PREDICA DOMINICAL
Por: Camilo A. Sastoque M.
Ministerio Unidad de la Fe
EL TEMOR DEL SEÑOR
PASAJE
Pro
1:7 El principio de la sabiduría es
el temor de Jehová
INTRODUCCIÓN
Siempre me pregunte: ¿porque se
habla más de las bendiciones de Dios, de los milagros, de la prosperidad?, que
del arrepentimiento, las consecuencias del pecado, la obediencia y la santidad sin la cual nadie verá a Dios, su
mensaje nunca pareció congruente.
La iglesia hoy en día prefiere
oír sermones de acuerdo a sus gustos y necesidades superficiales, antes de
conocer a Dios y esto no puede seguir así. La iglesia de hoy no teme al Señor,
y tengo que decirlo con tristeza, son capaces de abandonar su hogar, de tomar
decisiones egoístas, por su supuesta felicidad.
El énfasis de la iglesia debe
seguir siendo el que Jesús mismo nos enseñó: “Id y haced discípulos a la
naciones, enseñándoles todo lo que yo les he enseñado”. ¿Qué estamos enseñando?,
¿se parece nuestro mensaje al mensaje de Cristo?, ¿la iglesia predica con el
mismo temor del Señor con que lo hacían los apóstoles?, ciertamente no.
Hoy quiero hablarles de un tema
que hace parte de los fundamentos de la fe. El temor del Señor
DESARROLLO
Todo hombre le teme a algo,
existen tantas fobias como nombres para estas, pero fuera de Dios, el temor que
prevalece y del cual se fortalecen los demás, es el miedo a morir, si estudias
en profundidad el temor, al final llegaras a esta conclusión. Pero si estas con
el Señor, entonces debes temer al Señor, desde allí comienza la sabiduría (Prov.
1:7), pero también comienza una vida de rectitud y acción en el nombre del
Señor.
¿En
qué consiste el temor del Señor?, en aborrecer el mal (Prov. 8:13), entonces
porque la iglesia no aborrece el mal, lo consiente en su casa, en sus hijos, en
sus propias vidas. Porque no hay temor del Señor, nadie le valora y respeta por
lo que él es. Pocos llegan a confiar en el Señor porque son faltos del temor
del Señor (Prov. 14:26).
Quien
llega a ser sabio por el temor del Señor, entonces se aparta de la maldad, la
aborrece con todo su ser, no la soporta y sus acciones corresponden a ese
sentimiento.
La
iglesia en la antigüedad andaba en este temor, temían desobedecer a Dios, temían
predicar algo contrario a Dios, temían obrar de forma diferente a como Dios
quería. Miremos en Hechos 9:31 “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea,
Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se
acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”.
Pero
el temor que antes soportaba a la iglesia en la verdad y la integridad, ahora
ha desaparecido, la iglesia ha sido consumida por la vanidad, el engaño y la
mentira. Pocos escudriñan las escrituras porque prefieren comer entero lo que
se les enseña desde el pulpito. Otros prefieren vivir de la espiritualidad de
sus líderes, sin comprometerse con la obra, pensando que es que ese no es su
llamado. Entonces iglesia, ¿cuál es tu llamado?, si no es el predicar la verdad
y ser testigos de la verdad a toda la humanidad.
Por
eso dice en 2Co 5:11 “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres;
pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a
vuestras conciencias”. Los predicadores en la antigüedad temían desobedecer a
Dios, muestra de ello fueron Ananías y Safira, quienes desobedecieron a Dios y
murieron.
Como
predicador debo dar a conocer las dos caras de la moneda que revelan el
carácter y la santidad de Dios, debo hablarles del amor de Dios, pero no puedo
dejar de hablar de la severidad con la que Dios juzga las obras de los hombres.
CONCLUSIÓN
¿Dónde
está la iglesia que es capaz de ver tal santidad dentro y fuera de la
congregación?, donde están los hermanos que abandonan el pecado y siguen a
Cristo.
Donde
está la pasión por Dios, donde el temor de Jehová que surtía efecto en aquellos
que servían a Dios para obrar conforme a su voluntad.
Donde
está tu temor de Dios para consagrarte. Muchos temen más a consagrarse que a
podrirse en el infierno, la iglesia teme más a lo que diga la gente que a Dios,
tememos más a nuestros compromisos que a hacer la voluntad divina.
Dios
está llamando a una iglesia que con temor reverente, con el respeto y la verdad
se levanta para predicar el mensaje correcto, en el tiempo que él lo ha
indicado, abandona todo aquello que te impide vivir para Dios con temor y
temblor, abandona el pecado que carcome tu ser, abandona el engaño de este
mundo y la vanidad que viene con él.
Es
tiempo de consagración, de devoción profunda para vivir y servir.
Oremos,
Señor clamamos por que el temor que habías puesto en nuestros corazones por ti
vuelva a ser injertado en nuestro ser, para que dejando de temer al mundo,
temamos a aquel que puede consumir el alma, para que con ese mismo temblor
obremos con amor, y consagremos nuestras vidas a ti. Amen.
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