ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
1Pe 3:1 Así mismo, esposas,
sométanse a sus esposos, de modo
que si algunos de ellos no creen en la palabra,
puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus
palabras,
Poderosa
manera de ganar a aquellos que son difíciles. Nuestro comportamiento debe ser
integro, respetuoso, amable y cordial, capaz de ganar el corazón más duro, aun
el del esposo(a) que no crea en la verdad, puede ser tocado por un corazón que
ama conforme al amor de Dios y sirve como humildad y sumisión a su pareja.
1Pe 3:2
al observar su conducta íntegra y respetuosa.
Si nuestra conducta no demuestra lo
que hablamos, si no existe coherencia, entonces será imposible llegar al
corazón del hermano, esposo(a) y aun de la sociedad en la que vivimos. Si en
nuestras palabras aún persisten el ego, la vanidad, el orgullo de seguro nos
encontraremos en los mayores conflictos que jamás hayamos conocido, pero si
actuamos conforme el consejo de Dios, con integridad y respeto llegaremos aun a
los más reacios al evangelio.
1Pe 3:3
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados
ostentosos, joyas de oro y vestidos
lujosos.
Aunque el consejo se da a las
mujeres, los hombres también podemos aprender, más cuando nuestra sociedad ha
aprendido a valorar más lo externo, esa belleza exterior, un buen cuerpo, una
buena figura, un bello rostro, una forma de vestir, de peinarse, el uso de
accesorios externos para llamar la atención. Es cierto que la belleza si es
natural llama la atención, nadie podría decir lo contrario, pero si aprendemos
a valorar lo interior cada día aprenderemos a dejar el engaño de lo exterior
para poder ver más hacia adentro. Es interesante notar que la belleza esta en
los ojos del que mira, y surge como un componente de aquello que valoramos en
demasía.
1Pe 3:4
Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y
consiste en un espíritu suave y apacible.
Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios.
Ahora Pedro nos conduce a la
verdadera belleza, la que no se corrompe por el paso del tiempo, esa que
procede del interior, pues no hay belleza más agradable y placentera que
aquella que se vislumbra de un ser cuyo espíritu habita en la paz y la
apacibilidad de Dios.
1Pe 3:5
Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en
Dios, cada una sumisa a su esposo.
Parece que el mundo prefiere
olvidar estas sabias palabras e ir tras lo superficial, tras aquello que no nos
confronta, pero la palabra es verídica y poderosa para traspasar nuestros
gustos y pareceres, para ir en pos de la humildad y la sumisión que cada vez
parece más retrograda y anticuada.
1Pe 3:6
Tal es el caso de Sara, que
obedecía a Abraham y lo llamaba su señor.
Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor.
Pocas mujeres obedecen a sus
maridos como Sara lo hacía, y no lo llamaba señor como alguien que se dirige a
su dueño, sino con un corazón de sierva que sigue a su amado, como un hijo de
Dios, que aunque es hijo también tiene corazón de siervo. Sara es madre de toda
aquella que por fe hace el bien y deja de lado todo temor para servir a quien
se ama. El temor gana terreno cuando no hay sumisión, cuando no hay entrega, de
modo que solo en la devoción completa puede ser echado fuera el temor, porque
hay confianza y seguridad en el amor. No es necesario que hoy las esposas
llamen a los esposos señores, pero si es necesario que sirvan a ellos como Sara
y como todo aquel que ama a Dios lo haría.
1Pe 3:7
De igual manera, ustedes
esposos, sean comprensivos en su vida
conyugal, tratando cada uno a su esposa
con respeto, ya que como mujer es más
delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes.
Para que exista comprensión en la
pareja, la comunicación debe ser fortalecida y la confianza establecida
conforme al diseño de Dios. Se empieza con el trato, un trato amable,
respetuoso y cariñoso, en especial para con la mujer, luego vienen las
palabras, para terminar por el comienzo, que es la oración. Una pareja que ora
el uno por el otro, se mantiene firme en medio de los embates de la tentación y
el egoísmo. Pues solo una oración que surge de un corazón que sirve y se
entrega por el otro no puede ser estorbada por el orgullo, ni el engaño. Como
la mujer ha sido diseñada con delicadeza, de igual manera espera Dios que sea
tratada por el hombre, el hombre que no actúa de tal manera no ama a Dios, pues
no comprende aun el sentido de la relación para la cual se ha comprometido a
servir.
