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PREDICA DOMINICAL
Por camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
EL
ÚLTIMO PECADO
PASAJE:
Santiago 1:14
sino que cada uno es tentado,
cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
INTRODUCCIÓN
Todo
creyente vive una insufrible batalla contra el pecado, que pocos son capaces de
relatar, pues hace parte de esas cosas que uno quisiera olvidar y no tener que
volver a recordar. Una fuente incesante de derrotas y victorias que podrían dar
cuenta de la ofensiva que se libra.
Todos
hemos pecado, no hay quien pueda decir lo contrario si es un verdadero creyente
que reconoce de donde Dios lo saco, pero parece que algunas cosas que
permitimos en nuestras vidas o a las que les dimos mayor cabida pueden
generarnos un gran dolor de cabeza a pesar de vivir un verdadero
arrepentimiento.
También
es cierto que al nacer de nuevo, rompemos con el yugo que el pecado tenía sobre
nuestras vidas y son muchas las cosas que parecemos superar, pero solo en la
medida en que permanecemos en la presencia de Dios. Pero como permanecer en la
presencia de Dios no es fácil, y el hombre por su misma naturaleza es
inconstante, entonces tiende volver atrás, algunos se quedan allí, otros luchan
constantemente con aquello que su propia concupiscencia desea.
DESARROLLO
El
versículo del pasaje resuena constantemente en nuestro corazón cuando batallamos
con aquellas cosas que parecían ya vencidas. Para algunos son los vicios, la
vanidad, su pasado y para otros el egoísmo, la mentira y la lujuria entre otros
pecados en los que caímos en el pasado, pero que apenas bajamos la guardia
pueden volver a tocar la puerta de nuestro corazón.
Muchos
son los cristianos a los que nos cuesta reconocer aquello con lo que
batallamos, algunos lidian con su carácter, otros con sus emociones lastimadas
o desbordadas, otros con sus deseos insaciables, otros con su dolor, otros con
la falta de perdón, otros con la pornografía, otros con la lujuria, otros con
la codicia, otros con un pecado oculto o una mentira. Todo verdadero cristiano
batallara contra algo en particular durante toda su vida, que en alguna época
de su vida fue el patrón. Si no es con su concupiscencia, puede ser algo de su
pasado, o su carácter, con lo que habrá de contender toda su vida de creyente.
Esta
lucha esta mediada por el descuido de lo espiritual, vivimos en un mundo caído,
que provoca al creyente para que salga a flote aquello que parecía sepultado al
conocer del Señor, su pecado. El creyente ha de combatir contra aquello que en
algún tiempo le domino, su propia concupiscencia. De modo que no podemos
descuidar la presencia de Dios en nuestras vidas, así como la lectura de las
escrituras y el mantener una relación íntima con el Señor. No podemos ser
complacientes con nuestra naturaleza carnal, debemos ejercer ese dominio propio
que nos da el espíritu para evitar caer en medio de la tentación que proviene
de aquello que deseábamos.
Siempre
hay un último pecado, algo que hemos descuidado o que nos controló en algún
tiempo contra lo cual no podemos relajarnos, pues es siempre una constante para
el creyente que desea ir en pos de Dios.
CONCLUSIÓN
No
podemos ser irresponsables y decir que no fue nuestra culpa, no podemos ser
descuidados con nuestra vida espiritual, no podemos darnos el lujo de dejar de
alimentar nuestra naturaleza espiritual, pues nuestra naturaleza carnal esta
activa en todo momento y todo está dispuesto para alimentarla a ella.
Si nos descuidamos solo podemos encontrar
tropiezos, y por último la caída. Es lo que corresponde al descuido, no podemos
decir que no sabíamos, debemos saberlo, la batalla estará planteada desde el
mismo momento en que nos convertimos al Señor. En mi tierra hay un dicho:
“soldado advertido no muere en guerra”, somos soldados en una batalla
espiritual, que se libra dentro y fuera de nuestro ser, pero aunque no podamos
controlar lo exterior, si podemos tener el control de lo que sucede en nuestro
interior.
Oremos,
Señor, ayúdanos en medio de nuestra debilidad, en medio del tedio espiritual,
en medio de la batalla contra aquello que no deseamos tener en nuestras vidas,
ayúdanos a vivir una vida santa, para mantenernos en comunión, perdona nuestras
ofensas y si hemos caído, no permitas que nuestros corazones se endurezcan por
el pecado y que podamos ir al arrepentimiento con diligencia, ayúdanos en tu
amor y gracia, amen.
Que hermosa reflexión. Muchas gracias por compartir, este bello pensamiento de la palabra de Dios
ResponderBorrarQue hermosa reflexión. Muchas gracias por compartir, este bello pensamiento de la palabra de Dios
ResponderBorrarExelentes predicas que hablan al corazon
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