ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
Heb 9:1 Ahora bien,
el primer pacto tenía sus normas para el culto, y un santuario terrenal.
Ahora el
autor se adentra en la revelación del templo y el tabernáculo que aunque eran
terrenales, fueron hechos bajo la sombra del tabernáculo celestial. El primer
pacto fue designado por Dios para con el pueblo Hebreo, este tenía unas normas
sin las cuales nadie podía participar de la ministración, el santuario terrenal
se dispuso para que el pueblo pudiera ser perdonado de sus pecados y habitar
cerca de la presencia de Dios, pero este nunca pudo conducirlos a vivir en su
presencia de continuo.
Heb 9:2
En efecto, se habilitó un
tabernáculo de tal modo que en su primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes consagrados.
Dios preparo y dispuso un lugar que
se encontraba dividido en secciones, la primera que menciona es el lugar Santo
o apartado, en donde se encontraban el candelabro, la mesa y los panes
consagrados, todos ellos llenos de una rica tipología de la vida espiritual de
aquel que es apartado por Dios para vivir por la fe, el candelabro representa
al Espíritu Santo quien llega a la vida del creyente para iluminar su vida con
su presencia, con la conciencia de pecado, con el fuego que carcome nuestro
interior por el amor que ahora percibimos para con Dios. El siguiente objeto es
la mesa en done se encontraban los panes, la mesa representa la disposición
para servir por parte de aquel que recibe al Espíritu Santo. Ahora al
adentrarnos en la vida espiritual el pan consagrado está dispuesto para que el
creyente tenga un alimento siempre dispuesto para alimentar su alma y crecer en
virtud y amor. El tabernáculo también representa el ser del hombre, con un
atrio que representa al cuerpo, un lugar santo en donde se encuentra el alma
del hombre y un lugar santísimo que representa el espíritu del hombre. Cada
objeto en el lugar santo también tiene una tipología en el alma del hombre, el
candelabro representa la luz con la que nuestra alma ahora puede ver y
discernir lo verdadero de lo falso, la mesa tipifica el papel que debería tener
el alma al servicio de nuestro espíritu, y el pan tipifica un alma que bajo el
dominio propio del espíritu del hombre permanece en comunión con el hijo.
Heb 9:3
Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo,
Heb 9:4
el cual tenía el altar de oro para el incienso y el arca del pacto, toda recubierta de oro. Dentro del arca había una urna de oro que contenía
el maná, la vara de Aarón que había
retoñado, y las tablas del pacto.
Nos adentramos a través de la
cortina que divide estos espacios y encontramos el lugar santísimo tipología
del espíritu del hombre, en donde también encontramos algunos objetos que
tipifican las funciones del espíritu. Primero se encuentra el altar de oro para
el incienso, que representa a la oración que como incienso sube ante el Padre
para ser escuchada y respondida, ella también prepara el ambiente y al hombre
para que la voluntad divina sea hecha. Luego aparece el arca del pacto, en
donde el nuevo pacto ahora se renueva para que lo que está en ella ahora haga
parte del hombre, está recubierta en oro porque lo que se muestra es la gloria
de Dios, pero adentro está hecha en madera para que recordemos la naturaleza
carnal y terrenal que nos soporta, al ser partícipes del arca en donde la
presencia descendía entonces encontramos un alimento superior al pan, el mana,
este alimento que sostuvo al pueblo de Dios mientras caminaba en el desierto,
ahora está dispuesto pero para sostener y alimentar nuestros espíritus,
encontramos la vara de Aarón que había retoñado, para mostrar el poder de Dios
capaz de devolver vida a lo que estaba muerto, tipifica la autoridad delegada
de Dios sobre nosotros como sacerdotes suyos, y por ultimo encontramos las
tablas del pacto sobre el cual fueron escritas los mandamientos, que tipifican
una ley que ya no se encuentra escrita sobre tablas, sino sobre nuestros
corazones y que sellan el nuevo pacto. Ahora sobre el arca del pacto se posaban
2 querubines que soportaban la gloria de Dios sobre el arca, que Jesús ha hecho
disponible para que nuestros espíritus como altares puedan soportar la
presencia de Dios y se nos permita habitar de continuo en ella.
