ESTUDIO BIBLICO
Por: Camilo Sastoque M.
Rom
8:1 Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que
están unidos a Cristo Jesús,* ya no hay
condenación, juicio o sentencia adversa para los que están y permanecen en
unidad con Cristo.
Rom
8:2 pues por medio de él la ley
del Espíritu de vida me* ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Pues por medio de Cristo la ley o regulación del Espíritu
Santo que da vida a mi espíritu y me guía en mi corazón me da libertad del yugo, o poder que la ley
del pecado y la muerte ejercían sobre mi vida.
Rom
8:3 En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la
naturaleza pecaminosa anuló su poder;
por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra
condición de pecadores,* para que se ofreciera en sacrificio por el
pecado. Así condenó Dios al pecado en la
naturaleza humana, la ley de Dios o sus
mandamientos fueron anulados por el poder que opera en nosotros debido a
nuestra naturaleza pecaminosa inherente al ser humano, de allí que la ley no
pudo ejercer su poder para liberarnos, debido a que Dios conoce y entiende esto
envió a Jesús en similares condiciones del ser humano, no iguales porque el
nació libre de esta naturaleza de pecado, aunque fue tentado, rechazado y
puesto a prueba como todo ser humano, cuando habla de semejante a nuestra
condición lo habla con respecto a la naturaleza de pecado que opera sobre la
carne, que fue como Jesús se manifestó, hecho hombre, pero sin mancha ni pecado
para que pudiese ser ofrecido como cordero sin defecto a manera de sacrificio
por el pecado de la humanidad. Así fue dictada la sentencia sobre la naturaleza
de pecado la cual ha sido destinada para destrucción.
Rom
8:4 a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros,
que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Condenada nuestra naturaleza pecaminosa por el pecado que
opera en ella, las justas demandas de la ley o sea todo lo que ella expresa o
prohíbe se puede cumplir en nosotros, pues ya no vivimos para satisfacer las
demandas de esta naturaleza sino vivimos para satisfacer lo demandado por la
naturaleza espiritual que Dios ha renovado en nosotros por el Espíritu Santo.
Rom
8:5 Los que viven conforme a la
naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio,
los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del
Espíritu. Esta es una característica primordial de
todos aquellos aun creyentes que son dominados por la naturaleza pecaminosa y
es que fijan, ejercitan su mente, se entretienen o están siempre dispuestos
para los deseos que esta naturaleza pone en sus mentes para dominar su voluntad,
mientras que los que viven por el Espíritu, se sujetan y obedecen al Espíritu,
ponen, ejercitan, y están siempre dispuestos en su mente, corazón y voluntad
para hacer lo que Dios desea que hagamos.
Rom
8:6 La mentalidad pecaminosa es
muerte, mientras que la mentalidad que
proviene del Espíritu es vida y paz. Una mente contaminada y dominada por el pecado conduce a
muerte espiritual, mientras que una mente renovada por el Espíritu e su forma
de pensar conduce a vida espiritual y paz en nuestros corazones.
Rom
8:7 La mentalidad pecaminosa es
enemiga de Dios, pues no se somete a la
ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Una mentalidad contaminada por el pecado es enemiga de
Dios pues hace y contradice todo lo que proviene de Dios, no es capaz de
someterse debido a su orgullo y arrogancia que le hacen creer e indisponerse
contra la verdad, pues no tiene el poder para liberarse por sí misma por tanto
al someterse a ella se hace esclavo de ella.
Rom
8:8 Los que viven según la
naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Los
que viven s vida bajo el dominio del pecado y de la naturaleza de pecado en sus
vidas les es imposible por si mismos agradar a Dios, pues la naturaleza de
pecado es orgullosa y el orgullo es contrario a la humildad que pide Dios para
agradarle.
Rom
8:9 Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es
que el Espíritu de Dios vive en ustedes.
Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Sin
embargo los que se han unido a Cristo en su muerte, sepultura y resurrección
ahora viven según el régimen y la guía del Espíritu. Es un terrible error creer
que porque asistimos a una iglesia, porque tenemos una religión entonces por
ella y por nuestros supuestos actos de bondad entonces somos de Cristo, falso,
somos y le pertenecemos a Él, cuando tenemos a Su Espíritu, de allí que por más
que nos esforcemos por tratar de comportarnos como creyentes verdaderos al
final de los tiempos será revelada nuestra realidad espiritual, por eso debemos
anhelas ser bautizados con el Espíritu Santo y obedecer su guía siempre.
