domingo, 22 de noviembre de 2015

PREDICA DOMINICAL - NO CONOCEMOS A DIOS


PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo A. Sastoque M.
Ministerio Unidad de la Fe

NO CONOCEMOS A DIOS

INTRODUCCIÓN

No conocemos a Dios, es cierto. Debemos decir con tristeza y profundo arrepentimiento que no le conocemos, porque si le conociéramos no nos comportaríamos tan neciamente, tendríamos más prudencia al hablar, tendríamos más dominio propio, le buscaríamos con más pasión, no nos sería suficiente un poco, pero no le conocemos.

Creemos ser parte de su iglesia porque asistimos a la congregación, pero nos equivocamos, no nos parecemos mucho a la iglesia en sus comienzos. Nos parecemos más al mundo que nos rodea y consume con su infalible estrategia que sumerge creyentes en la asfixia espiritual que nos destruye y desgasta cada día.

No le conocemos, porque si realmente le conociéramos viviríamos en santidad, y si pecáramos caeríamos fulminantemente muertos como Ananías y Zafira. Necesitamos conocerle, esto debe convertirse en nuestra meta final.

Pero ¿cómo? Me dirás, pues ora, lee su palabra, porque así es como él se revelo a los apóstoles en el pentecostés y como el sigue revelándose a sus siervos.

DESARROLLO

Miremos lo que dice el salmo 14 “Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno! Psa 14:2 Desde el cielo el Señor contempla a los *mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios.

Nosotros quienes decimos ser su iglesia, queremos compartir de algo que no vivimos, que no apreciamos, vivimos buscando y anhelando lo mismo que anhela el mundo, seguimos buscando reconocimiento, poder, dinero, fama. Olvidándonos de que Jesús rechazo a un hombre porque sus riquezas le impidieron seguirle.

Donde está la iglesia que le busca, que se apasiona por buscarle, que ora de día y de noche, que no se cansa, que encuentra refugio, consuelo y amor en él.
Pero no queridos, no le conocemos, si le conociéramos seriamos capaces de dejarlo todo por él, como aquellos que le conocieron en antaño, si le conociéramos buscaríamos morir más a notros mismos, no le huiríamos a la cruz, y le seguiríamos en obediencia sin importar las consecuencias, pero no preferimos nuestra comodidad por encima de sus preceptos.

CONCLUSIÓN

Si tan solo te conociéramos, sabríamos reconocer lo que Juan menciona:
Juan 17:3 Y esta es la vida eterna:  que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,  y a Jesucristo,  a quien has enviado.

Pero no le conocemos y pretendemos comportarnos como aquello que no somos, seguimos engañándonos creyendo que somos algo que no somos.
Esta es la vida eterna, conocer al Padre y al Hijo. ¿Les conoces?, ¿o solo has oído hablar de ellos, porque al final no te dirán, fuiste a tal o cual iglesia?, hiciste esto o aquello?,
O podrás escuchar su voz como trueno diciéndote, como dice en Mateo:
Mat 7:23 Y entonces les declararé:  Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Despierta iglesia, vuélvete y examina tu vida, ¿le conoces?, si no, entonces pide, busca, suplica, haz lo que tengas que hacer para conocerle, ora, lee, medita, de día y de noche, pues solo en él se esconde el misterio de la vida.
Quien le conoce anda con su temor en el corazón, un temor que le aparta de la maldad, teme no amarle como él le ama, teme no corresponder de la forma correcta, teme no servir y ser un siervo inútil, teme no amar a su prójimo, teme no ser justo, teme aprobar lo malo.

Conóceme, te dice el Señor, conóceme y vivirás.


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