Heb 9:5
Encima del arca estaban los querubines de la gloria, que cubrían con su sombra el lugar de la
expiación.* Pero ahora no se puede hablar de eso en detalle.
Hablar en detalle de cada cosa que
mencionan las escrituras podría llevarnos mucho tiempo, pero también es
importante hacer hincapié sobre la simbología y tipología que el tabernáculo
tiene en la vida del creyente.
Heb 9:6
Así dispuestas todas estas cosas,
los sacerdotes entran continuamente en la primera parte del tabernáculo
para celebrar el culto.
Todos los sacerdotes tenían entrada
libre hasta el lugar santo, allí se movían de continuo para celebrar la
ministración, de igual manera el alma del hombre tiene una entrada libre y
percibe muchas cosas como los pensamientos, a los cuales el hombre debe prestar
mucho cuidado para no caer en el engaño.
Heb 9:7
Pero en la segunda parte entra únicamente el sumo sacerdote, y sólo una vez al año, provisto siempre de sangre que ofrece por sí
mismo y por los pecados de ignorancia cometidos por el pueblo.
En el lugar santísimo solo puede
entrar el sumo sacerdote, o el sacerdote superior, que es tipología de Cristo,
quien penetra hasta lo más profundo de nuestro ser porque su sangre abrió el
camino al ofrecerse a sí mismo como sacrificio por los pecados y equivocaciones
de los hombres, para llevarnos a vivir una verdadera vida espiritual. Como un
cofre que se abre, nuestro espíritu necesita ser abierto y expuesto por medio
de la verdad, que sirve como llave para abrirnos a Dios.
Heb 9:8
Con esto el Espíritu Santo da a entender que, mientras siga en pie el primer
tabernáculo, aún no se habrá revelado el
camino que conduce al Lugar Santísimo.
La tipología del primer tabernáculo
nos dio a entender que mientras este existía, el camino real que conduce al
lugar santísimo, al espíritu del hombre y a Dios, se encontraba escondido, pero
ahora la luz y el entendimiento se han revelado para llevarnos a su presencia.
Heb 9:9
Esto nos ilustra hoy día que las ofrendas y los sacrificios que allí se
ofrecen no tienen poder alguno para perfeccionar la conciencia de los que
celebran ese culto.
La conciencia no puede ser
perfeccionada por medio de los actos de fe, esta solo puede ser perfeccionada
al introducirnos en la presencia del creador, en donde podemos discernir con
claridad la verdad.
Heb 9:10
No se trata más que de reglas externas relacionadas con alimentos, bebidas y diversas ceremonias de
purificación, válidas sólo hasta el tiempo
señalado para reformarlo todo.
Esto no quiere decir que lo que se
hizo en ese tiempo careciera de sentido, si lo tenía, pero ahora en Cristo, el
tiempo se cumplido para que la ceremonia dejase de ser algo externo a ser algo
que se vive y experimenta en el interior.
Heb 9:11
Cristo, por el contrario, al presentarse como sumo sacerdote de los
bienes definitivos* en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas (es decir,
que no es de esta creación),
Ahora desde lo eterno Cristo se
presenta como sumo sacerdote sobre lo que habría de venir, el tabernáculo que
sirvió de modelo para el que se construyó en la tierra en tiempo de Moisés.
Heb 9:12
entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y
becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno.
El sacerdote terrenal entraba 1 vez
al año para presentarse ante Dios en el lugar santísimo, untado de la sangre
del cordero inmolado, en Cristo se ha consumado el sacrificio y la sangre
necesaria para pagar el rescate eterno por la humanidad, pues Cristo cumplió
con toda la ley llevando en sí mismo el pecado, ofreciéndose como sacrificio y
entregando su sangre como el pago justo por la libertad del hombre, que solo
Dios podía comprar.
Heb 9:13
La sangre de machos cabríos y de toros,
y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas impuras, las santifican de modo que quedan limpias por
fuera.