Rom
8:10 Pero si Cristo está en
ustedes, el cuerpo está muerto a causa
del pecado, pero el Espíritu que está en
ustedes es vida* a causa de la justicia. Cuando
vivimos y experimentamos un verdadero arrepentimiento o encuentro con Cristo,
empezamos un proceso de identificación con Cristo en su muerte la cual nos
permite llevar nuestra naturaleza pecaminosa a la muerte por el pecado que
habitaba y dominaba nuestro ser, mas luego de experimentar esta muerte al
cuerpo por causa del pecado entonces el Espíritu empieza a operar en nosotros,
trayendo vida espiritual, por medio de la justificación por Cristo.
Rom
8:11 Y si el Espíritu de aquel que
levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. El
cuerpo del hombre también debe pasar por un proceso de restauración por el
Espíritu, el cual le da vida y fortaleza para hacer la obra a la cual fue
llamado.
Rom
8:12 Por tanto, hermanos,
tenemos una obligación, pero no
es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Somos
deudores u obligados por la libertad puesta en nuestro corazón por el Espíritu,
de vivir conforme a la vida y deseos del Espíritu.
Rom
8:13 Porque si ustedes viven
conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a
los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Si permitimos que luego de haber muerto a la naturaleza
pecaminosa, esta vuelva a operar en nosotros ciertamente moriremos a la vida del
Espíritu, pero si por el contrario permitimos adentrarnos en la verdad por
medio del Espíritu entonces verdaderamente viviremos.
Rom
8:14 Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Si
permitimos conscientemente el guiar, conducir, dirigir, o exhortar del Espíritu
Santo bajo un régimen disciplinario entonces seremos verdaderamente hijos de
Dios, pues muchos resisten la guía del Espíritu.
Rom
8:15 Y ustedes no recibieron un
espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" Existe un espíritu que es un
arma de Satanás que es el espíritu de temor que abraza a quienes viven bajo el
dominio de la naturaleza pecaminosa, el cual sumerge a todo aquel que toca en un
profundo temor a la vida, la muerte y el perder, que somete y esclaviza a quien lo posee en
tristeza, frustración y una agonía constante. Mientras que el Espíritu de Dios
nos coloca en la posición de hijos ante Dios, permitiéndonos clamar y ser
escuchados, declarando a Dios como un padre amado, querido y respetado.
Rom
8:16 El Espíritu mismo le asegura a
nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Cuando
empezamos a experimentar la presencia de Dios por medio de Su Espíritu,
entonces El, pone en nosotros una convicción real tangible y confiable de
nuestra condición de hijos.
Rom
8:17 Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, pues si ahora sufrimos con
él, también tendremos parte con él en su
gloria. Y al ser hijos somos herederos o poseedores
de la herencia de Dios el Padre, y coherederos o participes de la herencia con
Cristo, que entendemos aquí, que hay varias herencias, una es la determinada
para los hijos, es una herencia del Padre que compartirá para con sus hijos, y
otra es la herencia del Hijo unigénito de Dios, Cristo, la cual repartirá a los
que sufren o experimentan con El, similares padecimientos, tendrán parte en su
gloria venidera. Aquí se establece una posición en el reino la cual será repartida
por el Padre y otra por el Hijo.
Rom
8:18 De hecho, considero que en nada se comparan los
sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. El sufrimiento para el creyente no debe ser tomado como
una maldición o una sostenida desobediencia aunque venga en algunas ocasiones
como consecuencia de nuestros pecados, es importante entender que muchos de los
sufrimientos que experimentamos y experimentaremos los viviremos para
experimentar una mayor gloria, un mayor peso de la gloria de Dios revelada en
nosotros.
Rom
8:19 La creación aguarda con
ansiedad la revelación de los hijos de Dios, cuan
maravillosa es esta escritura, la creación aguarda y anhela con ansiedad y
desesperación la profunda manifestación o revelación de los hijos de Dios, no
en la nueva tierra y los nuevos cielos, sino ahora donde lo podemos
experimentar por la gracia de Dios por medio de Jesucristo.
Rom
8:20 porque fue sometida a la
frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así
lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza la creación fue sometida y ha vivido y
experimentado una gran frustración, vanidad e inutilidad porque así lo dispuso
el Creador al momento en que el hombre cayó en pecado y lo que había sido
sometido al hombre experimento también su afrenta.
Rom
8:21 de que la creación misma ha de
ser liberada de la corrupción que la esclaviza,
para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pero Dios en su sabiduría ha dispuesto la libertad de la
creación quitando el yugo de corrupción que la esclaviza, y así permitir que la
gloriosa libertad de los hijos de Dios se manifieste en ella.
Rom
8:22 Sabemos que toda la creación
todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. La creación gime, llora en unidad
como si estuviese experimentando dolores de parto, para quien no sabe lo que es
un dolor de parto, es el tipo de dolor con el nivel más elevado, ningún dolor
humano es similar a este, son los más fuertes y prolongados que un ser humano
puede experimentar, así que la creación sufre inmensamente mientras espera la
manifestación de los hijos de Dios, gime bajo la presente degradación,
esperando y anhelando la revelación de esta gloria que es el fin y la
consumación de su existencia.
