lunes, 10 de noviembre de 2014

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Cuando Susan se enteró que estaba embarazada, se preocupó mucho, pues hacía dos años que había superado la barrera de los 40 años y era consciente de los riesgos que entrañaba su embara­zo. Aunque vivía en Estados Unidos, donde es permitido el aborto, como cristiana comprometida desechó las insistentes voces de sus amigos y junto a su esposo Michael confiaron el embarazo al Señor. Kenneth nació aparentemente como un niño normal, sin embargo, las conclusiones del pediatra fueron contundentes: había nacido con Síndrome de Down, aunque no presentaba los típi­cos rasgos "mongoloides" que conllevan los que sufren este mal. Desde ese día sus padres decidieron darle todas las estimulaciones y esfuerzos para que pudiera valerse por sí mismo, además de una fe en Dios y en su Palabra. En la escuela especial, conoció a Benny que se convirtió en su compañero de aventuras y juntos destacaban entre el resto de los niños. Fueron creciendo y ambos se convirtieron en jóvenes atléticos y generosos. La disciplina con la que los formaron les permitió entrar en el equipo de atletismo para las Olimpiadas Especiales de Atlanta. No les fue difícil clasi­ficar para los 100, 200 Y 400 metros.
El día de las competencias, mientras los padres de Kenneth lo observaban expectantes desde las gradas, él hizo una oración, corrió con todas sus fuerzas, ganando así los 100 metros. Michael y Susan lloraron de alegría cuando se entonó el himno de la Unión mientras contemplaban el listón y la medalla de oro que colgaba en el pecho de su hijo. En los 400 metros, salió en primer lugar y se mantuvo así hasta la recta final, sin embargo, a pocos metros de la meta se detuvo y se retiró de la pista ante el asombro de la multitud. Sus padres le preguntaron con cariño: "¿Por qué hiciste eso, Kenneth? Si hubieras seguido, ¡habrías ganado otra carrera y por lo tanto otra medalla!". "Pero mamá -contestó Kenneth con inocencia- yo ya tengo una medalla; en cambio ¡Benny, todavía no tiene una!".

Pro 18:24  Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.

La amistad es una relación entrañable que no puede ser coincidencia, se necesita para construirla de ese amor fraternal que menciona la escritura, nadie debería tener por amigo a alguien que le lleve a la ruina. Muchos son lo que no saben escoger o diferenciar a sus amigos, de aquellos que los quieren arruinar. Un – disque amigo- es aquel que solo piensa en sí mismo, que no te escucha cuando quieres desahogarte, que no le importan tus necesidades, que no te involucra en sus sentimientos y sueños, es aquel que no piensa en cómo puede servirte. Mientras un amigo no piensa en sus limitaciones para servir, más bien se preocupa con ahínco por entregarse por su amigo. Considera amigo a aquellas personas que te aportan un consejo, una ayuda, un aliento, animo, y amor, ellos son tus verdaderos amigos, quienes de seguro te llevaran a la verdad y no te conducirán a la ruina. La historia de hoy es maravillosa porque es un ejemplo de vida, compasión y amor por el otro, primero de unos padres hacia su hijo, y luego de un joven a su amigo. Necesitamos más jóvenes y padres como estos, comprometidos con servir y apoyar el crecimiento de jóvenes que puedan hacer un mundo mejor en medio de la mentira y el engaño. Necesitamos más valientes que puedan pasar sobre si mismos para darse en amor a los demás, como un todo, en unidad y amor.

GUÍA DE ESTUDIO

A quien te está guiando Dios para entregarle más?
Piensas demasiado en ti mismo?
Te preocupan las necesidades de tus amigos, padres y hermanos?

Dejarías de ganar algo, para que otro gane?

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