcebidas que hemos aprendido sistemáticamente para apartarnos de los
demás, para tener el control o para creernos mejor que los demás, para
evitarnos la pereza mental de aprender, conocer y escudriñar.
La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien
aprendamos a tener control sobre nuestros pensamientos, solo así, seremos capaces
de no levantar falsos pensamientos o juicios contra una persona hasta el punto
de dañar su imagen ante los demás. Jesús nos recuerda que tal como actuamos
para con los demás, eso mismo recibiremos, somos solo el espejo de aquello que
damos y recibimos.
GUÍA DE ESTUDIO
¿Juzgas a los demás con frecuencia?
¿Qué es lo que viene a tu cabeza cuando conoces a alguien nuevo?
¿Te has hecho prejuicios de tus amigos o familiares?
¿Qué estás dando y recibiendo?
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