Rom
8:23 Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como
hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Nosotros también tenemos “al Espíritu por primicias” de
nuestra plena redención (2Co_1:22), el cual amolda el corazón a la norma
celestial, atemperándolo para su futuro medio ambiente. Esperando que la
adopción o posición como hijos que se dará bajo la disciplina del Espíritu,
redima nuestro cuerpo del dominio del pecado.
Rom 8:24 Porque en
esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es
esperanza. ¿Quién espera lo que ya
tiene? Cuál es entonces nuestra esperanza y por la
cual somos salvados? Pues en la esperanza de la transformación que sufrirá
nuestro cuerpo. Porque en esta esperanza
somos salvos [o “fuimos salvados”]—esto es, es más bien una salvación en
esperanza de una transformación venidera. Porque el sentido de la misma palabra
es: la expectativa de que algo aun futuro
se convertirá en presente. Y cuando
llega lo esperado, ya no se esperaremos más, no esperamos lo que ya tenemos que
es la primicia del Espíritu.
Rom
8:25 Pero si esperamos lo que
todavía no tenemos, en la espera
mostramos nuestra constancia. Cuando esperamos o
confiamos recibir lo que aún no poseemos, tenemos o vemos, tenemos que
esperarlo con paciencia, perseverancia y constancia.
Rom
8:26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Cuando
esperamos tendemos a debilitarnos y a desconfiar y es allí donde el Espíritu
acude a ayudarnos para que podamos perseverar y confiar. Quien tiene la
confianza de creer en lo que debe pedir y cómo hacerlo?, seguramente ninguno,
pero el Espíritu intercede a favor nuestro con palabras o sonidos que no pueden
expresarse pero que van de acuerdo con lo que Dios quiere, con su perfecta
voluntad. No es que los creyentes se confundan con respecto a lo que deben
pedir, ya que se les han dado indicaciones extensas sobre este particular; sino
lo difícil que es pedir lo que conviene “como se debe”.
Rom
8:27 Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Sabemos
que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los
que él ha llamado de acuerdo con su plan. Dios
siempre examina nuestro corazón porque allí es donde se encuentran las
verdaderas intenciones de todo lo que pensamos, decimos o hacemos y donde el
Espíritu pone la convicción e el creyente para que este pueda obrar conforme a
la voluntad de Dios. Dios en su infinito poder ha preparado cada prueba, cada
decisión, cada camino que el creyente decida seguir para que quienes
verdaderamente lo aman por sobre todas la cosas y han sido llamados por El, a
cumplir un plan específico, todas las cosas estén a su favor, aun tristezas,
perdidas, dolores, enfermedades no podrán detener el plan de Dios y todo será
para bien nuestro.
Rom
8:28 Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para
el bien de quienes lo aman,* los que han sido llamados de acuerdo con su
propósito. “No puede ser que aquel de quien, y por
quien, y para quien son todas las cosas, permita que dicho propósito sea
frustrado por cosa alguna que nos sea contraria, y que no haga que todas las
cosas, las obscuras como las claras, las torcidas como las derechas, cooperen
para el adelanto y para la final consumación de su alto designio”
Rom
8:29 Porque a los que Dios conoció
de antemano, también los predestinó a
ser transformados según la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Se mencionan dos cosas, “presciencia,” y
“predestinación,” y la una es la causa de la otra y ambas pertenecen a la
soberanía absoluta de Dios. Queriendo decir que Dios ha predestinado desde
antes a los que habían de recibir la salvación. Se podría pensar que entonces
para que predicar si Dios ha dispuesto ya los que han de salvarse, entonces
para que misiones o preocuparse por predicar y enseñar pero no es así, Dios ha
dispuesto todo para todos puedan conocerle y ser llamados a esta gracia por
medio del mensaje del evangelio y para luego ser transformados a imagen de
Jesús. Dios ha dado a conocer su sabiduría a toda la humanidad para que no
tenga excusa, su conocimiento ha sido trasmitido por medio de los hombres, y la
naturaleza, solo aquellos que son predestinados y llamados se humillan y le
reconocen, entonces pueden conocerlo y alcanzar el propósito para el que han
sido llamados, para ser transformados a imagen de Jesucristo y así Él sea el
primogénito de muchos hermanos que siendo adoptados por el Señor entonces pasan
a ser sus hijos. Cualquiera sea la interpretación de este pasaje debemos
predicar el evangelio para llamar a salvación a todos los que Dios ha dispuesto
que sean llamados por el.
Rom
8:30 A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Después de conocerle y recibir el propósito para el cual
han sido predestinados, entonces nos llama a su presencia mediante el
arrepentimiento, nos justifica en Cristo el único justo, para luego
transformarnos a la gloria de Jesús.
