LA OBEDIENCIA DE JESÚS
Mat 3:13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al
Jordán para ser bautizado por él.
Mat 3:14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú
vienes a mí?
Mat 3:15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos
toda justicia. Entonces le dejó.
Mat 4:5 Entonces el diablo le llevó a la santa
ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,
Mat 4:6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate
abajo; porque escrito está:
A sus
ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán,
Para que no
tropieces con tu pie en piedra.
INTRODUCCIÓN
Para mí como creyente es sorprendente ver la
tenacidad con que Jesús obedece al Padre en todo, todo lo hizo conforme al
designio de la voluntad de su Padre, y eso me confronta tremendamente con mi
insulsa voluntad. Mientras veo a un Jesús aguerrido venciendo los ataques del
enemigo, yo batallo con cosas más sencillas en las cuales a veces caigo por
descuido. Ver su obediencia siempre es y será inspirador para nosotros sus
discípulos.
Luchamos a diario con la desobediencia de nuestra
naturaleza carnal, que nos impulsa a ir tras cosas vanas, a seguir los impulsos
de la emoción, a vagar en los espacios de la mente sin tener un lugar a donde
ir, el ser creyente estaría perdido de no ser por la ayuda del Espíritu Santo a
nuestras vidas, por medio del cual podemos empezar a someter todo pensamiento,
toda emoción, ejercer dominio propio y tener el poder de conquistarnos a
nosotros mismos.
DESARROLLO
Jesús es ejemplo de lo que debemos vivir por eso su
ejemplo en vida de la obediencia completa al Padre. En el primer caso podemos
ver el bautismo de Jesús. Jesús se somete al Padre para cumplir con lo que ha
sido dispuesto y entonces va a Juan y aunque este reconoce que quien debería
bautizarse debería ser él, Jesús le responde que es necesario cumplir con lo
que el Padre había dispuesto de antemano por boca de sus profetas. Que
tremendo, tuvo que rebajarse a ser siervo para ser bautizado por Juan, cuando
debiera haber sido el quien lo bautizara, pero no fue así porque así el Padre
lo dispuso y Jesús obedeció.
El siguiente acto de obediencia lo vemos en la
confrontación con el diablo, en la segunda parte de la confrontación el diablo
le lleva al pináculo del templo, la parte más alta de este y le dice conforme a
la escritura que se lance que de seguro el Padre enviara a sus ángeles para que
su pie no tropiece, pero Jesús conociendo la voluntad del Padre con valor le
confronto y le dice: escrito esta: no pongas a prueba al Señor tu Dios. Jesús
reconocía que haber saltado de aquel lugar había sido un acto flagrante de
desobediencia, pero sometido a la voluntad divina salió airoso a desarrollar su
ministerio.
La mente y la emoción del hombre son el caldo de
cultivo para la desobediencia, mientras la mente nos confunde con la lógica, la
emoción nubla nuestro entendimiento por su exaltación, ninguna de las dos nos
conduce a la obediencia porque si hubiésemos estado en el lugar de Cristo
seguro hubiésemos tomado el atajo, y nos hubiéramos justificado de alguna
forma, pero Jesús decidió obedecer, aunque le costara, aunque le tocara
rebajarse y humillarse, lo hizo y eso tiene que servirnos de ejemplo, a cuantos
nos cuesta humillarnos, entregarnos, confiar, cuantos tomamos los atajos para
hacernos ricos, para hacer las cosas, sin importarnos las consecuencias de
nuestros actos.
La desobediencia es la característica universal del
hombre, es su naturaleza caída, pero cuando el hombre responde al llamado de Dios
y este le conforma a su voluntad nos vamos a encontrar obedeciendo cuando antes
había sido imposible, nos vamos a ver alejándonos de la maldad, cambiando
nuestra forma de hablar, dejando de lado aquello que nos hace daño y que le
hace daño a los demás, nos encontraremos haciendo cosas que jamás creímos
posibles como dejar vicios, pecados y emociones que eran toxicas y nos
sumergían en la maldad.
CONCLUSIÓN
Si el testimonio de amor de Cristo puede servir de
algo, que sirva para que nos confronte su obediencia y servicio para con el
Padre. Volvámonos a la obediencia que es bendición para el que la pone en
práctica, Dios no bendice al que más da, ni al que más predica, ni al que más
hace, Dios bendice a quien le obedece sin importar lo que esto le pueda
acarrear.
Pero también recuerda que aunque tropecemos su
gracia nos recibe con amor para que nos volvamos a él reconociendo nuestro
pecado, temor o error, para encontrar la fuerza necesaria para volver con más
fortaleza y valor.
Oremos, Señor queremos obedecer tal cual lo hizo Jesús,
entendemos que somos seres desobedientes y que nos cuesta poner por obra tu
voluntad, pero con tu ayuda podemos encontrar la gracia necesaria para seguir
adelante, amen.
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe
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