ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
1Jn 4:1 Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado
por el Espíritu,* sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos
profetas.
Que
poderosa advertencia. Todo aquel que sigue el peregrinaje por este cuerpo
mortal debe tener en cuenta que no puede tragar entero todo lo que se le
enseña, toda información que recibamos debemos someterla a prueba para ver si
es de Dios, si fue inspiración suya o si por el contrario no lo es. ¿Cómo se
prueba? Primero quien habla en nombre del Señor debe reconocer la llegada del
Cristo, también su mensaje no puede estar en desacuerdo con las escrituras, y
que su testimonio de vida sea prueba de la verdad.
1Jn 4:2
En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha
venido en cuerpo humano, es de Dios;
Juan nos lo confirma, ¿Cómo se
discierne que alguien tiene el Espíritu Santo? aquel que habla en nombre de
Dios debe reconocer que Jesucristo ha venido en cuerpo humano.
1Jn 4:3
todo profeta que no reconoce a Jesús,
no es de Dios sino del anticristo.
Ustedes han oído que éste viene;
en efecto, ya está en el mundo.
Quien no lo reconoce, no proviene
de Dios sino del anticristo, aunque sus palabras sean convincentes o parezcan
estar llenas de sabiduría. El espíritu del anticristo ya está en el mundo y se
hace manifiesto en aquellos que no reconocen a Cristo y están en contra de la
verdad, son muchas las congregaciones que se han desviado de la verdad, que han
dejado de lado la sana enseñanza y son muchas otras las que caen de la verdad, de modo que debemos permanecer
atentos de quienes escuchamos para que podamos discernir la verdad.
1Jn 4:4
Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos
profetas, porque el que está en ustedes
es más poderoso que el que está en el mundo.
Aquellos que pertenecen a la
familia de Dios han vencido a los falsos profetas, porque han confiado en aquel
que ha vencido al mundo y su victoria ahora es nuestra.
1Jn 4:5
Ellos son del mundo; por eso
hablan desde el punto de vista del mundo,
y el mundo los escucha.
Quienes no pertenecen a Dios,
pertenecen al mundo y hablan desde esa perspectiva y todo aquel que pertenece a
al mundo les escucha porque se sienten identificados con lo que ellos hablan,
de modo que les es fácil negar a Cristo, las escrituras y la verdad, porque en
ellos no hay rezago alguno de Dios.
1Jn 4:6
Nosotros somos de Dios, y todo el
que conoce a Dios nos escucha; pero el
que no es de Dios no nos escucha. Así
distinguimos entre el Espíritu de la verdad y el espíritu del engaño.
Ahora en Cristo pertenecemos a la
naturaleza divina, y todo el que conoce a Dios escucha lo que tenemos que
decir. Así es como diferenciamos la verdad del engaño, que escuchamos a quienes
traen el mensaje verdadero de Dios.
1Jn 4:7
Queridos hermanos, amémonos los
unos a los otros, porque el amor viene
de Dios, y todo el que ama ha nacido de
él y lo conoce.
Amar resulta de conocerle, todo
aquel que se aproxima al verdadero conocimiento de Dios, como consecuencia
amara tan intensamente que será consumido por su amor.
1Jn 4:8
El que no ama no conoce a Dios,
porque Dios es amor.
Quien conoce el amor solo como un
mero concepto, o una emoción, entonces no conoce a Dios, el amor ágape del que
hablan las escrituras es un estado en el que tu ser se funde en Dios, un estado
de unidad, de perfección en el cual te pierdes para encontrarle, en donde las
respuestas ya no son necesarias, en donde la aventura se descubre, la
experiencia lo es todo, en donde el aquí y ahora se vuelven una realidad. El
Dios es fuego consumidor, que tal si cambiamos Dios por amor, diría algo como
el amor es fuego consumidor, y eso es el amor, un fuego que se despierta en
nuestro interior que consume lo que éramos para ayudarnos a descubrirnos tal
cual somos y poder permanecer en es comunión perfecta con nuestro creador, con
el todo.
1Jn 4:9
Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo
para que vivamos por medio de él.
El amor no puede ser expresado con
palabras, no me cansare de decirlo, por eso debe ser manifiesto mediante la
acción, solo la acción puede demostrarlo, porque ella pertenece al todo, las
palabras pueden estar divididas, no completas, pero la acción requiere de
plenitud y eso es lo que Dios permitió al enviar a su unigénito, aquel que
pertenece a esa unidad para que pudiera mostrar el amor en acción. Jesús no
hablo acerca del amor, porque sus acciones están llenas de él, no necesito de
grandes discursos para disertar sobre el amor, porque sabe que este no puede
ser descubierto a través de ellas, entonces se entregó a morir para ser como
tú, para sufrir como tú, para vivir como tú para entenderte, para crear un
puente, algo que pudiera conectarte con Dios, con lo eterno.
1Jn 4:10
En esto consiste el amor: no en
que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por
el perdón de nuestros pecados.
El amor no proviene del exterior,
sino del interior, este pasaje nos habla en palabras que parecen fáciles, pero
que ocultan el origen y la consistencia del amor. El amor nace ene l interior y
luego se hace externo, si proviene del exterior entonces no es amor, es emoción
a lo sumo, puede ser dependencia, puede ser control, puede ser engaño, porque
el amor de Dios nace en él, para que luego el hombre pueda experimentarlo y ha
usado a Cristo para que podamos identificarlo, para que sirva de puerta, de
camino, de verdad al corazón que busca entregándole a alguien con quien pueda
identificarse para que pueda encontrarle.
1Jn 4:11
Queridos hermanos, ya que Dios
nos ha amado así, también nosotros
debemos amarnos los unos a los otros.