1Pe 3:8
En fin, vivan en armonía los unos
con los otros; compartan penas y
alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.
Vivir en armonía con el prójimo o
la pareja, es algo que parece sencillo, pero no lo es, la armonía solo proviene
del interior para poder ser trasmitida al interior, si en el interior no existe
tal, entonces como consecuencia habrá discordancia. Compartir el dolor y la
alegría, dos estados tan distintos nos permiten conocernos en verdad, pues
tanto la alegría como el sufrimiento revelan lo que hay en el interior y es
allí en donde podemos poner en práctica el amor fraternal, con compasión y
humildad.
1Pe 3:9
No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien,
bendigan, porque para esto fueron
llamados, para heredar una bendición.
Pedro invoca la enseñanza del
maestro para que también sea puesta en práctica dentro de la pareja, si
devolvemos insulto por insulto, entonces no hemos crecido espiritualmente, el
insulto solo puede provenir de la inconsciencia, del engaño. Si insultamos
entonces hay cosas que deben ser sanadas y restauradas en nuestro interior,
mientras que si respondemos entonces hemos creído y caído en el engaño de aquel
que nos insulta. Si creemos lo que somos, haremos caso omiso de cualquier insulto
por considerarlo una mentira, pero si creemos al que insulta, entonces
viviremos y compartiremos su engaño. El insulto funciona como un espejo, solo
refleja lo que eres, al dejar de hacerlo o de responderlo, ya no encontraras
conflicto contigo mismo, ni con los demás. Hemos sido llamados a bendecir,
cualquiera que haga lo contrario no pertenece a la bendición.
1Pe 3:10
En efecto, "el que quiera
amar la vida y pasar días felices,
guarde su lengua del mal y sus labios de proferir engaños.
La lengua solo puede ser domada por
un espíritu apacible que habita en la presencia, es consciente de lo que habla,
pero aquel que vive en la inconsciencia solo puede proferir aquello que vive y
experimenta que es el engaño. La lengua tiene la particularidad de sembrar a
futuro, solo lo que hablamos determina aquello que vivimos.
1Pe 3:11
Apártese del mal y haga el bien;
busque la paz y sígala.
Apartémonos de la maldad, en el
pensamiento, en la palabra y en la acción, para que al buscar de Dios podamos obrar
bien para que surja la paz y podamos seguirle.
1Pe 3:12
Porque el Señor mira con buenos ojos a los justos y sus oídos están
atentos a sus oraciones, pero mira con
indignación a los que hacen el mal."
Aquel que obra con justicia por la
gracia de Dios es visto con buenos ojos por el Padre y sus oraciones son
escuchadas con atención, pero es indigno buscarle mientras se actúa con maldad.
1Pe 3:13
Y a ustedes, ¿quién les va a
hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien?
Quien hace el bien no puede ser corrompido,
ni sufrir por el mal que se le haga.
1Pe 3:14
¡Dichosos si sufren por causa de la justicia! "No teman lo que ellos temen, ni se
asusten."
De nuevo Pedro insiste en la dicha
de los que sufren por causa de su crecimiento espiritual, del fortalecimiento
de su fe y la purificación de su ser. La gente tiene 3 miedos principalmente,
teme a la muerte, a no tener el control y a la verdad. Ellos les temen porque
saben que habrá confrontación, confrontación con lo que ellos creen, con la
mentira, el engaño y con la imposibilidad de controlar o manipular a los demás.
Quien vive en la verdad no puede temer lo que el mundo teme, pues su ser ha
sido confrontado con la mentira y ahora conoce la verdad. También entiende que
la muerte es solo un trascender de la vida y que ella no tiene poder sobre el
que cree. Y además ya no buscan tener el control de todo en sus vidas, mejor se
abandonan a la voluntad del Señor con confianza y devoción.
1Pe 3:15
Más bien, honren en su corazón a
Cristo como Señor. Estén siempre
preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay
en ustedes.
La honra empieza en el corazón
devoto que sirve a Dios con todo lo que le ha sido confiado. En la versión RV
60 encontramos “santifiquen a Dios en sus corazones” dándonos a entender que la
divinidad habita en el corazón del hombre y que es allí donde empieza la obra
redentora de Cristo. Luego de santificar nuestro ser con la palabra, Pedro nos
recomienda estar siempre preparados para contestar a aquellos que Dios dispone
según la esperanza que surge de la fe que ha sido derramada en nuestros
corazones. No respondamos por responder, meditemos en las escrituras antes de
contestar, para que nuestras respuestas estén basadas en la verdad.