Rom
8:31 ¿Qué diremos frente a
esto? Si Dios está de nuestra
parte, ¿quién puede estar en contra
nuestra? No podemos presentar ningún argumento ante
lo que Dios ha dispuesto para nosotros; si Dios está resuelto y ocupado
en llevarnos hasta alcanzar la meta, todos nuestros enemigos deben ser enemigos suyos, y “¿quién pondrá espinos y abrojos en batalla contra él?”
(Isa_27:4). ¡Qué consuelo más eficaz hallamos aquí! Y no sólo esto: también la
gran promesa ya está dada. Si Dios está sobre
nosotros a favor nuestro, y por amor nos ha dado esta tremenda promesa quien
entonces podrá actuar o ponerse en contra nuestra, cuando hacemos la voluntad
de Dios.
Rom
8:32 El que no escatimó ni a su
propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? Cuán
grande es el amor de Dios para con aquellos que le conocen, y son justificados
en Cristo, que Dios no fue cauteloso,
ni se abstuvo en su carácter
perdonador, e indulgente, con el cual permitió o entrego a Cristo por nosotros
y para que a través de Él, pudiéramos alcanzar todas las cosas espirituales y
la riquezas de su reino; algunos han tergiversado esta promesa para volverla un
principio de prosperidad material, aquí no se habla de que Él nos dará en abundancia
todo lo que egoístamente, vanidosamente, y con una mentalidad pecaminosa
queramos tener, lo que Él ha dispuesto es su favor, bondad, perdón o rescate para nosotros en abundancia.
Rom
8:33 ¿Quién acusará a los que Dios
ha escogido? Dios es el que justifica. Quien nos llamara a cuentas, nos incriminara o nos
acusara cuando es Dios quien nos ha escogido para ser justificados en Cristo.
Rom
8:34 ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por
nosotros. Quien condenara, si Jesús está sentado al
lado del padre, para defender nuestra causa, quien más sino El, que conoce la
debilidad humanidad, que entiende el corazón del hombre. Satanás antes odia
entrar a la presencia de Dios como lo muestra el libro de Job y establecer un
juicio sobre alguien en particular (Job 1:6), pero ahora Jesús está allí para
defender a los que han sido justificados mediante su sacrificio. La diestra del
rey era antiguamente el puesto de honor (1Sa_20:25; 1Ki_2:19; Psa_45:9), y
significaba participación en el poder y gloria reales así que Jesús ha sido
hecho participe de la gloria real del Padre. Jesús intercede siempre usando su
ilimitada influencia ante Dios a nuestro favor.
Rom
8:35 ¿Quién nos apartará del amor
de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre,
la indigencia, el peligro, o la violencia? Quien
no puede separar luego de estar unidos a Él, ni las dificultades, o nuestras
emociones desbordadas, ni las necesidades físicas, ni las necesidades
materiales, ni nada que venga en contra nuestra podrá separarnos de su amor,
eso no quiere decir que nunca podremos atravesar por ellas, algunas veces podrá
ocurrir pero nuestra esperanza es esta, que el amor de Cristo siempre nos
acompaña y nunca nos abandona.
Rom
8:36 Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de
muerte todo el día; nos tratan como a
ovejas destinadas al matadero."*. Nos vemos asediados en todo momento al vivir por la
causa de Cristo por muchas cosas que quieren venir en nuestra contra para
apartarnos de Dios, tratándonos como a ovejas destinadas al matadero, o sea sin
ningún cuidado o trato especial, sino como el de condenados a muerte.
Rom
8:37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. De modo que cualquier
cosa que pueda ocurrir no nos va vencer, pues somos más que simples vencedores,
tan lejos están ellas de “separarnos del amor de Cristo”, que justamente “por
medio de aquel que nos amó” somos victoriosos sobre ellas.
Rom
8:38 Pues estoy convencido de que
ni la muerte ni la vida, ni los ángeles
ni los demonios,* ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, Pablo
menciona que está plenamente convencido, confiado asegurado en que ni la vida
del alma, ni la muerte con todo su poder e influencia, ni los ángeles que
tienen poder, ni los demonios que tratan de influenciar nuestros pensamientos,
ni las circunstancias que vivimos, ni el futuro, ni ningún otro poder.
Rom
8:39 ni lo alto ni lo
profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que
Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. Continua
con que ni lo alto de los cielos, ni las profundidades del abismo, o ninguna
criatura establecida puede ejercer influencia sobre nuestras vidas para
apartarnos del inmenso amor que Dios manifestó a través de Cristo para con los
que le han recibido y empezado su transformación a imagen y semejanza del
Señor. Cuán ennoblecedor el pensamiento de que los complicados movimientos del
gobierno divino están todos coordinados expresamente para procurar el “bien” de
los elegidos de Dios.