lunes, 18 de noviembre de 2013

TIEMPO DE REFLEXION



Un día, acudí a mi padre con uno de mis muchos problemas de aquel entonces... Me contestó como Cristo a sus discípulos, con una parábola: "Hijo(a), ya no eres más una simple y endeble rama; has crecido y te has transformado, eres ahora un árbol en cuyo tronco un tierno follaje empieza a florecer. Tienes que darle vida a esas ramas. Tienes que ser fuerte, para que ni el agua, ni el día, ni el embate de los vientos te destruyan. Debes crecer como los de tu especie, ha­cia arriba. Algún día, vendrá alguien a arrancar parte de ti, parte de tu follaje. Quizá sientes tu tronco desnudo, más piensa que esas podas siempre serán benéficas, tal vez necesarias, para dar­te forma, para fortalecer tu tronco y afirmar sus raíces. Jamás la­mentes las adversidades, sigue creciendo, y cuando te sientas más indefenso(a), cuando sientas que el invierno ha sido crudo, recuerda que siempre llegará una primavera que te hará florecer... Trata de ser como el Roble, nunca un Bonsái".
Ahora quisiera tener a mi padre conmigo, y darle las gracias por haber nacido, por haber sido, por haber tenido, por haber triunfa­do, y por haber fracasado.
Si acaso tuviera mi padre a mi lado, podría agradecerle su preocu­pación por mí, podría agradecerle sus tiernas caricias, que no por escasas, sinceras sentí.
Si acaso tuviera a mi padre conmigo, le daría las gracias por estar aquí, le agradecería mis grandes tristezas, sus sabios regaños, sus muchos consejos, y los grandes valores que sembró en mí.
Si acaso mi padre estuviera conmigo, podríamos charlar como antaño fue, de cuando me hablaba de aquello del árbol, que debe ser fuerte y saber resistir, prodigar sus frutos, ofrecer su sombra, cubrir sus heridas, forjar sus firmezas... y siempre seguir. Seguir luchando, seguir perdonando, seguir olvidando... Y siempre seguir.
Si acaso tuviera a mi padre a mi lado, le daría las gracias...

Salmo 1:3  Es como el árbol plantado a la orilla de un río que,  cuando llega su tiempo,  da fruto y sus hojas jamás se marchitan.  ¡Todo cuanto hace prospera!

Nuestro Padre celestial también piensa en ti como un árbol, no por lo que el árbol es, sino más bien por lo que el árbol representa, vida, durabilidad, perseverancia, fortaleza, más Él quiere hacer de ti un árbol diferente, un árbol plantado a la orilla del rio, un árbol que es capaz de soportar las más duras pruebas que la vida puede dar, como las lluvias torrenciales de la depresión, las sequias del alma,  los vientos de cambio, el calor abrasador de la tentación, y el dolor de la perdida de alguna de sus partes, para establecido en Cristo puedas soportar los embates que ha dispuesto la vida para enderezar y perfeccionar tu caminar, un padre que ama de verdad, siempre quiere lo mejor para sus hijos aunque ellos no lo comprendan, el problema es que muchos hijos no buscan, ni siguen la guía y el consejo de sus padres, porque los consideran viejos, anticuados o los tienen en poco por sus propias equivocaciones, por otro lado muchos otros padres, nunca han asumido sus responsabilidades para con sus hijos, privándoles de la oportunidad de ser plantados y establecidos cerca a la fuente de vida y generándoles un desarraigo de la verdad en sus corazones. Un padre verdadero es un padre que se preocupa por plantar a sus hijos, sus retoños, cerca del rio, porque sabe que aunque tengan que soportar los golpes que trae la vida, cerca de la fuente de vida o sea en Cristo, es más fácil soportarlos, y mantenerse en pie, siempre darán fruto a su tiempo, y nunca se marchitaran. El salmo al que hacemos referencia nos menciona a un creyente que ha sido plantado, establecido y formado por Dios que depende de Su fuente, que se ha establecido en El, y comprende que solo en El, puede prosperar, dar fruto y no marchitarse, todo prospera en él, porque entiende que la prosperidad del mundo nunca puede satisfacer su ser, y encuentra en Dios la prosperidad para su espíritu la cual suple toda necesidad, da fruto porque su sabia interior contiene los nutrientes espirituales necesarios para trasmitir la vida que el mismo ha recibido de Dios, y no se marchita porque sus raíces están firmes en la roca y el agua de vida (Cristo). El padre de esta historia se parece mucho nuestro Padre celestial, porque comprendió que es en El, que un padre puede cumplir su función, dar fruto y bendecir a su progenie, Dios es un padre que busca trasformar y fortalecer nuestro ser con su gracia, amor y misericordia con las cuales hemos sido alcanzados para salvación. Entonces porque no dar gracias a Dios con todo nuestro ser, reconociendo la verdad, como no entregar nuestras vidas por Su causa, sabiendo que lo que ha hecho por nosotros y en nosotros, no sería posible sino por su inmenso amor y gracia en Cristo.

GUIA DE ESTUDIO

Qué clase de padre eres?, uno que planta o uno que desarraiga a sus hijos de la verdad con tu ejemplo y palabras?

Que sientes por tu padre, gratitud o rencor?

Qué imagen tienes de Dios, un Dios castigador o un Dios justo?

Como hijo agradeces a Dios por tus padres?

Sabes lo que Dios ha hecho por ti?

Sabes lo que Dios quiere hacer en ti?

Sabes lo que significan Su gracia y verdad?

Has sido confrontado en tu paternidad tanto espiritual o natural, con el ejemplo de este padre? Como quieres que tus hijos te vean? Como te ven ellos?

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