RECONCILIACIÓN Y
RESTAURACIÓN
Luc 19:1-8 “Jesús llegó a Jericó
y comenzó a cruzar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo,
jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. Estaba tratando de ver
quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. Por
eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús
iba a pasar por allí. Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
--Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Así que se
apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto,
todos empezaron a murmurar: "Ha ido a hospedarse con un pecador." Pero
Zaqueo dijo resueltamente: --Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la
mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro
veces la cantidad que sea”.
INTRODUCCION
Todos nos equivocamos, todos
hemos cometido errores, o hemos pasado cosas que nos han herido; hechos que han
trastornado nuestras vidas, embarradas, mentiras, engaños, perdidas hacen parte
de casi todas las vidas de los seres humanos, que hacen que tengamos que
enfrentarnos a la verdad espiritual del perdón.
No nos gusta equivocarnos y más
cuando las consecuencias de aquellas cosas que no pensamos bien siguen vigentes
para toda la vida, y más cuando tenemos que lidiar con todo lo que ellos siguen
generando, incomodidades, problemas, disgustos, discusiones.
Casi todos hemos pasado por
problemas y dificultades que han generado heridas y el perdón ha sido algo
liberador, pero este proceso de reconciliación está incompleto si no hay
restauración. El perdón es todo un proceso que trae libertad, transformación y
crecimiento espiritual a quien lo practica.
DESARROLLO
Cómo todos pasamos pro problemas,
dificultades o situaciones que nos han herido hemos encontrado en Cristo la
oportunidad de perdonar, o de ser perdonados, todo un proceso de reconciliación
que ha traído hogares a la unidad, hijos a perdonar a padres, padres a perdonar
a hijos, reconciliación entre los hombres y sus heridas, algo que solo el perdón
divino podría lograr en el corazón orgulloso y vengativo del hombre. Pero este
proceso no puede completarse si además de la reconciliación, no se pasa a
restaurar aquello que se hizo.
Muchos experimentan que, a pesar
de haber pedido perdón, o de perdonar algo, parece que algo queda incompleto, y
es cierto, porque cuando somos heridos algo se pierde, algo de nuestra
dignidad, de amor propio, de dinero, algo que nos incompleta, se pierde, de
modo que se necesita de algo más. Y ese algo mas es la restauración.
Lo primero que se produce en el
hombre al experimentar el perdón, es la reconciliación, esa que ocurre primero
con Dios cuando le pedimos perdón con un verdadero arrepentimiento en nuestro corazón,
y luego con aquellos que nos hirieron al perdonarles, y en aquellos a quienes
pedimos perdón cuando somos nosotros los culpables de la ofensa o el problema.
Pero noto con mucha frecuencia que, aunque el perdón y la reconciliación han
surgido, la persona ofendida no se encuentra completa ante tal situación. Por
eso es que debemos comprender que luego de la reconciliación viene la restauración.
Esto lo podemos ver en la
historia de Zaqueo, Zaqueo experimenta un verdadero arrepentimiento y con ello
el entiende su condición, con el entendimiento viene la forma en que actúa,
primero decide dar la mitad de sus bienes a los pobres, y luego reconoce que si
ha defraudado o robado a alguien le devolverá 4 veces la cantidad que sea.
Primero se reconcilia con Jesús y
con el pueblo al que servía dando la mitad de sus bienes a los pobres, para
luego restaurar aquello que había defraudado o robado. Este es el proceso de restitución,
no es solo pedir perdón, es restituir aquello que se quitó, la honra, el
tiempo, la herida, la perdida. Todos necesitamos primero reconciliarnos con
Dios y con nuestro prójimo, para luego restituir aquello que es necesario que
sea restituido. Pero podemos preguntarnos que seria.
Si se ha robado o defraudado a
alguien se debe además del perdón, la restitución, si se ha herido se debe
pedir perdón y restituir la honra a esa persona, si un padre o una madre
abandona a sus hijos, estos no solo necesitan de su perdón, sino también de su restitución,
en cuidado, preocupación, honra, bendición para que el que se encuentre
ofendido pueda perdonar y ser librado de la carga que sostiene. El que ha
abandonado a su cónyuge debe pedir perdón y luego restituir en tiempo y honra a
su cónyuge.
CONCLUSION
Si la reconciliación
no se completa con la restitución, el proceso de sanidad interior de nuestro prójimo
o el nuestro propio quedara incompleto. Como no podemos obligar a nadie a que
lo haga, muchas veces tenemos que aprender a perdonar sin que se nos pida una
disculpa y a restituir lo que nos fue quitado en Cristo.
Pero tu
como creyente debes poner en práctica el perdón que trae reconciliación, y también
la restauración que trae sanidad al interior del corazón herido del hombre.
Se
necesitan creyentes valientes capaces como Zaqueo de desprenderse de sí mismos
para reconciliarse con Dios, el prójimo y restituir aquello que fue tomado o
quitado de forma abusiva.
Así
lograremos que el corazón de los padres se vuelva a los hijos, y que el de los
hijos se vuelva al de los padres, sanando a una sociedad herida que no solo
necesita el perdón y perdonar, sino que sea restituido todo aquello que les fue
quitado.
Oremos,
Señor permite que podamos reconocer nuestros errores y equivocaciones, las
consecuencias que vienen de ellos, y podamos con humildad pedir perdón y
perdonar para seguir con el ministerio de la reconciliación entre tú y los
hombres y entre los hombres, para que luego surja en nosotros la intensión de
restituir aquello que quitamos, amen.
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