lunes, 30 de abril de 2012

TIEMPO DE REFLEXION


Había una vez un rey en una remota isla. Dicho rey aburrido por todo lo que veía y todo lo que hacía y que ya no encontraba gracia a nada, decidió hacer una visita a la isla vecina donde habitaba un gran sabio que de todo te daba razón y esto le llamo mucho, que ni tarde ni perezoso salió en su busca. Fueron varios los días de viaje, tan cansados que el rey durmió todo el viaje soñando y pensando con encontrar las respuestas más sinceras y seguras del mundo, las respuestas de cómo ser más alegre, divertido y sobre todo ser mejor gobernante cada día. Así pasaron los días y este rey pensando de todo; le pregunta a su capitán que cuando arribarían a la otra isla y este le contestó que ya estaban en las orillas de la famosa isla del sabio, el rey se alegró tanto que tan pronto encallaron bajo y corrió por el puerto preguntando por el sabio tan famoso que tantas cosas había escuchado de él. Se encuentra con un anciano de ropas rasgadas y de aspecto muy humilde y le dice: "oye tú, mendigo, donde está el sabio que habita esta isla". El anciano contesta "no lo sé todo mundo viene preguntando por ése sabio y en esta isla hay tan solo unas cuantas gentes como yo". Él rey le dice: "¿cómo? ¿que no hay ningún sabio en esta isla?", el anciano le vuelve a contestar: "no, no hay ningún sabio que yo sepa, ¿bueno para que quiere ver a ese sabio?",le cuestiona el anciano. El rey molesto replicó: "para que me diga el secreto de cómo ser más feliz, como ser mejor gobernante y todo lo bueno de la vida".  Entonces el anciano le dice "pregúntame a mí, que yo te ayudaré", a lo que el rey se ríe con tremenda carcajada y de pronto se queda serio, y le dice: "¿tú un anciano mal vestido y por lo que veo, mucho muy ignorante me vas a decir lo que solo un sabio me puede decir?". Él anciano le contesta: "No necesito traer ropas lujosas como tú, ni necesito riquezas o tropas para ser sabio, lo único que yo necesito es mí cabeza y mí paciencia. Tú, rey de la isla vecina, me preguntaste por un sabio y aquí no lo hay. Han venido cientos de reyes y demás gobernantes a buscarlo y no lo han encontrado. Sólo han hablado conmigo. Tan pronto terminan de hablar conmigo se retiran riéndose y diciendo que viajaron tanto que tuvieron tiempo para pensar muchas formas de solucionar sus problemas y que yo termine dándoles la llave para ser mejores, pero ¿no seporque?". Termina diciéndole el viejo al rey. El rey se da la media vuelta y se dirige pensativo hacia su barco pero tan pronto da unos pasos se voltea hacia el anciano y le dice: "Gracias famoso sabio de la isla, me haz dado la llave de cómo ser mejor gobernante, de cómo ser más divertido, de cómo tener más paciencia. Me has enseñado que primero me debo de encontrarme a mí mismo con mis pensamientos, con mis actos y mis deseos, sólo así seré mejor. Gracias, famoso sabio de la isla vecina". El anciano, atónito se rasca la cabeza y se dice a sí mismo: "Por eso no salgo de esta isla, afuera todos deben de estar locos, con eso de estar pensando cómo ser mejores y aliviar sus penas. No, no, no, yo estoy mejor aquí con mi ignorancia y mi humilde persona, lo único que hago es escuchar a toda esa gente que viene y preguntarles. Solo por eso me dicen sabio".

Hechos 28:27  Tienen el corazón endurecido, tapados están sus oídos y cubiertos sus ojos. Por eso no pueden entender, ni ver ni escuchar. No quieren volverse a mí, ni quieren que yo los sane.”»
La sabiduría proviene de Dios, y es un tesoro precioso para aquellos que la hayan, y solo puede ser parte de nosotros cuando somos capaces de callar y escuchar la voz de Dios que te llama a la sensatez, al arrepentimiento, y te permite tener la humildad de reconocer tus errores y aprender de ellos, alguien dijo que la sabiduría es saber y hacer, pero muchos son los que saben pero no hacen, así que en un mundo en donde parece estar perdida la sabiduría del saber y hacer, Dios es el único que nos puede ayudar. Aquellos a quien les es difícil escuchar un concejo, o una exhortación les será más difícil alcanzar la sabiduría pues su terquedad y orgullo no les permitirá ver sus propios errores, ni la forma de cambiar. Escuchar es el comienzo para adquirir sabiduria, pero escucha mas y habla menos.

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