ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
Heb 10:1 La ley es sólo una sombra de los bienes
venideros, y no la presencia* misma de
estas realidades. Por eso nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se
ofrecen sin cesar año tras año, hacer
perfectos a los que adoran.
En Cristo
la presencia misma de la verdad y la realidad se ha hecho evidentes por medio
de su sacrificio, para perfeccionar a los que se entregan en adoración a Dios.
En la antigüedad la ley surgió como una sombra que intentaba develar el
misterio que se escondía tras ella, no era evidente por eso parecía más una
sombra, para que ahora en medio de la luz, lo que parecía verdadero, ahora se
convierta en una realidad.
Heb 10:2
De otra manera, ¿no habrían
dejado ya de hacerse sacrificios? Pues
los que rinden culto, purificados de una
vez por todas, ya no se habrían sentido
culpables de pecado.
Una vez el sacrificio de Cristo ha
hecho su efecto en nosotros para perfeccionarnos, la culpa debe desaparecer,
pues nuestro corazón ha de sentirse confiado en la purificación que ha sido llevada
a cabo por Cristo. Pero el pueblo Judío continuaba con los sacrificios
sintiéndose aún culpables de sus pecados.
Heb 10:3
Pero esos sacrificios son un recordatorio anual de los pecados,
Se tenía que realizar anualmente
como un recordatorio de la imposibilidad de superar el pecado sin el perdón de
Dios.
Heb 10:4
ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos
quite los pecados.
Y también para recordarnos que lo
terrenal, no puede perdurar. Lo que igualmente ocurría con sus sacrificios, que
eran temporales y su efecto solo duraba por un año, al cabo del cual tendría
que volver.
Heb 10:5
Por eso, al entrar en el
mundo, Cristo dijo: "A ti no te complacen sacrificios ni
ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo;
Cristo entra al mundo terrenal,
abriéndose paso a través de un cuerpo, preparado de antemano por el Padre, para
consolidarse como un nuevo Adán, un nuevo comienzo, un nuevo despertar, para
que al ser entregado como el sacrificio que podría dar cumplimiento al primer
pacto, entonces el nuevo pacto tuviese su efecto.
Heb 10:6
holocaustos y expiaciones no fueron de tu agrado.
El salmo 40:6 es la palabra que
tiene cumplimiento en Cristo aquí, no son los sacrificios, ni las ofrendas las
que aprueban el corazón del hombre ante Dios, sino aquel que dispone en su
corazón hacer la voluntad del Señor en obediencia y amor.
Heb 10:7
Por eso dije:
Áquí me tienes', como está
escrito de mí en el libro: 'He
venido, oh Dios, a hacer tu voluntad.' "*
Por ello el
sacrificio de Cristo es perfecto, porque no fue orquestado como un sacrificio,
no fu entregado por otros, sino que el mismo se entregó por amor, diciendo:
“aquí me tienes”, con suma humildad y amor, se entrega en obediencia para hacer
su voluntad, para pagar el precio que exigía el antiguo pacto.
Heb 10:8
Primero dijo: "Sacrificios y
ofrendas, holocaustos y expiaciones no te
complacen ni fueron de tu agrado"
(a pesar de que la ley exigía que se ofrecieran).
Los Hebreos hacían estos
holocaustos y sacrificios por la exigencia de la ley, no porque hubiese surgido
en sus corazones la necesidad de dar lo mejor a Dios, fue una obligación
impuesta y como tal fu cumplida, pero ello no agrada a Dios. Dios aprueba el
corazón de aquellos que como Abel, preparan de silo mejor para ser entregado.
Heb 10:9
Luego añadió: "Aquí me
tienes: He venido a hacer tu
voluntad." Así quitó lo primero
para establecer lo segundo.
El salmo 40 contiene proféticamente
lo que aquí se describe, Cristo ha hecho la voluntad del Padre, cumpliendo lo
primero, lo terrenal, para poder establecer lo eterno.
Heb 10:10 Y en virtud de esa voluntad somos santificados
mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre.
Ahora nuestra santidad, no es
nuestra solo somos participes por la fe, de la santidad del hijo, por su
obediencia y sacrificio, que siendo ofrecido una vez y para siempre, quita la
necesidad de sacrificios terrenales, que le impiden al hombre llegar a Dios,
para soportarlo todo mediante la fe del hijo.
