LO QUE TE IMPIDE CRECER, EL AMOR A TI MISMO
Fil 2:3 No hagan nada por egoísmo o vanidad; más
bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
INTRODUCCIÓN
Te amas a ti más que a cualquier cosa, y eso te
impide crecer, te amas por sobre Dios, por sobre tu prójimo, lo cual te impide
amarles y servirles. y el amor verdadero no es así. Necesitamos confrontarnos a nosotros mismos reflexionando
sobre cuando amamos a Dios.
Nos amamos de forma desmedida, este amor no es
amor, es apego. Vivimos apegados a lo que creemos es lo que somos, pero el
hombre espiritual debe descubrir que no se es lo que se piensa, sino lo que se
es interiormente.
La psicología ha abordado este tema, al tratar de
ayudar a quienes se perciben de forma anormal, tratando de recuperar el amor en
uno mismo cuando se cree perdido. Pero en realidad nadie se ama a sí mismo, si
se amasen no buscarían hacerse daño, no tomarían decisiones que les subyugan al
dolor y a su propia destrucción, si se amasen tratarían a los demás como
quieren ser tratados. Pero no, como no hay amor propio sino apego, algunos se
sumergen en la depresión apegados al sufrimiento y al dolor, que al final para
algunos se vuelve placentero. Otros solo buscan darse placer en todo y con ello
creen que se aman pero no, de nuevo se vuelve a hacer evidente el poco amor
verdadero, y la sustitución de este por el deseo y el placer que tarde o
temprano le consumen.
Muchos no se vuelven a Dios por el deleite del que
disfrutan en su pecado, este les impide ver lo equivocados que están y como son
esclavos de sus propios deseos que les consumen. Y otros no crecen porque les
cuesta abandonar muchos de sus deseos carnales que les impiden crecer.
DESARROLLO
Nuestra naturaleza carnal impide que realmente
conozcamos el amor, nos mantiene distraídos en el placer de la carne, apartados
de todo consuelo divino. Apegados a todo lo terrenal creemos amarnos a nosotros
mismos, pero es un engaño de la mente, nos mantiene cautivos creyendo que
mientras suplamos lo que deseamos estaremos bien, y así se nos mantiene
cautivos y ciegos.
El amor hacia nosotros mismos disfraza un apego
desmedido, que nos convierte en victimas de nuestras propias elecciones. Todos
queremos ser respetados y queridos por todos, pero este anhelo encierra una
mayor estima por nosotros mismos, que nos limita para amar al prójimo.
Solo el amor verdadero puede ver con humildad su
propio ser y reconocer como superior a alguien diferente de sí mismo, veamos lo
que dicen las escrituras sobre la verdadera intensión del corazón del hombre:
Luc 16:15 Él les dijo: "Ustedes se hacen los
buenos ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que
aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.
Si queremos crecer y madurar debemos reconocer con
humildad nuestro pecado, nuestra necesidad de adulación, nuestra debilidad
hacia los deleites y el orgullo que nos consume, solo así podremos quebrantar
al hombre exterior y dejar de vivir una vida en la autosatisfacción para
verdaderamente consagrarnos a Dios.
CONCLUSION
Lo que nos impide crecer es este apego vergonzoso a
nuestra naturaleza carnal con la que deberíamos estar batallando más a menudo
para ver fruto en nuestra vida espiritual.
Un hombre que se ama demasiado a sí mismo, no puede
amar a Dios más que a todo. Su necesidad de autocompadecerse de sí mismo le
impedirá buscar a Dios, reconocerle y ver a su prójimo como mayor.
La humildad es el camino del creyente. El verdadero
creyente no teme ser humillado pues se reconoce como peregrino, nuestra
humillación es la exaltación de Dios.
Volvámonos al verdadero amor, al que se entrega,
ese que espera y que no deja de ser siempre, desestimemos nuestro propio
parecer y el de los demás para reconocer en que estamos fallando, que nos
impide crecer, volvernos a Dios y amarle por sobre todo.
Oremos, Señor reconocemos que tenemos un apego al
que llamamos amor que es desmedido, no lo vemos, pero lo notamos, ayúdanos para
que podamos abandonar todo ego, autoexaltación, autosatisfacción y
autojustificación para empezar a confiar en ti y volvernos con todo nuestro
corazón, amen.
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