miércoles, 17 de abril de 2013

ESTUDIO BÍBLICO 1 CORINTIOS 2


ESTUDIO BÍBLICO
Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe

1Co 2:1  Así que,  hermanos,  cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios,  no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. 
El desarrollo intelectual griego fue un elemento importante en la preparación del camino para el evangelio, pero no logró regenerar al mundo, lo que demostró que para esto hacía falta un poder sobrehumano, por esta razón Pablo y de igual manera nosotros debemos aprender cada día a confiar en Su poder y no en nuestras habilidades o conocimientos, pues la obra no crece por nosotros sino por El.
1Co 2:2  Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo,  y a éste crucificado. Pablo nos da la clave para poder manifestar el poder de Dios, la negación de sí mismo por lo tanto se propuso anunciar el evangelio lejos de sus posibilidades y consagrar su mente y corazón para dar a conocer a Cristo y la cruz.
1Co 2:3  Y estuve entre vosotros con debilidad,  y mucho temor y temblor; 
Cuando Pablo menciona su debilidad hace grande la gracia por la cual fue llamado y redimido en Cristo, reconocer esta verdad es humillarse y someterse a Dios reconociendo su inmenso amor inmerecido. Su temor y temblor eran debidos a la seriedad y compromiso por su misión.
1Co 2:4  y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría,  sino con demostración del Espíritu y de poder, 
Hablar de manera persuasiva es muy eficaz para atraer a las personas, pero no para transformarlas, pues esta última solo depende del poder de Dios en el Espíritu. Ni sus palabras en privado, ni su predicación en público fueron persuasivas en métodos humanos como la retórica o la filosofía, sino por la operación, demostración y manifestación del Espíritu de Dios en él, afectando los corazones y las vidas de sus oyentes de manera permanente.
1Co 2:5  para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres,  sino en el poder de Dios. 
Es decir, para que no deba su origen ni su continuación “a la sabiduría de hombres”. Solo mediante la afectación permanente de los oyentes por el poder de Dios para su transformación puede fundamentar nuestra fe y confianza en el Señor, pues también fortalece sus cimientos para seguir al Señor sin importar las consecuencias.
1Co 2:6  Sin embargo,  hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez;  y sabiduría,  no de este siglo,  ni de los príncipes de este siglo,  que perecen. 
Sin embargo, la predicación del evangelio, lejos de ser contraria a la verdadera “sabiduría” es una sabiduría infinitamente superior a la de los sabios del mundo. La sabiduría que se menciona allí no consiste en la doctrina sino en los principios y misterios espirituales profundos que son comprendidos y aplicados por los que han madurado en su fe, sólo aquellos que se han perfeccionado en la experiencia y el conocimiento cristianos, pueden comprender la verdadera sabiduría. Los que han sido perfeccionados en Cristo son distintos no solamente de los hombres mundanos y carnales, sino también de los niños en Cristo, que si bien están “en Cristo,” retienen mucho de lo “carnal,” y no pueden por tanto entender las verdades profundas de la escritura.
1Co 2:7  Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio,  la sabiduría oculta,  la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 
los misterios y la sabiduría oculta que menciona Pablo son el desenvolvimiento de los tesoros del conocimiento espiritual, una vez escondidos, en los consejos de Dios mas ahora anunciados a todos, los cuales serán comprendidos inteligentemente en proporción a la medida en que la vida interior del oyente sea transformada a la imagen de Cristo. Hablamos de algo que una vez fue oculto, pero que ahora es revelado; está oculto a los que han sido segados por el príncipe de este mundo, pero ha sido revelado a los que por su gracia hoy le reciben como Señor y Salvador para que su gloria sea también la nuestra. Estos misterios no sólo existieron antes que la sabiduría del mundo, sino que han existido eternamente antes que el mundo mismo con sus siglos.
1Co 2:8  la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció;  porque si la hubieran conocido,  nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 
Nadie que habiendo conocido o entendido los misterios que se esconden en la escritura acerca de la redención y la salvación que traería Cristo, hubiese permitido que Él hubiese sido crucificado
1Co 2:9  Antes bien,  como está escrito:
 Cosas que ojo no vio,  ni oído oyó,
 Ni han subido en corazón de hombre,
 Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 
Esta cita inspirada en Isa 64:4, expresa que nadie, oh Dios, fuera de ti ve o comprende estos misterios, y Dios nos los ha revelado por su Espíritu.
1Co 2:10  Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;  porque el Espíritu todo lo escudriña,  aun lo profundo de Dios. 
Los secretos de la revelación están velados para algunos, no porque aquellos que los conocen no quieran revelarlos, sino porque aquellos que los escuchan no tienen la voluntad, o el poder, para comprenderlos. Por tanto, sólo aquellos que son enseñados por el Espíritu conocen estos secretos, pues el Espíritu que todo lo escudriña o examina en nuestro ser, aun las profundidades más inhóspitas de Dios las conoce, el Espíritu se deleita en explorar las infinitas profundidades de su propia mente divina para revelárnoslas conforme a nuestra capacidad para comprenderlas. Esto prueba la personalidad y la divinidad del Espíritu Santo. La divinidad no puede ser separada del Espíritu de Dios, así como la humanidad no puede ser separada del espíritu del hombre.
1Co 2:11  Porque  ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre,  sino el espíritu del hombre que está en él?  Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios,  sino el Espíritu de Dios. 
Que hombre conoce las cosas del hombre sino su propio espíritu que está en unidad en él, de igual manera el Espíritu Santo que habita en unidad con el Padre puede conocer la esencia de Dios que está en sí mismo.
1Co 2:12  Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,  sino el Espíritu que proviene de Dios,  para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 
y ya que por gracia hemos recibido este precioso don, que es su Espíritu, para que podamos entender lo que nos ha sido concedido como la salvación, la redención, la justificación en Cristo.
1Co 2:13  lo cual también hablamos,  no con palabras enseñadas por sabiduría humana,  sino con las que enseña el Espíritu,  acomodando lo espiritual a lo espiritual. 
Y ya que estos son términos de sabiduría espiritual no solo los hablamos sino que también los comprendemos, de modo que por la enseñanza del Espíritu acomodamos la inspiración y revelación divina aplicando las palabras espirituales a las cosas espirituales. Por eso entender ciertos conceptos espirituales es tan complicado para los que apenas comienzan en la fe o para los que permanecen inmaduros, mientras  que para los han sido perfeccionados por el Espíritu Santo entender o comprender ciertas revelaciones se hace más fácil.
1Co 2:14  Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,  porque para él son locura,  y no las puede entender,  porque se han de discernir espiritualmente. 
Ser guiado y enseñado por el Espíritu como el apóstol Pablo, requiere sujetar y dar muerte a la naturaleza carnal y a todo argumento, que permanece  en el hombre, para que aprenda a discernir lo espiritual libre de la influencia de la lógica, el pensamiento y la emoción. Para quien trata de percibir la guía del Espíritu mediante la intuición debe aprender a dejar de lado su naturaleza carnal, nadie en quien la naturaleza carnal del hombre domine puede entender o discernir lo espiritual porque para él está fuera de toda lógica y se hacen infructuosos sus intentos por comprenderlo, pues han de ser percibidos por el espíritu del hombre.
1Co 2:15  En cambio el espiritual juzga todas las cosas;  pero él no es juzgado de nadie. 
Mientras el hombre carnal, o sea aquel quien es dominado por su naturaleza carnal no puede ni siquiera discernir y juzgar las intenciones que provienen de su propio corazón como podrá entonces discernir las cosas que provienen del espíritu, en cambio el espiritual lo juzga o discierne todo pues no está sujeto a su vieja naturaleza, sino que en cambio la domina en el Espíritu  y por la guía del Espíritu puede juzgar y discernir la verdad, quien puede entonces juzgarle si lo que él entiende, juzga o discierne es la verdad?. La iglesia y el creyente son infalibles e impecables, sólo en proporción al grado en que sean guiados por el Espíritu. 
1Co 2:16  Porque  ¿quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién le instruirá?  Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. Quien conoce la verdad?, quien le instruye o enseña? sino el Espíritu que es el único que tiene acceso a ella y nos la puede dar a conocer, por eso solo mediante el crecimiento y disciplina espiritual a la que se somete voluntariamente el creyente puede alcanzar a discernir el pensamiento o la mente de Cristo. 

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