Heb 10:11 Todo sacerdote celebra el culto día tras día
ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados.
El sacerdote tenía que cumplir con
un servicio para con el pueblo ofreciendo sacrificios de continuo para liberar
al pueblo de su pecado, pero ellos solo lo podían apartar por un tiempo, hasta
que un nuevo sacrificio pudiera ser llevado a cabo, sin este sistema el pueblo
de Dios hubiese sido destruido como consecuencia de su pecado, pero así lo
dispuso Dios para que el hombre pudiera reconocer su pecado y su necesidad de
arrepentimiento y perdón.
Heb 10:12 Pero este sacerdote, después de ofrecer por los pecados un solo
sacrificio para siempre, se sentó a la
derecha de Dios,
El sacerdocio ha sido perfeccionado
en Cristo para cumplir con un propósito mayor, ahora no solo ofrece el
sacrificio, ahora se ofrece como sacrificio, el mismo es la ofrenda que se
entrega, y siendo el nuevo Adán para esta nueva generación del segundo pacto,
ahora en él hay arrepentimiento, perdón, amor y reconciliación.
Heb 10:13 en espera de que sus enemigos sean puestos
por estrado de sus pies.
Quien sentado a la diestra de Dios,
recuerde que el sentarse es una posición de autoridad, y el lado derecho
implica poder y fuerza. Habiendo sido establecido por Dios mismo en ese lugar,
espera por el cumplimiento de la promesa, porque aquellos que optaron por hacer
de él su enemigo, sean puestos como consecuencia de sus decisiones y actos como
estrado de sus pies.
Heb 10:14 Porque con un solo sacrificio ha hecho
perfectos para siempre a los que está santificando.
Este versículo nos muestra cómo
opera la santidad en nosotros. Esta no opera por nuestras obras, o por nuestros
sacrificios u ofrendas, opera por la fe del hijo, que a través de la vida y las
circunstancias nos perfecciona, nos disciplina, para conducirnos a la él.
Heb 10:15 También el Espíritu Santo nos da testimonio
de ello. Primero dice:
Heb 10:16 "Éste es el pacto que haré con ellos
después de aquellos días, dice el
Señor: Pondré
mis leyes en su corazón, y las escribiré
en su mente."*
El testimonio del Espíritu Santo
aparece como la revelación de las escrituras en el antiguo testamento, por
medio de las cuales el plan de Dios se dio a conocer, permitiéndonos entender
lo que Dios ha permitido con el sacerdocio y sacrificio de Cristo.
Heb 10:17 Después añade: "Y nunca más me
acordaré de sus pecados y maldades."*
Nunca es un apelativo para decir
que todo pecado que ha sido perdonado por el Señor, será borrado de su memoria,
y aunque esto sea cierto, Dios nos ve como hijos perdonados de quienes ya no
recuerda su pecado y trasgresión, aun somos participes de las consecuencias de
nuestros actos.
Heb 10:18 Y cuando éstos han sido perdonados, ya no hace falta otro sacrificio por el
pecado.
Ahora el pecado no necesita ser
cubierto por sangre de corderos para alcanzar el perdón, porque el padre mismo,
al igual que hizo con Abraham e Isaac, él ha provisto el cordero para ser
entregado, y como un sacrificio único y especial por medio del cual ya no es
necesario el derramamiento de sangre para alcanzar el perdón, sino que por
medio suyo podemos alcanzar un perdón eterno.
Heb 10:19 Así que,
hermanos, mediante la sangre de
Jesús, tenemos plena libertad para
entrar en el Lugar Santísimo,
Su sangre derramada en la cruz, pago
el precio, nos liberó del pecado que nos impedía llegar al lugar santísimo,
ahora en este lugar podemos habitar en la presencia de Dios y ser libres de
nosotros mismos para amar y disfrutar de su reino.
Heb 10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos ha
abierto a través de la cortina, es
decir, a través de su cuerpo;
Su sangre abrió el camino, para que
por medio de su cuerpo, o sea la comunión del Señor, podamos cruzar y
permanecer en el lugar santísimo.