Todo lo que se hacía en el antiguo
tabernáculo tenía un propósito y un sentido claro, que el escritor describe, la
sangre y las cenizas que eran rociadas sobre el sumo sacerdote y sobre el
pueblo, hacían que la impureza del corazón desapareciera por un tiempo
apartándolas para el propósito divino.
Heb 9:14
Si esto es así, ¡cuánto más la
sangre de Cristo, quien por medio del
Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios,
purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la
muerte, a fin de que sirvamos al Dios
viviente!
El escritor ahora los compara con la
sangre de Cristo, si la sangre de machos cabríos y becerros servía para
purificar así fuera momentáneamente al hombre y su pecado, cuanto más la sangre
de Cristo, quien por medio del Espíritu se ofreció purificado, para purificar y
perfeccionar nuestras conciencias de aquello que nos conduce a la muerte de
nuestro espíritu, para que al vivificar nuestros espíritus podamos servir al
propósito divino.
Heb 9:15
Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia
eterna prometida, ahora que él ha muerto
para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto.
Al intervenir en nuestro destino, al
purificarnos y entregar su vida, Cristo se hizo mediador, intermediario, o
intercesor de los que son llamados por Dios para recibir la herencia de lo
eterno. El pacto antiguo fue sellado por la muerte de Cristo, para que pudiera
operar el nuevo pacto, liberándonos del castigo justo que al que nos sometíamos
por el primer pacto, levítico está cargado de la justicia que acompañaba
cualquier acto de indecencia, inmoralidad o pecado, pero ahora bajo el nuevo
pacto la gracia opera sobre nuestra naturaleza para conducirnos a Dios.
Heb 9:16
En el caso de un testamento,* es necesario constatar la muerte del
testador,
El nuevo pacto solo podía estar
vigente cuando el testador, aquel a quien se le había dado la promesa, muriera,
y ahora por su muerte, se ha hecho efectivo.
Heb 9:17
pues un testamento sólo adquiere validez cuando el testador muere, y no entra en vigor mientras vive.
Como un buen detective que va pista
por pista, el escritor con gran denuedo y sabiduría nos conduce a Cristo de una
forma tan profunda, que es difícil de comprender con una sola lectura, se debe
meditar con frecuencia para reconocer la verdad que estos versículos disponen
con gran entendimiento. El testador ahora muerto puede hacer disponible la
bendición que su testamento entregaba a la humanidad y que se encuentra
disponible, encontramos aquí el por qué Cristo debía morir en la cruz y cumplir
con lo que la ley exigía, sin ello, aun el antiguo pacto aun estaría vigente y
nos impediría conocer a Dios, tal cual podemos conocerle hoy en día.
Heb 9:18
De ahí que ni siquiera el primer pacto se haya establecido sin sangre.
Todos los pactos cumplían el
requisito de participar de la sangre, para ser establecidos, para que tuvieran
vigencia, por ello el nuevo pacto exigía la sangre completa de un inocente,
pero ya no servía el sacrificio de la naturaleza para que se cumpliera, ahora
debía existir un sacrificio que involucrara al hombre y su naturaleza terrenal,
un nuevo Adán que pudiera dar un nuevo rumbo a
la humanidad sumergida en la mentira. La sangre es el fluido del que se
compone la vida del hombre, sin ella es imposible la vida, si ella falta en
alguna parte u órgano, este muere o falla, por lo tanto es nuestra sangre el
componente del que se compone la vida terrenal del hombre, un componente que es
en su gran mayoría agua, agua de vida que fluye por el cauce sanguíneo del
hombre. Encontramos en Lev 17:11 lo
siguiente “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre
el altar por vuestras almas; y la misma
sangre hará expiación de la persona”.
Heb 9:19
Después de promulgar todos los mandamientos de la ley a todo el
pueblo, Moisés tomó la sangre de los
becerros junto con agua, lana escarlata
y ramas de hisopo, y roció el libro de
la ley y a todo el pueblo,
Heb 9:20
diciendo: "Ésta es la sangre
del pacto que Dios ha mandado que ustedes cumplan."*
Heb 9:21
De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todos los
objetos que se usaban en el culto.
