Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se
lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día
vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias
horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir del capullo.
El hombre vio
que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño
orificio en el capullo, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado
de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se
había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa
y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo
más grande y así fue que por fin la mariposa pudo salir. Sin embargo, al salir
la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.
El hombre
continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían
y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al
reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la
mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y
sus alas dobladas... Nunca pudo llegar a volar. Lo que el hombre en su bondad y
apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha
requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en
que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas,
para que estuviesen grandes y fuentes y luego pudiese volar. Libertad y el
volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la
lucha, también le fue privada su salud.
Filipenses
3:14 sigo avanzando hacia la meta para
ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo
Jesús.
Muchos
esperan que sea Dios quien solucione sus problemas, esperando que las cosas
vuelvan a ser como antes, pero no se dan cuenta que Dios solo hace cosas
nuevas, no puede volver atrás, El quiere que enfrentes, tus temores, tu dolor,
tu ego, tu afán y formar en ti paciencia, perseverancia, tolerancia, para que
al final del sufrimiento puedas emprender el viaje de vuelta a casa, en la
presencia de Dios, el sufrimiento nos brinda esta posibilidad, pero esta solo está
disponible para aquellos que comprenden el propósito del mismo, sin entendimiento
solo nos sumergimos en la autocompasión, en la venganza y el odio, pero en el
amor de Dios podemos encontrar refugio y consuelo para nuestras almas
afligidas, para continuar hacia la meta que Dios ha puesto en nuestros
corazones, cumpliendo así el llamado que recibimos en Cristo para Salvación. Sé
que a veces nos sumergimos en el no puedo y buscamos salidas fáciles, como
abandonar, dejar todo botado, pero esas brechas que son estrechas permiten que nuestras
alas se fortalezcan para continuar hacia Dios en gracia y bendición.
Algunas veces
las luchas y batallas son lo que necesitamos en la vida. Si Dios nos permitiese progresar
por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos
crecer y ser tan fuertes como podíamos haberlo sido. ¡Cuánta verdad hay en
esto! Cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para salir de
dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser
libres. Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar
y que a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el
oro es refinado con el fuego.
Nunca
permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no
debemos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos
tener, no consintamos la queja, el descontento en medio de la dificultad, mas bien permanezcamos en la esperanza, sabiendo que Dios todo lo ha dispuesto para nuestro bien. No pensemos ni nos enfoquemos en lo que no tenemos, disfrutemos cada instante de cada día por lo que tenemos y nos ha sido dado.
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