Heb 10:21 y tenemos además un gran sacerdote al frente
de la familia de Dios.
Su sacerdocio no solo sirvió para entregar
el sacrificio, sino que también se ofreció como tal, convirtiéndose en el sumo
sacerdote de la familia de Dios.
Heb 10:22 Acerquémonos,
pues, a Dios con corazón sincero
y con la plena seguridad que da la fe,
interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente
lavados con agua pura.
Ahora luego de entender lo que
Cristo ha hecho posible por medio de su sacrificio y sacerdocio, entonces
acerquémonos confiadamente, como hijos, purificados interiormente en nuestras
conciencias, libres de toda culpabilidad, y lavados exteriormente por la sangre
del cordero y el agua del Espíritu.
Heb 10:23 Mantengamos firme la esperanza que
profesamos, porque fiel es el que hizo
la promesa.
Que la revelación de la verdad nos
permita mantenernos firmes en la promesa que nos fue confiada y en la que
esperamos confiadamente.
Heb 10:24 Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas
obras.
Para que renovados en nuestro
entendimiento nos preocupemos por la familia espiritual que se nos ha confiado,
estimulando el amor, la entrega y la devoción que solo son visibles por medio
de las obras de una conciencia sana y limpia por el perdón.
Heb 10:25 No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel
día se acerca.
El congregarnos no es solo un rito,
no es solo una condición para ser creyentes, es la máxima expresión de nuestro
amor, para tener comunión los unos con los otros, y poder entregar del amor que
nos ha sido traspasado, esperando confiados el cumplimiento del tiempo que se
acerca.
Heb 10:26 Si después de recibir el conocimiento de la
verdad pecamos obstinadamente, ya no hay
sacrificio por los pecados.
Si luego de haber sido despertados
en nuestras conciencias para entender y conocer la verdad, aquel conocimiento
que antes nos estuvo velado, decidimos continuar con nuestra transgresión a la
verdad, no existe posibilidad de que el sacrificio que opera en los hijos de
salvación, pueda operar en aquel individuo.
Heb 10:27 Sólo queda una terrible expectativa de
juicio, el fuego ardiente que ha de
devorar a los enemigos de Dios.
Para quien así obra, faltando a la
verdad con su práctica obstinada del pecado, solo queda una terrible
perspectiva de la justicia divina, que los devorara como fuego ardiente.
Heb 10:28 Cualquiera que rechazaba la ley de Moisés
moría irremediablemente por el testimonio de dos o tres testigos.
El castigo para el pacto anterior
al rechazar la ley que Dios había entregado a su pueblo, era la muerte, pero
para llegar a esta se necesitaba del testimonio de 2 o 3 testigos que
reconocieran el rechazo claro y contundente a la ley.
Heb 10:29 ¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que
merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios,
que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido
santificado, y que ha insultado al
Espíritu de la gracia?
De modo que aquel que pisotea el
nuevo pacto, que lo rechaza se hace presa de su propia elección, y las
consecuencias que esta conlleva. No existe peor castigo para el que rechaza a
verdad que consumirse en el fuego que proviene del juicio justo por sus obras.
Heb 10:30 Pues conocemos al que dijo: "Mía es la
venganza; yo pagaré";* y
también: "El Señor juzgará a su pueblo."*
Sabemos con certeza que si Dios
habla algo, eso se cumple. Y según la escritura en (), el hombre no debe
permitir que los sentimientos de venganza le consuman, pues Dios es justo y
dará a cada cual lo que corresponde, pues su juicio es para siempre, es eterno,
y permanece como consecuencia de nuestras elecciones.
Heb 10:31 ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios
vivo!
Si los que no conocían la verdad
temían a sus dioses falsos, cuanto más el hombre debe respetar y honrar al Dios
vivo, que fue, que es, y que será por siempre eterno.
Heb 10:32 Recuerden aquellos días pasados cuando
ustedes, después de haber sido
iluminados, sostuvieron una dura lucha y
soportaron mucho sufrimiento.
Para exponer su argumento ahora, el
escritor de la carta a los hebreos, les piden que hagan memoria de aquellos
días en los que luego de haber sido iluminados por la verdad, lucharon y
soportaron con valentía el sufrimiento que se levantó sobre ellos.
