NUNCA DEJEN DE SER DILIGENTES
Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan
al Señor con el fervor que da el Espíritu.
Romanos 12:11 NVI
INTRODUCCIÓN
Ser diligente es según el diccionario es el esmero y el cuidado en ejecutar algo. Una prontitud de hacer algo
con gran agilidad tanto interior como exterior.
La diligencia es
la virtud cardinal con la que se combate la pereza. La diligencia procede
del latín "Diligere" que significa Amar, forma parte de la virtud de la caridad ya que está motivada por
el amor.
No podemos servir a Dios y ser
perezosos, o ser poco diligentes en el cuidado interior y exterior de
nuestro ser.
Si decimos servir a
Dios debemos hacerlo con el mayor amor y servicio.
No pueden existir creyentes que no
hagan nada, puede que no tengas algo que hacer dentro de la congregación, pero
afuera hay miles de cosas por hacer en nombre de Cristo, que esperan por
valientes para ser hechas.
DESARROLLO
¿Pero cómo ser diligentes? se es diligente cuando primero te preocupas
por tu crecimiento y madurez espiritual, luego ocúpate de aquello que es tu don
o talento dando siempre el primer lugar a Dios. Esmérate en tratar contigo
mismo, con tu naturaleza carnal y tu concupiscencia, luego ocúpate de aquello
que Dios te ha pedido. Y cuando lo hagas hazlo lo mejor posible, si vas a predicar,
prepárate lo mejor posible para hacerlo, si vas a servir sirve como si lo
hicieras para Cristo, si vas a dar algo, que sea siempre lo mejor.
No se puede decir que se ama, si
no se da lo mejor. No podemos seguir engañándonos a nosotros mismos haciendo
cosas mediocres para Dios. Él no nos exige excelencia, pero en nosotros debe
surgir el deseo de hacerlo.
Es diligente quien se ocupa de orar, de ayunar, de
dar y servir, es diligente el que obra en favor del necesitado, el que se
preocupa por su iglesia, el que ora por los perdidos, el que da al pobre, el
que consuela al afligido, el que escucha al menesteroso. Somos diligentes
cuando vamos a la iglesia, cuando servimos en ella, cuando amamos a nuestros
enemigos, cuando perdonamos la ofensa, en fin, cuando ponemos por obra aquello
que conocemos de las escrituras.
CONCLUSION
Este es un llamado a la acción, basta de permanecer
inmóvil, e tiempo de movernos en pos de lo que Dios quiere, él ya lo ha
establecido en su palabra, no preguntes: -entonces, ¿qué haré? - sino que
aquello que sabes que tiene que ser hecho, hazlo con lo mejor que tengas.
Se diligente en tu trabajo, con tu esposa(o), con
tus hijos, con tu familia, con tu sociedad, con los que te necesitan. Son miles
los que necesitan ayuda, que esperan por alguien que pueda ayudarlos.
Combatamos la pereza con la acción, la impotencia
con el poder de Dios que nos capacita, y a la mentira con la verdad.
Sin diligencia tarde o temprano el pecado nos
ganará espacio, la maldad aumentará, y nuestro corazón se endurecerá, por eso,
no podemos permanecer inmóviles.
Oremos, Señor queremos ser diligentes en todo lo
que emprendamos, primero en nuestro crecimiento espiritual para luego ir al
exterior y dar lo mejor de ti en nosotros, amen.
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