lunes, 12 de noviembre de 2012

TIEMPO DE REFLEXION




Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos, muy piadosos. Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. Eran viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos pensamientos. En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y se fugó por la ladera. Los monjes avisaron con rapidez al abad. El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó: "¿Qué has hecho? Me has dejado con un solo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa." "Señor, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos". El abad le dijo "Bueno, toma el tercer rollo. Si no se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz." y lo dejó ir con el tesoro. Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. Estimaron que se había comportado débil con el rapaz, y que era el monasterio el que había perdido. Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio. Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó. Pidió hablar con el superior: " Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Cuando me alcanzaste, todo me esperaba menos que tuvieras la generosidad como para darme el tercer rollo, la confianza en mí como para creer el valor de mi necesidad y que todavía me dijeras que estábamos en paz, perdonándome con mucha sinceridad. Eso me ha hecho cambiar. Mi vida se ha transformado". Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente. El abad recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento. Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba. El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha, la conmoción, del poder incalculable de poner la otra mejilla.
Mat 5:39-42   Pero yo les digo:  No resistan al que les haga mal.  Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha,  vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa,  déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro,  llévasela dos.  Al que te pida,  dale;  y al que quiera tomar de ti prestado,  no le vuelvas la espalda.
El mundo se envanece en grandes palabras que demuestren amor a quien no le gusta que le digan palabras de amor, pero el verdadero amor no se halla en las palabras, se encuentra en las acciones, Jesús nunca demostró o trato de demostrar su amor con palabras pues nunca explícitamente en la escritura encontramos una palabra de amor, siempre lo demostró con acciones, cuando unos sacerdotes judíos lo enfrentaron con una mujer que según la ley Judía debía ser apedreada, él no la condeno, sino que con amor la recibió y dejo al descubierto las verdaderas intenciones de los hombres que querían matarla, cuando fue golpeado y ultrajado no contesto, cuando fue insultado sus palabras no profirieron nada en contra de aquellos hombres, aun en la cruz fue capaz de orar y pedir por aquellos hombres para que ese pecado no les fuera tomado en cuenta y pudieran alcanzar la salvación, además tuvo la osadía de entregar su vida por nuestros pecados aun cuando poco o nada hemos hecho por buscarle. Cuantos actos de amor más tiene que demostrarte Dios para que empieces a creer, para que obedezcas lo que Su palabra ordena, no bastan las palabras, pues nadie siente verdadero amor con ellas, el verdadero amor se demuestra cuando más difícil parece el ponerlo en práctica, cuando nos lastiman y Dios te pide que perdones, cuando obras mal y Dios te dice que debes resarcir tu error, son hechos no palabras las que el mundo espera de aquellos que se dicen ser Cristianos, el mundo espera que mostremos el amor de Dios para con los necesitados, para con nuestra familia y para con nuestra sociedad, al rebajar nuestro orgullo y reconocer nuestra necesidad de Dios y de su perdón solo en Dios habita el verdadero amor, un amor sin egoísmo, sin mentira, sin odio ni rencor. Así como el hombre de la historia nosotros desobedecimos a Dios tomando lo que nos dio, esta vida, nuestro hogar, la familia y las cosas materiales para robarlas, destruirlas y malgastarlas, como aquel ladrón, pero Dios en su infinita misericordia nos alcanzó y nos entregó el siguiente papiro, el regalo más grande que pudiéramos haber recibido, que fue Jesús quien se entregó en la cruz del calvario para que viviera por nosotros el castigo que merecíamos por nuestra desobediencia, dándonos perdón al recibirle, creer y obedecerle a Él, cuando vemos este acto de amor, por nosotros pecadores, que no merecíamos este amor, allí y solo allí podremos ser verdaderamente libres para reconocer nuestra necesidad por el amor de Dios y para resistir y amar a quien nos hace daño, a aquel que nos lastima, a quien nos roba, a quien toma de lo nuestro sin permiso, y a quien nos necesita. Que podamos poner en práctica el amor, y no sea solo de palabras sino de hechos para cambiar un mundo que necesita menos palabras de amor y más hechos, más fidelidad, más entrega, más pasión, y más ayuda.

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