Cuatro
bueyes, que siempre estaban juntos, se juraron eterna amistad y, cuando el lobo
los embestía, se defendían de tal forma que jamás eran vencidos y ninguno
perecía. Viendo el lobo que estando los bueyes unidos no podía vencerlos, buscó
el medio de indisponerlos diciendo a cada uno que los otros lo aborrecían. De
esta manera logró infundir sospechas entre ellos que al fin rompieron su
alianza y se separaron. Entonces el lobo los fue matando uno a uno. Antes de
morir el último buey exclamó: "Sólo nosotros tenemos la culpa de nuestra
muerte, pues dando crédito a las intrigas del lobo, no permanecíamos unidos y
le fue fácil devoramos".
Nunca dejemos que la amargura y las intrigas aniden en nuestro
corazón... desechémoslas y avivemos sólo hermosos sentimientos.
Mateo 26:31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta
noche; porque escrito está: Heriré al
pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
Que
fácil ha sido para el enemigo ganar las batallas en contra del pueblo de Dios,
pues solamente tiene que generar discordia entre nosotros para lograr su
cometido. El pueblo de Dios sufre porque fácilmente cree todo aquello que le
dicen sin colocar alguna sombra de duda, aceptando todo como cierto sin
cuestionarse primero. Como en la historia el lobo tuvo que generar discordia
entre los bueyes para vencerlos, igualmente ocurre con nosotros si nos
dividimos interiormente creyendo a lo exterior perderemos la batalla sin
haberla comenzado, lo mismo ocurre para con la iglesia, si esta pone atención al
exterior perderá cualquier batalla que emprenda. Por eso se hace indispensable
poner todas nuestras esperanzas en el Señor y descansar en el, comprendiendo la
imperfección nuestra y la de nuestros hermanos como seres en estado de
perfeccionamiento continuo, que no tienen por qué ser como queremos, sino que
debemos aceptarlos tal cual son y como Dios los ama, mientras les perfecciona
en su amor y disciplina. Cargarse con los hermanos es muestra de inmadurez,
pues solo un inmaduro creería en los engaños y mentiras de este mundo, mientras
que aquel que Dios perfecciona no toma en cuenta lo exterior para guiar sus
decisiones, no permite que la emoción le controle o le dirija, y toma en cuenta
el consejo divino para obrar conforme a la fe. El versículo de hoy nos recuerda
una estrategia que usa las tinieblas para dispersar a la iglesia “herir al pastor”
para dispersar las ovejas. Pero ¿cómo se hiere a un siervo de Dios? Con el
chisme, la mentira, el engaño y el falso testimonio. Muchos creyentes caen a
diario en la murmuración y con ello se convierten en instrumentos de maldad. No
permitamos que el engaño y la falsedad encuentren cabida, cuando podamos
descubramos la mentira y confrontemos el engaño para no caer en las artimañas
del enemigo, protegiendo a los pastores y a las ovejas que necesitan del amor
divino.
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