PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
NO HAY REGALO INMERECIDO
Juan
1:16 De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia,
INTRODUCCIÓN
El mundo no da nada de gratis,
todo lo hace por un motivo. El que da para caridad quiere ser reconocido, quien
dona un terreno quiere que a ese lugar le pongan su nombre, quien hace algo
espera recibir algo a cambio, así funcionan las cosas en este mundo caído, todo
es por vanidad. Pero con Dios las cosas son diferentes, para Dios no funcionan
las cosas basadas en vanidad o por motivos egoístas, para Dios la salvación es
una cuestión de verdad y esencia, por eso nunca permitió que se permeara de la
naturaleza humana, por eso dice la escritura: “Porque
por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de
ustedes, sino que es el regalo de Dios”.
Pero
quien en un mundo caído creería que algo puede provenir de forma tan
desprevenida y de tal forma que sea dada a alguien que no se lo merece. El
hombre cree en el merecimiento, por eso siempre encontraras personas diciéndote
que te lo mereces, que es por tu esfuerzo, tu dedicación o tu gran
inteligencia, pero quien en su sano juicio consideraría dar algo a alguien que
no se lo merezca. Quien daría perdón a quien nos ofende, quien daría de comer al
necesitado, si pensamos: -es que no trabaja, es perezoso-. Quien daría honor a
un andrajoso o a un desconocido, aunque sea un profeta ungido del Señor. Cuando
medite en la gracia me encontré con un concepto que no cabía dentro de mi raciocinio
por más que me repetía lo que era, parecía más inconcebible su sentido, así que
me di a la tarea de meditarlo con mayor intensidad, porque no cabía en mí, me
repetía: “no hay regalo inmerecido”, todo tiene un precio, todo tiene un
propósito, ¿cómo que he recibido algo que no merecía?.
DESARROLLO
Quien,
sino alguien diferente a nosotros podría mostrarnos la verdad de la gracia, un
regalo inmerecido que no cabe en la mente del hombre, pero que surgió en la
mente de Dios. Solo alguien diferente a nosotros, único e inigualable podría
concebir en su ser, dar algo sin necesidad de merecimiento alguno, sin
necesidad de premiar algo, o de exaltar el ego de alguien. Los premios y
regalos en el mundo se dan para exaltar la vanidad y el ego del hombre, para diferenciarlo
del resto, para decirle que es el mejor en algo o para conseguir algo de esa
persona, nadie da nada sin un merecimiento, pero Dios dispuso de un regalo
inmerecido, solo para mostrar la incompetencia del hombre; ni el más poderoso,
ni el más veloz, ni el más rico pueden alcanzar la gracia divina que Dios da
conforme a su propio designio. Un día puedes sentirte el hombre más agraciado
del mundo y a la semana siguiente, al otro día, al otro año, puedes tener los
peores momentos de tu vida, no hay quien haya sentido que la gracia de Dios lo
ha abandonado del todo y quien no haya probado sus delicias.
La
gracia se hizo manifiesta a la humanidad en forma de un ser especial, el Hijo
para que al cumplir con su propósito terrenal pudiera hacer efectiva la gracia
para salvación de los hombres por medio de la fe. Solo entonces la gracia cobro
un valor aun mayor, en donde ya no solo dio favor ante los hombres, sino que
concedió favor ante el Todopoderoso. Esta es la gracia una verdad que se revela
al corazón del hombre que cree en Jesucristo, que aprende a reconocer su pecado
y su impotencia para alcanzar a Dios por medio de cualquier método humano.
Mi
mente siempre ha tratado de engañarme haciéndome creer que puedo alcanzar la
gracia de Dios conforme a mi comportamiento, a mi santidad, a mi oración, a
cualquier cosa que yo pudiera hacer, pero la verdad es que siempre he terminado
dándome cuenta que Dios es soberano y el da su gracia como él quiere y cuando
quiere, no como yo quiero que sea. Unas veces me ha liberado de situaciones que
pensé que no podía salir, en otras me he sentido abandonado cuando más he
suplicado, pero entonces recuerdo que su soberanía y voluntad no están para
hacer lo que yo quiero, sino para que se cumpla su voluntad, con la cual me ha
dado grandes lecciones, aunque duelas y me incomoden siempre me han ayudado a
bien.
CONCLUSIÓN
¿Puede
un hombre cuestionar la gracia?, no. La gracia es lo que Dios quiso que fuese,
una realidad tan palpable y visible para el creyente y una mentira e ilusión
para el incrédulo. Poder y favor divino para el que confía, y una valiosísima
enseñanza para el que se siente fuera de ella.
Aprendamos
a valorar la gracia que nos fue confiada en Cristo para salvación y tratemos de
vivir una vida en santidad, poniendo por obra sus mandamientos, amando a Dios
por sobre todas las cosas, y amando a nuestro prójimo, aun cuando no sea cómodo
lo que nos toque vivir.
He meditado y meditado sobre esta
verdad, y siempre encuentro algo maravilloso en ella, y aunque mi mente no pueda
confiar en un regalo inmerecido, yo no vivo por lo que veo o siento, sino que
aprendo cada día a vivir por fe y para fe.
Oremos, Señor que tu iglesia
aprenda a valorar la gracia de la cual nos has hecho participes, que no la
malinterpretemos, que reconozcamos nuestra debilidad y nuestra falta de
entereza al afrontar la vida espiritual, junto con nuestra intención de buscar
de ti no solo por tu favor, sino porque encontramos en ti reposo y vida para
nuestras agobiadas almas, amen.
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