martes, 27 de agosto de 2013

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Jenny pensó que sus padres no le darían permiso para irse de fiesta con esos amigos, de manera que les mintió y les dijo a sus padres que se iba a quedar a dormir con una compañera. Aunque se sintió un poco mal porque no les dijo la verdad, tampoco le dio mucha mente al asunto y se dispuso a divertirse. La pizza estuvo bien y la fiesta genial; al final su amigo Pedro, que ya estaba me­dio borracho, la invitó a dar un paseo, pero primero quiso darse una fumadita...
Jenny no podía creer que él estuviera fumando eso, pero aun así subió al carro con él. De repente Pedro comenzó a propasarse. Eso no era lo que Jenny quería del todo. "Tal vez mis padres tie­nen razón -pensó-, quizás soy muy joven para salir así. ¿Cómo pude ser tan tonta?". Y en seguida dijo: "Por favor, Pedro, llévame a casa, no me quiero quedar". Molesto, Pedro arrancó el carro y comenzó a conducir a toda velocidad. Jenny, asustada, le rogó que fuera más despacio pero mientras ella le suplicaba, más pisa­ba él el acelerador. De repente, vio un gran resplandor. "¡Oh Dios, por favor ayúdanos! ¡Vamos a chocar!". Ella recibió toda la fuerza del impacto, todo de repente se puso negro, semiinconsciente, sintió que alguien la sacó del carro retorcido, y escuchó voces: "¡Llamen a una ambulancia! Estos jóvenes están en problemas".
Le pareció oír que había dos carros involucrados en el choque. Despertó en el hospital viendo caras tristes. "Estuviste en un cho­que terrible", dijo alguien. En medio de la confusión se enteró de que Pedro estaba muerto.
Le dijeron: "Jenny, hacemos todo lo que podemos, pero parece ser que te perderemos a ti también". "¿Y la gente del otro carro?", preguntó Jenny llorando. "También murieron", le contestaron. Jenny rezó: "Dios perdóname por lo que he hecho; yo sólo quería una noche de diversión".
Y dirigiéndose a una de las enfermeras pidió: "Dígale a la familia de los que iban en el otro carro que me perdonen, que yo quisiera regresarles a sus seres queridos. Dígales a mi papá y a mi mamá que lo siento porque mentí, y que me siento culpable porque va­rios hayan muerto. Por favor, enfermera, ¿les podrá decir esto de mi parte?". La enfermera se quedó callada, como una estatua. Instantes después, Jenny murió. Un hombre le habló duramente a la enfermera: "¿Por qué no hizo lo posible para cumplir la última voluntad de esa niña?". La enfermera miró al hombre con ojos llenos de tristeza, y le dijo: "Porque la gente que iba en el otro carro eran su papá y su mamá".

Pro 24:12  Pues aunque digas,  "Yo no lo sabía", 
 ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? 
 ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? 
 ¡Él le paga a cada uno según sus acciones!

Lo que vivimos no es un castigo divino, siempre son las consecuencias de nuestras propias decisiones y Dios lo ha permitido así para generar en nosotros responsabilidad, si dejas que alguien haga lo que quiera y nunca le reprende nunca comprenderá el sentido que tienen sus propias decisiones, así que Dios ha dispuesto en la vida que todo lo que vivimos sea consecuencia de nuestras propias decisiones, y con ello no permite crecer y mejorar siempre. No conoce Dios todo lo que piensas y lo que haces?, te crees mejor por algo que has hecho?, o piensas que no eres tan malo como otros que si hacen y destruyen vidas?, pues entonces aun no has conocido la verdad, solo cuando puedes reconocer la maldad de tu corazón, puedes entender las consecuencias de tus actos y como los vives para mejorar, quien no comprende la voluntad divina siempre tranzara, siempre querrá salir ganando, pero aunque digas que no sabías en lo que te metías, o si no conocías las consecuencias de tus acciones y pensamientos, eso no te excluye de vivir y experimentar la paga de tus propias acciones y decisiones. Que estás viviendo?, las consecuencias positivas de lo que estas sembrando?, o el dolor por las cosas negativas que hiciste, cuando las comprendas, entonces ya no cuestionaras a Dios, tan solo entenderás que su voluntad es llevarte al arrepentimiento, para que su justicia sea tuya y puedas vivir en la eternidad aquí y ahora, en Cristo. La historia aunque triste no está para hacerte temer por lo que haces, sino para recordarte que su amor siempre está allí disponible para ti, aun en el mismo momento en la muerte golpea a tu puerta, sea por la enfermedad, un accidente o cualquiera sea la situación que estas experimentando, recuerda que su gracia sobreabunda donde sobreabundo el pecado para salvación de los que creen.

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