LA MEDIDA EN QUE TE RINDES ES
LA MEDIDA EN QUE PUEDES MOSTRARLE
1Pe 5:6 Humillaos,
pues, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él os exalte cuando fuere
tiempo;
INTRODUCCION
Miles de
creyentes hoy batallan más en sus vidas con la depresión, con su ego, con las
dificultades, y problemas, con su sexualidad, con vicios, con el afán, con la
falta de perdón, con el adulterio, con la ira, con la pornografía, la pereza y
con muchas cosas más, no porque sea el designio de Dios, sino porque son incapaces
de rendir sus vidas ante Dios, en esas áreas, para encontrar libertad y
victoria.
Que áreas hay en
tu vida que aun te encuentras con batallas constantes para conquistar, anhelas
una vida de bendición, en Su presencia, orar más, ayunar más, dar más, pero no
puedes, entonces es tiempo de que reconozcas que necesitas rendir esa área ante
Dios o quieres seguir viviendo como lo has hecho?.
DESARROLLO
Rendirse ante
Dios, no es solo decirle me rindo, porque puedes decirlo fácilmente, pero
requiere que este acto nazca del interior, que se produzca en la misma
presencia de Dios, que Él sea quien te guie a hacerlo, porque no lograras nada
con solo decirlo, sino proviene de tu comunión con el Señor, es allí donde las
batallas, donde los problemas, donde las áreas que nos faltan por rendir tienen
que ser rendidas, y la rendición viene con la humillación de nuestro ego, bajo
la poderosa y soberana mano de Dios, porque es allí en donde nuestro ser
encuentra descanso, donde podemos saber con exactitud lo que hemos de hacer o
decir, es allí donde podemos vernos tal cual somos, sin máscaras, sin cosas que
esconder.
Rendirse no es
fácil, porque es luchar contra tu más fiero adversario, tú mismo, luchas contra
lo que has creído, contra tus prejuicios, contra tus argumentos, con los cuales
has vivido durante años, y con los cuales te has sabido defender y mantener
firme, por eso rendirse no es fácil, es salir de tu conformidad, de lo que te
hace ser quien has sido, mas Dios hoy te confronta para que le puedas
manifestar a Él, para que puedas ser libre, para que puedas ser bendecido para
bendecir.
La medida de
rendición en cada área de nuestras vidas, manifiesta el peso de gloria que
nuestro ser soporta por la gracia divina, cuanto mayor es la rendición de tu
ser en un área, mayor es tu comprensión de la verdad allí, cuando mayor es tu
entendimiento de la verdad, mayor es la rendición de tu conocimiento, de tu
mente a Dios, cuanto mayor es la rendición de tu voluntad a El, mayor es tu
santidad, cuanto mayor es la rendición de tu ego, mayor es la libertad que
experimentas en Dios, cuanto mayor es tu rendición a Dios en lo que haces,
mayor es el alcance y bendición para aquellos a quienes llegas.
CONCLUSION
Qué esperas para
humillarte a ti mismo?, de seguro no quieres seguir batallando con aquellas
cosas que han hecho miserable tu vida,
pero ahora que lo sabes, vas a seguir permitiéndolo?, seguirás segado por tu
orgullo, humíllate para que en su debido tiempo Dios te exalte, no será cuando tú
quieras, será cuando Él lo permita y sepa que todo en ti ha sido rendido
voluntaria e incondicionalmente, sin pedir nada a cambio, porque hacerlo para
lograr algo, sigue siendo ego, y no puedes permitir que ello te desvíe del
propósito divino para tu vida, familia, y tu ciudad.
No es fácil
hacerlo, y si lo vas a hacer que no solo
sea de palabra pide a Dios la fortaleza para rendir aquello que más te cuesta,
aquello que más te ha hecho sufrir, es tiempo de cambiar, de levantarte y
continuar, para que puedas decir como Pablo en Gal 2:20 “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en
mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”. Estas son
las palabras de un hombre que aprendió que el éxito del creyente no depende de
su propia fuerza, sino de cuanto se ha rendido a Dios en cada área de su vida,
para manifestarle a Él.
Oremos, Señor, clamamos a ti con nuestro corazón quebrantado,
quebrantado por la verdad, al reconocernos pecadores, y necesitados de tu
gracia y perdón, permite que podamos rendir nuestro ser a ti, en cada área de
nuestras vidas, nuestra mente, nuestras emociones, nuestro ego, nuestra
voluntad, para mostrar al mundo más de ti, que podamos ser instrumentos útiles
al servicio del reino y que crucificando nuestro ser cada día, podamos dar
gloria a ti, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amen.
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