lunes, 5 de agosto de 2013

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Era Navidad y en el pueblo iban a hacer la representación del nacimiento de Jesús. Todos estaban muy entusiasmados, querían que la obra fuera un éxito.
Los niños la iban a representar, pero entre ellos había un niño con problemas; quién sabe por qué causa, era más lento en aprender que los demás. Él quería estar en la obra, y a la maestra le dio lástima verlo con tanto entusiasmo, que le dio un papel pequeño: El del posadero que rechazaba a la Virgen y a José porque la posada estaba llena.
El día de la obra el teatro estaba a reventar, hasta había gente de pie. Y cuando estaban en la parte en la que llegan José y María a la posada, en la que este niño con problemas tenía que hablar, pasó algo inesperado.
José tocó la puerta y salió el posadero, y cuando ya los iba a rechazar, al ver a la joven pareja y sobre todo a la mujer, embarazada de quien iba a ser nuestra salvación, al niño se le llenaron los ojos de lágrimas y les dijo: "Pasen, pasen, la señora puede dormir en mi cama y yo dormiré en el suelo".
Hubo un silencio intenso en la sala y a mucha gente se le salieron las lágrimas. La obra fue un éxito, a pesar de que no fue fiel representación de lo que realmente pasó en esa noche de Navidad, pero sentimos que algo había cambiado en nuestras vidas, pues ese niño nos enseñó una lección de amor; en su inocencia nos enseñó que debemos amar y ayudar a otros, no importa quiénes sean, porque somos hijos de Dios y estamos aquí para hacer el bien, sin pedir nada a cambio.

Hebreos 13:2  No se olviden de practicar la hospitalidad,  pues gracias a ella algunos,  sin saberlo,  hospedaron ángeles.
1Pedro 4:9  Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse.


Esta historia nos lleva a recordar el pasaje de Mateo 18:3  y dijo:  De cierto os digo,  que si no os volvéis y os hacéis como niños,  no entraréis en el reino de los cielos. En donde Jesús nos dice que seamos como niños, este niño fue conmovido a misericordia en el mismo acto de una obra, porque así son ellos, no actúan, viven con espontaneidad cada momento, y Jesús quiere que seamos como ellos en ese aspecto, en su inocencia, en su virtud para hacer lo bueno, esta historia también nos recuerda el hecho de que la escritura nos invita a practicar la hospitalidad, pues ella es una muestra del carácter divino en nosotros, muchos no son hospitalarios pues su vida parece solo alcanzarles para satisfacerse a sí mismos, pero la vida va más allá, ser hospitalario implica dejar de lado tu egoísmo para servir al descanso, bienaventuranza de cualquier hermano que te necesite, el amor ayuda en la práctica, no solo en las palabras, podemos hablar mucho, pero que pensarías si tuvieses que dar alimento y posada durante un tiempo a alguien que te pide ayuda, sería fácil si es un amigo o familiar, pero si no le conoces, y tienes buenas referencias, lo harías?, la iglesia durante sus primeros años preservo este precioso acto para ayudar a los hermanos, para recibir a los predicadores, y a todos lo que provenían en la fe, porque lo dejamos de lado, empieza a practicar la hospitalidad recibiendo a tu familia de manera ejemplar, a tus amigos, y a tus hermanos en la fe, para que les muestres el amor que Dios ha puesto en ti para ser entregado a ellos, se como el niño de esta historia deja que tu corazón se conmueva por las cosas que a Dios le importan, deja de ser insensible ante el dolor y el sufrimiento ajeno y da de lo mejor, no de lo que te sobra. Mira con más frecuencia a los niños, ellos podrán enseñarte grandes lecciones y porque Dios quiere que seamos como ellos para entrar al reino.

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