ENSÉÑANOS
A ORAR
Lucas
11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de
sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos
a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
INTRODUCCION
Hoy muchos buscan ser enseñados
en las nuevas modas cristianas, como hablar en lenguas, como recibir la unción,
como ser feliz, como ser bendecido, pero pocos, muy pocos se preocupan por
preguntarle al Señor, enséñanos a orar.
Hoy nos ocupan más las actividades
de la iglesia, las reuniones con los hermanos, las salidas, y cada una de las
actividades que se dan dentro de la congregación, pero ¿cuál es la reunión más
olvidada?, la de oración.
Prestamos tan poco cuidado a la
oración y sin embargo queremos todo lo que Dios tiene para darnos, queremos los
beneficios de un Dios que no conocemos.
DESARROLLO
Los discípulos de Jesús no se
preocuparon por preguntarle a Jesús, Señor enséñanos a predicar, Señor enséñanos
como servir, Señor enséñanos como ungir, ellos le preguntaron: “Enséñanos a
orar”, ¿por qué?, porque la oración es el motor del cristiano que le mueve a
obrar conforme a la voluntad divina. Si un cristiano no ora, no cuenta con la
gracia suficiente para enfrentar la tentación, no puede buscar a Dios y se
distraerá con mucha frecuencia.
Un cristiano que no ora es un
cristiano que no tiene la vida de Dios en él. Estos discípulos piden a Sus que
les enseñe a orar, ellos seguramente conocían como oraban sus líderes judíos,
los habían visto en el templo, pero aun así, ellos querían comprender el
misterio que se haya en la oración.
No sabemos orar, vamos a la
oración con motivaciones incorrectas, para saciar nuestros propios deseos,
oramos para complacernos a nosotros mismos, como si quisiéramos aparentar algo que
no somos. No sabemos orar, debemos reconocerlo.
Cuando oraremos como Isaías,
“Heme aquí, envíame a mi” (Isaías 6:8). Cuando diremos como Elías: “quítame la
vida”, cuando nos atreveremos a hacer oraciones atrevidas como la de Jefté, y
Jonatan al atacar a los amonitas y filisteos. Hombres capaces de entregar su
vida, su familia en el cumplimiento de su palabra para con Dios.
Hemos permitido que nuestra
oración se vuelva tibia y sin sentido porque ya no hay valentía para pedir las
naciones, porque nos hemos acobardado en una vida tibia y sosegada, ya no
pedimos más porque sabemos el precio que tendríamos que pagar y eso nos
acobarda.
Nos hemos convertido en cobardes
asalariados que sirven solo por lo que pueden recibir, aun no comprendemos que
la oración nos capacita bajo la gracia de Dios para hacer aquello que se creyó
imposible. Solo necesitas orar con más pasión, con más sinceridad, con más
honestidad, con más entrega y devoción, abandona la tibieza de tu oración y ora
con fuego en tu boca, pide a Dios lo que sientas en tu corazón y confía en que
él hará.
CONCLUSION
Jesús enseño a orar a sus
discípulos presentándoles un Padre en el que podían confiar sus necesidades,
aunque él ya las conociera de antemano, alguien en quien podrían encontrar
refugio y descanso sobre su voluntad y no la propia, Jesús nos introdujo a un
reino por el que podíamos orar para que viniera a nosotros y se hiciera real
con paz, gozo, justicia y poder en el Espíritu Santo; y además nos dio a
entender que el cuida de nuestra necesidad, nos conduce al perdón que libera
nuestras almas de toda carga; para que por ultimo pudiéramos ser librados de la
tentación y el maligno por medio de su poderosa gracia obrando en nosotros,
esta oración no es una oración común, es una oración poderosa que levanta al
caído, sostiene al que está siendo probado y sustenta al que siente
desfallecer.
Amado hermano, deja esa oración
tibia y sin sentido, vive una oración viva, vibrante en donde la presencia de
Dios se vuelva algo continuo y puedas experimentar su amor y gracia.
Abandonemos el ritualismo al orar y volvámonos oradores constantes, vivamos en
oración, consagremos nuestra vida a la oración pues es ella la que nos dará
recompensa en público.
Oremos, Señor aviva el fuego de
la oración en nuestro interior, que podamos servir al ministerio de la oración
aquí en la tierra pidiendo por los que no te conocen, fortaleciendo a los
hermanos y experimentando tu presencia para llevarla a todo lugar que pise
nuestros pies, en el nombre de Jesús amen.
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
Gracias por recordarme la importancia de la oracion
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