Heb 10:33 Unas veces se vieron expuestos públicamente
al insulto y a la persecución; otras
veces se solidarizaron con los que eran tratados de igual manera.
Este sufrimiento provino del
escarnio público, de los insultos, y sobre todo por la persecución incansable
de la que eran objeto. En otras ocasiones se les permitió apoyar a quienes
vivían los mismos tratos, en las cárceles, y en las calles.
Heb 10:34 También se compadecieron de los
encarcelados, y cuando a ustedes les
confiscaron sus bienes, lo aceptaron con
alegría, conscientes de que tenían un
patrimonio mejor y más permanente.
La iglesia en la antigüedad había
aprendido a dejarlo todo en manos del Señor, aun sus bienes de los cuales
muchos nos apegamos hoy en día, pues de todo ello debemos hacer memoria para
que podamos ser conscientes de que nuestro patrimonio y heredad no pertenecen a
lo terrenal, son eternos, no pueden ser consumidos por el sufrimiento, ni por
la mentira, sino que más bien cada situación que vivimos nos conduce al
despertar de nuestras conciencias a lo eterno. Nada parecía hacer menguar la fe
y la confianza que habían surgido en medio del amor de Dios.
Heb 10:35 Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Así que nos exhorta a que no perdamos
la fe, esa confianza que nos asegura que a su tiempo tendremos la recompensa
esperada.
Heb 10:36 Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de
Dios, reciban lo que él ha prometido.
La perseverancia es clave para
permanecer en la promesa, la perseverancia proviene de un espíritu entregado y
confiado que se humilla a sí mismo para dejarse perfeccionar por su Padre.
Heb 10:37 Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de
venir vendrá, y no tardará.
El tiempo no es el límite para que
ocurra lo que ha de ocurrir, pues el que ha de venir, vendrá y no tardara en el
cumplimiento de su promesa.
Heb 10:38 Pero mi justo* vivirá
por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado."*
Pero quienes son justificados por
la fe del hijo, aprenderán a vivir conforme a esa confianza, y si fue llamado
por Dios, pero lo rechaza entonces no será aprobado por Dios.
Heb 10:39 Pero nosotros no somos de los que se vuelven
atrás y acaban por perderse, sino de los
que tienen fe y preservan su vida.
Con esta exhortación final termina
este capítulo, llamando a nuestras conciencias para que nos mantengamos
alertas, no permitiendo que aunque hayamos sido llamados, terminemos
perdiéndonos al rechazar su gracia y amor. Más bien somos de aquellos que
confían y preservan la vida espiritual de la que ahora son participes.
Gracias porque el V. 39 es un LLAMADO a no despreciar la Gracia y Misericordia de Dios. Y como? confiando en Dios y perseverando en la vida espiritual como dice El Salmo 110 (109) que es una promesa, una profecía: Dice el Señor a mi Señor SIÉNTATE A MI DERECHA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS COMO ESCABEL DE TUS PIES; DEBAJO DE TUS PIES,DEBAJO DE TUS PIES. El cetro de tu poder extiende el Señor desde Sión: ¡domina en medio de tus enemigos! Desde el seno de la aurora como rocío yo te he engendrado; desde antes de la aurora como rocío yo te he engendrado. El Señor ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.» Porque el Señor está a tu derecha, destruirá tus enemigos, tú juzgarás a los pueblos, sentenciarás a las naciones. En el camino bebe del torrente, y levanta la cabeza.
ResponderBorrarComo dijo San Juan Pablo II: En el ámbito de estas promesas se inserta este salmo, el cual profetiza con palabras tan seguras y explícitas a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que no podemos poner en duda que en este salmo se anuncia al Cristo» (Esposizioni sui Salmi, III, Roma 1976, pp. 951 y 953).
ResponderBorrarDirijamos ahora nuestra invocación al Padre de Jesucristo, único rey y Sacerdote perfecto y eterno, para que haga de nosotros un pueblo de sacerdotes y profetas de paz y amor, un pueblo que cante a Cristo, rey y sacerdote, el cual se inmoló para reconciliar en sí mismo, en un solo cuerpo, a toda la humanidad, creando al hombre nuevo (cf. Ef 2,15-16).