1Pe 3:16
Pero háganlo con gentileza y respeto,
manteniendo la conciencia limpia,
para que los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en
Cristo, se avergüencen de sus calumnias.
Si se nos pide razón alguna para
con nuestra fe y esperanza de vida eterna, entonces respondamos con amabilidad
y respeto, no como aquel que cree que tiene la verdad, sino que con humildad,
siendo conscientes de nuestras respuestas y acciones podamos callar las voces
de aquellos que nos calumnian con mentiras y engaños. La sociedad en general
vive del que dirán, pero el creyente vive por la fe, la esperanza y el amor.
1Pe 3:17
Si es la voluntad de Dios, es
preferible sufrir por hacer el bien que por hacer el mal.
Cuanta devoción se necesita para
hablar de tal manera!, solo un corazón devoto, entregado y confiado puede sin
dar lugar a la duda, hablar de esa forma particular. Pedro sin temor al
sufrimiento se expresa desde el corazón y confronta el temor de algunos en
particular que temen sufrir. Pero Pedro luego de haber madurado en la fe es consciente
de que es preferible sufrir por hacer el bien a diferencia de aquellos que
sufren como consecuencia de sus actos o palabras.
1Pe 3:18
Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la
vida.
Ahora Pedro ahonda en el misterio
de la salvación y pone como ejemplo del sufrir por causa del bien a Cristo,
nuestro hermano, nuestro maestro, quien murió por “los” pecados, fijémonos bien
que usa la pluralidad para hablar de todo el pecado, el cual por su muerte en
la cruz cumplió el sacrificio que ordenaba el primer pacto. Así como Cristo
murió por su cuerpo, el hombre que vive para dar placer a su cuerpo está muerto
en vida, pus solo el Espíritu que hizo volver a la vida al Hijo puede hacernos
volver a la vida del Padre.
1Pe 3:19
Por medio del Espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados,
Pedro ahonda en la obra redentora
de Cristo quien también predico luego de su muerte a los espíritus encarcelados,
la cárcel hace referencia al Hades, o sea Sheol, la tierra de los muertos.
Aunque no había resucitado por medio del Espíritu fue y predico para que
aquellos que murieron en desobediencia también pudieran conocer el mensaje de
salvación.
1Pe 3:20
que en los tiempos antiguos, en
los días de Noé, desobedecieron, cuando Dios esperaba con paciencia mientras
se construía el arca. En ella sólo pocas
personas, ocho en total, se salvaron mediante el agua,
Muchos desobedecieron y se
entregaron a los placeres de la vida en tiempo de Noé, ello corrompió la tierra
con violencia, esa violencia que surge de un corazón gobernado por la maldad.
Mientras el arca era construida la desobediencia siguió creciendo por lo cual
solo Dios dispuso que fueran salvos 8 en total, que no fueron salvos por el
arca, sino mediante el agua.
1Pe 3:21
la cual simboliza el bautismo que ahora los salva también a
ustedes. El bautismo no consiste en la
limpieza del cuerpo, sino en el compromiso
de tener una buena conciencia delante de Dios.
Esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo,
Pedro también conoce el simbolismo
de las escrituras, y nos hace participes de ese conocimiento. Aquellos que
fueron salvos del diluvio, lo fueron por medio de las aguas, ahora nosotros
también participamos de una salvación que se consuma en el bautismo. Quien va
al bautismo debe ser consciente, consciente de que? Del compromiso que asume de
vivir en la conciencia y morir a sí mismo, este nada tiene que ver con el
hombre, este es el sello de nuestro compromiso con el Padre en una relación
eterna.
1Pe 3:22
quien subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y a quien están sometidos los ángeles, las autoridades y los poderes.
La salvación que hemos
experimentado en nuestras vidas ha sido posible por la resurrección del Hijo,
si esto no hubiese ocurrido, nuestra esperanza seria vana y sin fundamento,
pero ahora que la muerte ha perdido su aguijón y ya no estamos bajo su poder, podemos
vivir confiados en el amor del Padre, en la autoridad del Hijo quien vive y
reina.
ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
1Pe 3:1 Así mismo, esposas,
sométanse a sus esposos, de modo
que si algunos de ellos no creen en la palabra,
puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus
palabras,
Poderosa
manera de ganar a aquellos que son difíciles. Nuestro comportamiento debe ser
integro, respetuoso, amable y cordial, capaz de ganar el corazón más duro, aun
el del esposo(a) que no crea en la verdad, puede ser tocado por un corazón que
ama conforme al amor de Dios y sirve como humildad y sumisión a su pareja.
1Pe 3:2
al observar su conducta íntegra y respetuosa.
Si nuestra conducta no demuestra lo
que hablamos, si no existe coherencia, entonces será imposible llegar al
corazón del hermano, esposo(a) y aun de la sociedad en la que vivimos. Si en
nuestras palabras aún persisten el ego, la vanidad, el orgullo de seguro nos
encontraremos en los mayores conflictos que jamás hayamos conocido, pero si
actuamos conforme el consejo de Dios, con integridad y respeto llegaremos aun a
los más reacios al evangelio.
1Pe 3:3
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados
ostentosos, joyas de oro y vestidos
lujosos.
Aunque el consejo se da a las
mujeres, los hombres también podemos aprender, más cuando nuestra sociedad ha
aprendido a valorar más lo externo, esa belleza exterior, un buen cuerpo, una
buena figura, un bello rostro, una forma de vestir, de peinarse, el uso de
accesorios externos para llamar la atención. Es cierto que la belleza si es
natural llama la atención, nadie podría decir lo contrario, pero si aprendemos
a valorar lo interior cada día aprenderemos a dejar el engaño de lo exterior
para poder ver más hacia adentro. Es interesante notar que la belleza esta en
los ojos del que mira, y surge como un componente de aquello que valoramos en
demasía.
1Pe 3:4
Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y
consiste en un espíritu suave y apacible.
Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios.
Ahora Pedro nos conduce a la
verdadera belleza, la que no se corrompe por el paso del tiempo, esa que
procede del interior, pues no hay belleza más agradable y placentera que
aquella que se vislumbra de un ser cuyo espíritu habita en la paz y la
apacibilidad de Dios.
1Pe 3:5
Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en
Dios, cada una sumisa a su esposo.
Parece que el mundo prefiere
olvidar estas sabias palabras e ir tras lo superficial, tras aquello que no nos
confronta, pero la palabra es verídica y poderosa para traspasar nuestros
gustos y pareceres, para ir en pos de la humildad y la sumisión que cada vez
parece más retrograda y anticuada.
1Pe 3:6
Tal es el caso de Sara, que
obedecía a Abraham y lo llamaba su señor.
Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor.
Pocas mujeres obedecen a sus
maridos como Sara lo hacía, y no lo llamaba señor como alguien que se dirige a
su dueño, sino con un corazón de sierva que sigue a su amado, como un hijo de
Dios, que aunque es hijo también tiene corazón de siervo. Sara es madre de toda
aquella que por fe hace el bien y deja de lado todo temor para servir a quien
se ama. El temor gana terreno cuando no hay sumisión, cuando no hay entrega, de
modo que solo en la devoción completa puede ser echado fuera el temor, porque
hay confianza y seguridad en el amor. No es necesario que hoy las esposas
llamen a los esposos señores, pero si es necesario que sirvan a ellos como Sara
y como todo aquel que ama a Dios lo haría.
1Pe 3:7
De igual manera, ustedes
esposos, sean comprensivos en su vida
conyugal, tratando cada uno a su esposa
con respeto, ya que como mujer es más
delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes.
Para que exista comprensión en la
pareja, la comunicación debe ser fortalecida y la confianza establecida
conforme al diseño de Dios. Se empieza con el trato, un trato amable,
respetuoso y cariñoso, en especial para con la mujer, luego vienen las
palabras, para terminar por el comienzo, que es la oración. Una pareja que ora
el uno por el otro, se mantiene firme en medio de los embates de la tentación y
el egoísmo. Pues solo una oración que surge de un corazón que sirve y se
entrega por el otro no puede ser estorbada por el orgullo, ni el engaño. Como
la mujer ha sido diseñada con delicadeza, de igual manera espera Dios que sea
tratada por el hombre, el hombre que no actúa de tal manera no ama a Dios, pues
no comprende aun el sentido de la relación para la cual se ha comprometido a
servir.
