¿Han visto los girasoles? Se trata de una flor,
que gira siempre en busca del sol. Y es por esa razón que es popularmente
llamada girasol. Cuando una pequeña y frágil semilla de dicha flor brota en
medio de otras plantas, busca inmediatamente la luz solar. Es como si supiera,
instintivamente, que la claridad y el calor del sol le harán posible la vida.
¿Y qué le sucedería a la flor si la colocáramos en un lugar bien cerrado y
oscuro? Seguramente, en poco tiempo, se moriría.
Mat
6:31-34 Así que no se preocupen diciendo: '¿Qué comeremos?' o '¿Qué beberemos?' o '¿Con
qué nos vestiremos?' Porque los que no creen andan tras todas estas cosas, y el Padre
celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas les serán
añadidas. Por lo tanto, no se
angustien por el mañana, el cual tendrá
sus propios afanes. Cada día tiene ya
sus problemas.
Tal cual los girasoles, nuestro cuerpo físico
también necesita de la luz y del calor solar, de la lluvia y de la brisa, para
mantenernos vivos. Pero, no es sólo es el cuerpo el que necesita de cuidados
para proseguir firme. El espíritu, igualmente necesita de la luz divina para
mantener encendida la llama de la esperanza, la fe y el amor. Precisa del calor
del amor, de la brisa de la esperanza, de la lluvia de bendiciones que viene
desde lo alto por medio de la fe. Sin embargo, es necesario que hagamos
esfuerzos para respirar el aire puro, por encima de las circunstancias
desagradables que nos rodean. Muchos de nosotros permitimos que los vicios, la
pereza, el dolor, el afán, la preocupación ahoguen nuestras ganas de buscar la
luz y nos debilitamos día tras día como una planta mustia y sin vida y es
entonces cuando nos dejamos enredar en el zarzal de la haraganería, de la
desidia y reclamamos de la suerte sin hacer esfuerzos para salir de la
situación que nos desagrada. Y es allí, donde debemos recordar que para
poder crecer de acuerdo con los planes divinos, el Creador coloca a nuestra
disposición todo lo que necesitamos. Es en el amparo de Dios que podemos
recibir consuelo y fortaleza y seguridad en todos los momentos... La presencia
de Jesús en las horas de alegría o de
tristeza, nos debe impulsar hacia adelante. Son las posibilidades de
aprendizaje que surgen a cada instante en el recorrido, haciéndonos más claros
y preparados para decidir cuál es el mejor camino a tomar. Pero, ¿qué
sucede con nosotros cuando nos encerramos en la oscuridad de la depresión, el
dolor o de la melancolía y así permanecemos por voluntad propia?. Pues morimos.
Debemos entender que Dios tiene un plan de para cada uno de nosotros y que para
alcanzarlo, es preciso que busquemos los recursos disponibles. Es preciso que
imitemos al girasol. Que busquemos siempre la luz, incluso cuando las tinieblas
insistan en rodearnos. Es necesario buscar la luz que proviene de Dios; el
apoyo espiritual de Jesús en nuestras vidas es vital, para así no depender de
los amigos, la familia, o la pareja en los momentos más difíciles en que nos
sentimos desanimar pues cualquiera puede fallarnos accidentalmente o
intencionalmente. Es necesario buscar la ayuda de aquel que nunca nos
abandonara, pues conoce nuestras debilidades y nos espera con paciencia y amor
para perdonarnos, restaurarnos y bendecirnos, él es Jesús. Cuando
las dificultades y los problemas se hagan insoportables, intentando sofocar la
disposición para la lucha, recuerda a los girasoles y busca la luz divina a
través de la oración sincera. Así que
busquemos primero el Reino de Dios y su justicia a través de la oración y el
resto de cosas felicidad, paz, alegría, bendición, fe, esperanza y amor nos serán
añadidas, Buscas primero a Dios en tus dificultades? o es la última opción?.
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