PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
UN LLAMADO AL MAESTRO
Santiago 3:1 Hermanos míos, no pretendan muchos
de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad.
INTRODUCCIÓN
La
iglesia necesita con urgencia de maestros que eviten al pueblo de Dios caer en
los engaños, pero ¿cómo?, si el ministerio del maestro es el más denigrado y
tenido por poco dentro de los mismos creyentes y las mismas congregaciones,
existe hoy un exagerado énfasis en formar apóstoles y profetas que no conocen
las escrituras, que no tienen fundamentos, que hablan sin entender lo que
significa la profecía; muchas iglesias enfatizan en invitar a los congresos a
estos siervos y a no a maestros. Existen
congregaciones de miles en donde se les hace creer cosas que no son y ¿dónde
están los maestros de las escrituras? No debemos permitirlo, basta ya de
engaños y mentiras.
No
podemos darnos el lujo de quedarnos estáticos, viendo como nuestras
congregaciones y la iglesia del Señor cae en medio de engaños, falsos profetas
y maestros que con sutileza y astucia envuelven la vida de millares para
destrucción.
No
podemos permanecer impávidos ante tal situación, el Señor ha puesto en mi
corazón el predicar un llamado al maestro, un llamado a aquellos que tienen el
ministerio de la enseñanza para que se levanten dentro de sus congregaciones y
pongan en conocimiento sus puntos de vista según las escrituras, que confronten
toda herejía y falsedad, que confronten a los falsos maestros y las falsas
enseñanzas, para contender por la verdad. Eso no quiere decir que ya lo sepamos
todo, un verdadero maestro siempre estará dispuesto a aprender, pero si no hay
sustento bíblico para defender lo que se predica, entonces batalla.
DESARRROLLO
La
iglesia está llena de cristianos inmaduros y poco establecidos en los
fundamentos de la fe cristiana, que no pueden sostener una discusión sobre su
fe porque sus argumentos palidecen ante la cultura de este mundo, su posición
solo demuestra el poco o escaso compromiso que tienen con las verdades
bíblicas. Estamos llenos de pulpitos que predican cosas que no entienden, que
prefieren predicar conforme a las necesidades del pueblo antes de confiarles el
llamado de Dios para que obedezcan a la fe.
Basta
ya, ¿no deberían ser ya maestros? Les dice Pablo a los hebreos, miremos:
Heb 5:12
En realidad, a estas alturas ya
deberían ser maestros, y sin embargo
necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la
palabra de Dios. Dicho de otro
modo, necesitan leche en vez de alimento
sólido.
¿Porque?
creyentes que llevan años en el
evangelio, todavía necesitan de leche espiritual, pues son así porque no hay
nadie que les enseñe como crecer, que crecer con convicción y certeza es
posible de la mano del maestro, ellos no saben cómo digerir ese alimento sólido
pues la iglesia carece de buenos maestros.
Gracias
a Dios existen algunos todavía, pero no podemos dormirnos en los laureles.
Necesitamos una generación de maestros que se levanten en el conocimiento de
Dios para conocer las verdades fundamentales de las escrituras, para que
confronten toda herejía y para que corrijan los errores de sus congregaciones,
no puede haber un equilibrio real sin maestros en la iglesia.
Es
notable que las universidades no son suficientes para formar maestros, pues un
maestro no lo es por sus estudios, sino por el llamado y la revelación de Dios.
Puede que en tu corazón arda el anhelo por conocer las escrituras, si dices con
frecuencia: “eso que se está diciendo desde el altar no es correcto en base a
las escrituras”, Dios te ha dado el privilegio y la responsabilidad de predicar
su verdad con fundamento escritural, entonces, tu puedes ser ese maestro que
necesita tu congregación, que necesita esta sociedad asediada por la mentira y
el engaño.
CONCLUSION
Es
tiempo de llamar a los maestros, para que con humildad y servicio nos
consagremos a la responsabilidad que se nos ha encomendado de parte del Señor,
no podemos quedarnos estáticos, movámonos en donde estemos, en nuestras
congregaciones para que con respeto y honra confrontemos a nuestros pastores, a
nuestros amigos, a nuestras familias y a nuestra sociedad.
Se
necesitan hombres incorruptibles, con verdadera vocación de entrega servicio y
enseñanza. La iglesia está cansada de aquellos que enseñan por enseñar, porque
les toco, o porque así colaboran en la obra. Un verdadero maestro no se queda
solo con lo que su iglesia le provee, siempre estará buscando la forma de aprender,
de poder enseñar mejor y con mayor unción aquello que Dios le ha enseñado a
través de sus siervos.
El
ministerio del maestro necesita ser restaurado, necesita de hombres consagrados
y devotos que amen la palabra, amen la verdad y que se propongan propagarla a
los confines de la tierra. La iglesia nos necesita, necesita madurar, pero sin
el ministerio del maestro no es posible. Un apóstol puede levantar en fe a una
congregación, pero sin fundamentos profundos, esa fe no durará o podrá ser
tergiversada para manipulación.
No
puedo terminar este mensaje sin advertirles algo, si no eres llamado a enseñar,
entonces es mejor que no lo hagas, no sea que por ello acarres condenación. Ser
maestro es una responsabilidad muy grande delante de Dios, la escritura dice en
mateo: Mat 5:19 Todo el que infrinja uno solo de estos
mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino
de los cielos; pero el que los practique
y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos.
Santiago 3:1 Hermanos míos, no pretendan muchos
de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad.
Con tan severas reprensiones, debemos tener mucho
cuidado de aquello que enseñamos.
También le hago una recomendación a la iglesia,
si tu congregación carece de maestros, entonces busca un buen ministerio de
enseñanza que te pueda ayudar. Los mayores ministerios de enseñanza también
deben estudiarse con cuidado porque no todas sus enseñanzas deben ser aceptadas
como tal, no todos contienen sana
doctrina, en fin, se necesita escudriñar las escrituras siempre para no
permitirnos el caer en el engaño, pero siempre aprendiendo de la mano de buenos
y consagrados maestros y además siempre de la mano poderosa de nuestro Dios
para que nos guie a conocer toda la verdad.
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