1Pe 3:8
En fin, vivan en armonía los unos
con los otros; compartan penas y
alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.
Vivir en armonía con el prójimo o
la pareja, es algo que parece sencillo, pero no lo es, la armonía solo proviene
del interior para poder ser trasmitida al interior, si en el interior no existe
tal, entonces como consecuencia habrá discordancia. Compartir el dolor y la
alegría, dos estados tan distintos nos permiten conocernos en verdad, pues
tanto la alegría como el sufrimiento revelan lo que hay en el interior y es
allí en donde podemos poner en práctica el amor fraternal, con compasión y
humildad.
1Pe 3:9
No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien,
bendigan, porque para esto fueron
llamados, para heredar una bendición.
Pedro invoca la enseñanza del
maestro para que también sea puesta en práctica dentro de la pareja, si
devolvemos insulto por insulto, entonces no hemos crecido espiritualmente, el
insulto solo puede provenir de la inconsciencia, del engaño. Si insultamos
entonces hay cosas que deben ser sanadas y restauradas en nuestro interior,
mientras que si respondemos entonces hemos creído y caído en el engaño de aquel
que nos insulta. Si creemos lo que somos, haremos caso omiso de cualquier insulto
por considerarlo una mentira, pero si creemos al que insulta, entonces
viviremos y compartiremos su engaño. El insulto funciona como un espejo, solo
refleja lo que eres, al dejar de hacerlo o de responderlo, ya no encontraras
conflicto contigo mismo, ni con los demás. Hemos sido llamados a bendecir,
cualquiera que haga lo contrario no pertenece a la bendición.
1Pe 3:10
En efecto, "el que quiera
amar la vida y pasar días felices,
guarde su lengua del mal y sus labios de proferir engaños.
La lengua solo puede ser domada por
un espíritu apacible que habita en la presencia, es consciente de lo que habla,
pero aquel que vive en la inconsciencia solo puede proferir aquello que vive y
experimenta que es el engaño. La lengua tiene la particularidad de sembrar a
futuro, solo lo que hablamos determina aquello que vivimos.
1Pe 3:11
Apártese del mal y haga el bien;
busque la paz y sígala.
Apartémonos de la maldad, en el
pensamiento, en la palabra y en la acción, para que al buscar de Dios podamos obrar
bien para que surja la paz y podamos seguirle.
1Pe 3:12
Porque el Señor mira con buenos ojos a los justos y sus oídos están
atentos a sus oraciones, pero mira con
indignación a los que hacen el mal."
Aquel que obra con justicia por la
gracia de Dios es visto con buenos ojos por el Padre y sus oraciones son
escuchadas con atención, pero es indigno buscarle mientras se actúa con maldad.
1Pe 3:13
Y a ustedes, ¿quién les va a
hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien?
Quien hace el bien no puede ser corrompido,
ni sufrir por el mal que se le haga.
1Pe 3:14
¡Dichosos si sufren por causa de la justicia! "No teman lo que ellos temen, ni se
asusten."
De nuevo Pedro insiste en la dicha
de los que sufren por causa de su crecimiento espiritual, del fortalecimiento
de su fe y la purificación de su ser. La gente tiene 3 miedos principalmente,
teme a la muerte, a no tener el control y a la verdad. Ellos les temen porque
saben que habrá confrontación, confrontación con lo que ellos creen, con la
mentira, el engaño y con la imposibilidad de controlar o manipular a los demás.
Quien vive en la verdad no puede temer lo que el mundo teme, pues su ser ha
sido confrontado con la mentira y ahora conoce la verdad. También entiende que
la muerte es solo un trascender de la vida y que ella no tiene poder sobre el
que cree. Y además ya no buscan tener el control de todo en sus vidas, mejor se
abandonan a la voluntad del Señor con confianza y devoción.
1Pe 3:15
Más bien, honren en su corazón a
Cristo como Señor. Estén siempre
preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay
en ustedes.
La honra empieza en el corazón
devoto que sirve a Dios con todo lo que le ha sido confiado. En la versión RV
60 encontramos “santifiquen a Dios en sus corazones” dándonos a entender que la
divinidad habita en el corazón del hombre y que es allí donde empieza la obra
redentora de Cristo. Luego de santificar nuestro ser con la palabra, Pedro nos
recomienda estar siempre preparados para contestar a aquellos que Dios dispone
según la esperanza que surge de la fe que ha sido derramada en nuestros
corazones. No respondamos por responder, meditemos en las escrituras antes de
contestar, para que nuestras respuestas estén basadas en la verdad.