En Éxodo 24:8 encontramos lo que
Moisés hizo con la sangre de los becerros, tal cual como lo menciona el
escritor quien luego de recibir y promulgar los mandamientos de la ley de Dios,
tomo la sangre junto con agua y roció el libro de la ley, sellando el pacto con
Dios por medio de la sangre, roció de igual manera el tabernáculo y los objetos
que allí se usaban para consagrarlos, purificarlos y establecer el pacto sobre
ellos.
Heb 9:22
De hecho, la ley exige que casi
todo sea purificado con sangre, pues sin
derramamiento de sangre no hay perdón.
La purificación o perfeccionamiento
de la conciencia del hombre en tiempos de Moisés era llevada a cabo por el
sacrificio de un animal, quien en representación de la naturaleza carnal tomaba
el lugar del hombre y era ofrecido en sacrificio por sus pecados, pues como
menciona la escritura “sin derramamiento de sangre no hay perdón”. Qué difícil
es este mensaje para aquel que no está instruido en la verdad.
Heb 9:23
Así que era necesario que las copias de las realidades celestiales
fueran purificadas con esos sacrificios,
pero que las realidades mismas lo fueran con sacrificios superiores a
aquéllos.
Con este versículo lo remata todo, todo
aquello, los sacrificios de animales, el tabernáculo, los objetos de este, fueron
simples modelos, figuras o tipos de lo eterno que fueron purificadas por medio
de estos sacrificios, pero para que la purificación o perfeccionamiento de la
conciencia del hombre ocurriera era necesario un sacrificio superior, un
sacrificio que implicara su misma esencia y naturaleza, para que siendo
superior pudiera abarcar a toda la humanidad.
Heb 9:24
En efecto, Cristo no entró en un
santuario hecho por manos humanas,
simple copia del verdadero santuario,
sino en el cielo mismo, para
presentarse ahora ante Dios en favor nuestro.
Ahora se nos describe lo eterno, el
espacio – tiempo al cual Cristo entro, ya no con un diseño terrenal, ahora el
sumo sacerdote se ha adentrado en el lugar santísimo para presentarse como
sacrificio que expía nuestras culpas y nos permite acercarnos al Padre.
Heb 9:25
Ni entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar
Santísimo cada año con sangre ajena.
Cristo no entra al lugar santísimo
una vez al año, ni vez tras vez, lo hizo una sola vez, para que por su
sacrificio superior, este permaneciera y se estableciera en lo eterno.
Heb 9:26
Si así fuera, Cristo habría
tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario,
ahora, al final de los
tiempos, se ha presentado una sola vez y
para siempre a fin de acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo.
En Cristo ha ocurrido la
consumación de lo eterno, no el final de los tiempos como traduce esta versión,
Cristo ha reunido en sí mismo todos los requisitos que la ley exigía,
sacrificándose a sí mismo, para presentarse una sola vez y acabar de raíz con
el pecado que agobia al hombre.
Heb 9:27
Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola
vez, y después venga el juicio,
Desde la entrada del pecado por
medio del hombre, la humanidad descubrió la muerte terrenal y espiritual, al
apartarse de Dios, y con el término de la vida terrenal viene el juicio eterno,
para que la justicia sea sobre nuestras vidas por medio de aquel que nos
justifica y perfecciona para llegar al Padre.
Heb 9:28
también Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los
pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, ya no para cargar con
pecado alguno, sino para traer salvación
a quienes lo esperan.
Cristo ha cumplido con el orden
terrenal establecido por el Padre, al igual que con la ley, dando cumplimiento
a la sentencia o justicia que había sido establecida por el primer pacto, y con
ello darnos entrada o cabida a un segundo pacto, perfeccionado en el amor de
Dios. También se nos hace referencia a la segunda aparición o presentación pero
ya no como redentor, sino como libertador, pues su primera aparición fue para
cargar con el pecado y la segunda será para traer libertad y salvación a
aquellos que le esperan aguardan.