lunes, 21 de marzo de 2016

TIEMPO DE REFLEXIÓN

Cuatro bueyes, que siempre estaban juntos, se juraron eterna amistad y, cuando el lobo los embestía, se defendían de tal forma que jamás eran vencidos y ninguno perecía. Viendo el lobo que estando los bueyes unidos no podía vencerlos, buscó el medio de indisponerlos diciendo a cada uno que los otros lo aborrecían. De esta manera logró infundir sospechas entre ellos que al fin rompieron su alianza y se separaron. Entonces el lobo los fue matando uno a uno. Antes de morir el último buey exclamó: "Sólo nosotros tene­mos la culpa de nuestra muerte, pues dando crédito a las intrigas del lobo, no permanecíamos unidos y le fue fácil devoramos".
Nunca dejemos que la amargura y las intrigas aniden en nuestro corazón... desechémoslas y avivemos sólo hermosos sentimientos.

Mateo 26:31 Entonces Jesús les dijo:  Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está:  Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.

Que fácil ha sido para el enemigo ganar las batallas en contra del pueblo de Dios, pues solamente tiene que generar discordia entre nosotros para lograr su cometido. El pueblo de Dios sufre porque fácilmente cree todo aquello que le dicen sin colocar alguna sombra de duda, aceptando todo como cierto sin cuestionarse primero. Como en la historia el lobo tuvo que generar discordia entre los bueyes para vencerlos, igualmente ocurre con nosotros si nos dividimos interiormente creyendo a lo exterior perderemos la batalla sin haberla comenzado, lo mismo ocurre para con la iglesia, si esta pone atención al exterior perderá cualquier batalla que emprenda. Por eso se hace indispensable poner todas nuestras esperanzas en el Señor y descansar en el, comprendiendo la imperfección nuestra y la de nuestros hermanos como seres en estado de perfeccionamiento continuo, que no tienen por qué ser como queremos, sino que debemos aceptarlos tal cual son y como Dios los ama, mientras les perfecciona en su amor y disciplina. Cargarse con los hermanos es muestra de inmadurez, pues solo un inmaduro creería en los engaños y mentiras de este mundo, mientras que aquel que Dios perfecciona no toma en cuenta lo exterior para guiar sus decisiones, no permite que la emoción le controle o le dirija, y toma en cuenta el consejo divino para obrar conforme a la fe. El versículo de hoy nos recuerda una estrategia que usa las tinieblas para dispersar a la iglesia “herir al pastor” para dispersar las ovejas. Pero ¿cómo se hiere a un siervo de Dios? Con el chisme, la mentira, el engaño y el falso testimonio. Muchos creyentes caen a diario en la murmuración y con ello se convierten en instrumentos de maldad. No permitamos que el engaño y la falsedad encuentren cabida, cuando podamos descubramos la mentira y confrontemos el engaño para no caer en las artimañas del enemigo, protegiendo a los pastores y a las ovejas que necesitan del amor divino.

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