1Pe 3:16
Pero háganlo con gentileza y respeto,
manteniendo la conciencia limpia,
para que los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en
Cristo, se avergüencen de sus calumnias.
Si se nos pide razón alguna para
con nuestra fe y esperanza de vida eterna, entonces respondamos con amabilidad
y respeto, no como aquel que cree que tiene la verdad, sino que con humildad,
siendo conscientes de nuestras respuestas y acciones podamos callar las voces
de aquellos que nos calumnian con mentiras y engaños. La sociedad en general
vive del que dirán, pero el creyente vive por la fe, la esperanza y el amor.
1Pe 3:17
Si es la voluntad de Dios, es
preferible sufrir por hacer el bien que por hacer el mal.
Cuanta devoción se necesita para
hablar de tal manera!, solo un corazón devoto, entregado y confiado puede sin
dar lugar a la duda, hablar de esa forma particular. Pedro sin temor al
sufrimiento se expresa desde el corazón y confronta el temor de algunos en
particular que temen sufrir. Pero Pedro luego de haber madurado en la fe es consciente
de que es preferible sufrir por hacer el bien a diferencia de aquellos que
sufren como consecuencia de sus actos o palabras.
1Pe 3:18
Porque Cristo murió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarlos a ustedes a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la
vida.
Ahora Pedro ahonda en el misterio
de la salvación y pone como ejemplo del sufrir por causa del bien a Cristo,
nuestro hermano, nuestro maestro, quien murió por “los” pecados, fijémonos bien
que usa la pluralidad para hablar de todo el pecado, el cual por su muerte en
la cruz cumplió el sacrificio que ordenaba el primer pacto. Así como Cristo
murió por su cuerpo, el hombre que vive para dar placer a su cuerpo está muerto
en vida, pus solo el Espíritu que hizo volver a la vida al Hijo puede hacernos
volver a la vida del Padre.
1Pe 3:19
Por medio del Espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados,
Pedro ahonda en la obra redentora
de Cristo quien también predico luego de su muerte a los espíritus encarcelados,
la cárcel hace referencia al Hades, o sea Sheol, la tierra de los muertos.
Aunque no había resucitado por medio del Espíritu fue y predico para que
aquellos que murieron en desobediencia también pudieran conocer el mensaje de
salvación.
1Pe 3:20
que en los tiempos antiguos, en
los días de Noé, desobedecieron, cuando Dios esperaba con paciencia mientras
se construía el arca. En ella sólo pocas
personas, ocho en total, se salvaron mediante el agua,
Muchos desobedecieron y se
entregaron a los placeres de la vida en tiempo de Noé, ello corrompió la tierra
con violencia, esa violencia que surge de un corazón gobernado por la maldad.
Mientras el arca era construida la desobediencia siguió creciendo por lo cual
solo Dios dispuso que fueran salvos 8 en total, que no fueron salvos por el
arca, sino mediante el agua.
1Pe 3:21
la cual simboliza el bautismo que ahora los salva también a
ustedes. El bautismo no consiste en la
limpieza del cuerpo, sino en el compromiso
de tener una buena conciencia delante de Dios.
Esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo,
Pedro también conoce el simbolismo
de las escrituras, y nos hace participes de ese conocimiento. Aquellos que
fueron salvos del diluvio, lo fueron por medio de las aguas, ahora nosotros
también participamos de una salvación que se consuma en el bautismo. Quien va
al bautismo debe ser consciente, consciente de que? Del compromiso que asume de
vivir en la conciencia y morir a sí mismo, este nada tiene que ver con el
hombre, este es el sello de nuestro compromiso con el Padre en una relación
eterna.
1Pe 3:22
quien subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y a quien están sometidos los ángeles, las autoridades y los poderes.
La salvación que hemos
experimentado en nuestras vidas ha sido posible por la resurrección del Hijo,
si esto no hubiese ocurrido, nuestra esperanza seria vana y sin fundamento,
pero ahora que la muerte ha perdido su aguijón y ya no estamos bajo su poder, podemos
vivir confiados en el amor del Padre, en la autoridad del Hijo quien vive y
reina.