Ahora que sabemos de verdad lo que
es el amor, y lo hemos experimentado en nuestro ser, fundámonos en esa comunión
que elimina aquello que no es eterno para que podamos ir en pos de amarnos los
unos a los otros conforme el designio divino que pesa sobre nuestros corazones.
1Jn 4:12
Nadie ha visto jamás a Dios, pero
si nos amamos los unos a los otros, Dios
permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.
Dios no puede ser descubierto por
el ojo humano, porque este desestima aquello que no puede percibir, de modo que
Dios ha dispuesto que puede ser visto a través del ejercicio del amor, en cada
servicio, en cada entrega, en cada ayuda, en cada palabra, en cada persona él
puede ser hallado, pues la experiencia de su amor nos conduce a la plenitud de
su gloria y ella permanece en nosotros para que los demás puedan
experimentarla.
1Jn 4:13
¿Cómo sabemos que permanecemos en él,
y que él permanece en nosotros?
Porque nos ha dado de su Espíritu.
Parece algo poco lógico, ¿Cómo
podemos saber que nos ha dado su espíritu y con ello saber que el permanece en
nosotros? Pues cuando el amor se hace visible en nuestras acciones que son
concordantes en todo sentido con lo que pensamos y decimos entonces el amor se
manifiesta en unidad y todo aquel que lo ha experimentado puede hacerlo notorio
a su semejante.
1Jn 4:14
Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para
ser el Salvador del mundo.
El testimonio de amor de la iglesia
tal cual fue mostrado en sus inicios por los apóstoles y siervos del Señor es
suficiente para reconocer que el Padre envió a su Hijo para salvar al mundo porque
el amor, ese estado de comunión con lo eterno se perdió en el Edén y necesitaba
ser restaurado por un ser que pudiera servir de puente a la humanidad.
1Jn 4:15
Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Ir a Dios es un camino de
reconexión, de reconocer, o sea volver a conocer algo que ya conocíamos pero
que habíamos perdido. De modo que reconocer a Cristo no es otra cosa que volver
a reconocer aquello que nos es conocido, Cristo no es difícil de conocer a
menos que decidas descartarlo, que por tus propios medios elijas el engaño.
Cristo tiene algo que lo hace devolvernos a la vida, entregarnos sin excusas,
sin temor, él está allí disponible, ningún hombre que busque la iluminación
divina puede negar la obra de Cristo, el camino, la verdad y la vida que en él
se hallan.
1Jn 4:16
Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor.
El que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él.
Quien se ha descubierto en Dios
ahora puede saber con certeza que Dios le ama, que el es amor, que el amor es
su más hermosa representación, pero para conocer el amor, debes dejar de lado
toda idea preconcebida acerca del amor, no puedes ir con tus propios conceptos,
necesitas de la gracia divina para descubrirlo, y al reconocer en la
experiencia el amor de Dios, querrás fundirte en él, permanecer en el, ser uno
con él.
1Jn 4:17
Ese amor se manifiesta plenamente* entre nosotros para que en el día del
juicio comparezcamos con toda confianza,
porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor,
Cuando por la fe el amor de Dios se
hace manifiesto a nosotros en su plenitud, entonces podemos comparecer ante
Dios con confianza, sin temor, porque empezaremos a vivir como el vivió, con
una confianza plena en el Padre aunque su final no pareciese el de un mesías
glorioso, si es el mesías que la humanidad necesita, un Salvador. Encontramos
que Juan menciona que en el amor no hay temor, porque si existe algún atisbo de
este entonces no es amor. El temor necesita ser confrontado en nuestras vidas
porque mientras él se mantenga el amor de Dios no puede ser experimentado en
profundidad y unidad. El temor limita nuestra percepción del amor de Dios, lo
condiciona, lo exprime, pero cuando el temor es trascendido, el amor puede ser
manifestado en toda su plenitud. El camino que seguimos nos confrontara con la
oportunidad de encontrar nuestros temores para trascenderlos, lo hará en
nuestros matrimonios, en nuestras relaciones, en lo que emprendamos, en la
soledad, la oscuridad, ante la luz y la vida.
1Jn 4:18
sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
Cuando el amor se perfecciona en la
medida de la confrontación y la trascendencia del temor en nuestras vidas
entonces crecerá y con ello echara fuera todo lo que le es contrario, la
ignorancia, la vanidad, el odio, el rencor y la mentira. Porque quien se siente
amado no puede esperar castigo, mientras el que teme no se siente amado, no
puede confiar, el temor lo llena todo y lo trastorna todo.
1Jn 4:19
Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero.
Si el amor proviene de Dios, y él
es la fuente de ese amor, porque entonces no sentirnos amados, sin temor,
confiados y amarle entregándonos por completo a él. ¿A qué le temes?
1Jn 4:20
Si alguien afirma: "Yo amo a
Dios", pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto.
Quien afirme que ama a Dios debe
como resultado de esta ecuación amar a su prójimo, de no hacerlo solo
demostraría que es un farsante, que pretende amar a quien no conoce, y de quien
no ha experimentado su amor. El interesante que primero debamos amar aquello
que no vemos, para que podamos amar lo que es visible. Si el amor no surge en
el interior, no puede ser llevado al exterior, sencillamente porque el exterior
no es fuente de amor, en el exterior solo puedes percibir lo externo, y el amor
no es algo externo, es algo interior.
1Jn 4:21
Y él nos ha dado este mandamiento:
el que ama a Dios, ame también a
su hermano.
El amor no puede ser contenido,
solo puede ser entregado, quien ha sido amado por Dios y se ha vuelto una
experiencia de vida, entonces será coercido a amar a su prójimo, no necesita
ser una orden, el amor surgirá naturalmente de aquellos que se sienten amados.