lunes, 19 de noviembre de 2012

TIEMPO DE REFLEXION




Cuenta Un hombre que en el campo, a algunas gallinas les sucede que apenas ponen los huevos llega la comadreja y se los come. ¿Porque? Porque la gallina comete la imprudencia de ponerse a cacarear y su enemiga, esa especie de ratón grande que se llama comadreja, apenas oye el cacareo se da por informada de que hay huevos puestos y se viene para devorarlos. Y el hombre saca esta conclusión. Así le pasa a quien anda contando, publicando y cacareando las limosnas que reparte, viene su enemigo, que es la vanidad, y le roba los premios que se iba a conseguir para el cielo, y las bendiciones de Dios.
Mat 6:1-4  Cuando ustedes hagan una buena acción, no lo anuncien por todos lados; de lo contrario, Dios su Padre no les dará ningún premio. Si alguno de ustedes ayuda a los pobres, no se ponga a publicarlo en las sinagogas ni en los lugares por donde pasa la gente; eso lo hacen los hipócritas, que quieren que la gente los alabe. Les aseguro que ese es el único premio que ustedes recibirán. Cuando alguno de ustedes ayude a los pobres, no se lo cuente a nadie. Así esa ayuda se mantendrá en secreto, y Dios el Padre, que conoce ese secreto, les dará a ustedes su premio.
Cuantas veces alardeamos de los que hacemos o damos a los demás y a nuestra propia casa queriendo vanagloriarnos de esas buenas obras que hechas en lo secreto sin que nadie se entere, Dios ha dispuesto para recompensarnos, para aquellos que no buscan la gloria de este mundo sino la gloria de Dios; debemos reconocer que lo que tenemos no proviene de nosotros, lo tenemos y administramos por la gracia y misericordia de Dios, creer que lo que tenemos o hemos alcanzado, lo hemos hecho por nuestro propio esfuerzo solo deja ver la arrogancia y vanagloria con la que vivimos y decimos amar a Dios por sobre todas las cosas. Nuestro ser está contaminado de vanidad, egoísmo y mentira, porque creer que somos buenos cuando damos algo, no esto arrogancia?, cuando todo lo bueno proviene de Dios, si hiciéramos las cosas con mayor humildad cada cosa que damos la estaremos sembrando para recoger frutos de paz, amor y bendición para nuestras vidas, nuestra familia y para con los demás. Que hipócritas somos cuando hacemos las cosas para que los demás nos vean, cuando Dios conoce nuestro corazón y ve las verdaderas intenciones con las que lo hacemos, es tiempo de cambiar de dar en mayor medida para con los que lo necesitan, y haciéndolo no para recibir el reconocimiento de los demás, sino el de Dios.

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