domingo, 25 de septiembre de 2016

PREDICA DOMINICAL - CUANDO EL CORAZÓN SE ENDURECE

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PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe

CUANDO EL CORAZÓN SE ENDURECE

Exo 7:13 A pesar de esto, y tal como lo había advertido el Señor, el faraón endureció su *corazón y no les hizo caso.

INTRODUCCIÓN

La humanidad vive en una constante agonía y sufrimiento, sobreviviendo cada día a punta de su fuerza de voluntad, tratando de ser más felices, más ricos, más famosos, queriendo más placeres, y sostenidos sobre la nada. Una vida así era la que muchos de nosotros buscábamos, pero que luego de haber experimentado un arrepentimiento genuino, hemos humillado nuestro ser a Dios, y nuestro duro corazón ahora es de carne, para poder percibir la vida espiritual que Dios nos infunde a través de su Espíritu Santo.

No sé si usted alguna vez ha sentido que su corazón deja de percibir la presencia se Dios. La angustia, el afán, el dolor, la desesperación, la tristeza y muchos sentimientos más se apoderan de nuestro ser.
Pareciera ser que Dios se apartó de nosotros y ese gozo, esa paz que sentíamos desaparecen.
Y nuestra alma angustiada apremia por una desesperada respuesta.
Te has preguntado, ¿cómo está tu corazón?

DESARROLLO

La historia de las plagas de Egipto y la liberación del Pueblo de Israel de Egipto son un claro ejemplo de lo que ocurre cuando alguien endurece su corazón para con Dios, allí encontramos a un faraón que mientras era confrontado por Moisés para que obedeciera el mandato divino este solo endurecía su corazón.
Existen dos cosas por las cuales el corazón del hombre se endurece, el primero es la desobediencia, y el segundo es el pecado, si por alguna razón has desobedecido a Dios o has caído en pecado, tu corazón empieza a volverse duro para con la verdad y se tiende a apartar de Dios. No seas como faraón que aunque fue confrontado y tuvo varias oportunidades para obedecer el mandato de Dios a través de Moisés, en su desobediencia Dios endureció cada vez más su corazón para que no pudiera llegar a comprender la verdad, y aunque vio como un Dios que no conocía le derrotaba y quebrantaba, no pudo experimentar arrepentimiento.

Por eso para nosotros debe ser muy importante revisar y confrontar el verdadero estado de nuestro corazón, para ver si no hemos dejado colar la desobediencia y el pecado para endurecer nuestros corazones para con Dios. ¿Hace cuánto no te quebrantas ante su poder y reconoces tu pecado?, Dios te está dando oportunidades para que te alejes de la maldad de tu corazón, pero si por el contrario no lo confiesas y abandonas entonces tu corazón se volverá duro como la roca, como el corazón de faraón, que aunque vio el poder de Dios, no tuvo oportunidad de convertirse a el por su desobediencia y pecado.

Hay algo por lo cual has desobedecido a Dios, puede que sea aquello que no quieres perdonar, o aquello que te negaste a entregarle a Dios, o puede que sea que no seguiste el consejo de tu guía espiritual, de tu mentor, o que hiciste lo que querías desobedeciendo a Dios. O te has entregado a ese pecado que nadie más conoce, solo tú, pero que sabes que no está bien. Es tiempo de abandonar todo ello en pos de la verdad y ceñir nuestros lomos con la vedad.

CONCLUSIÓN

Vuelvo a preguntarte, ¿sabes cómo está tu corazón?, los signos para saber si tu corazón se ha endurecido son la desobediencia y la falta de conciencia frente al pecado, si ya no buscas arrepentirte luego de haberte equivocado, si hay pecados que no puedes abandonar, si tu tendencia siempre es a la rebeldía y la desobediencia entonces hay algo que no está bien, si tú no te quebrantas en la presencia de Dios por tu pecado, puede que haya algo que no esté bien.
No te confíes en la falsa promesa de una religión o una oración, confía cuando tu ser muestre las evidencias fehacientes de un verdadero arrepentimiento, que es una vida transformada y el abandono del pecado que antes nos esclavizaba.

Oremos, Señor, perdona nuestro pecado, y nuestra desobediencia, danos la gracia suficiente para abandonar la maldad de nuestros corazones y volvernos a ti, clamamos por tu gracia y perdón, vuelve nuestro corazón de piedra en uno de carne que pueda sentir el aliento de vida de tu Espíritu, amen. 


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