El esfuerzo EXTRA es lo que separa al ser superior del
mediocre; al profesional del aficionado; al héroe del general; al desprendido
del caritativo; al ganador del competidor; al amigo del conocido; al sabio del
culto; al invencible del perdedor. En ese EXTRA que se saca de donde nadie
sabe, cuando ya las fuerzas no alcanzan, cuando la noche acecha y la soledad
quiere invadir el espíritu, es cuando los hombres crecen. Ahí es donde se
prueban las voluntades y donde el hombre se hace más hombre porque reconoce el
poder divino de la esperanza y el valor inquebrantable de la fe. Pero hay también
aquellos que en su diario y común vivir hacen de sus horas libres un continuo
EXTRA. EXTRA son los días cuando en un anonimato voluntario comparte su tiempo
con unos ancianos o con unos enfermos; las horas que un maestro aporta en su
tiempo libre para preparar mejor una clase; los momentos que un médico batalla
en silencio para salvar a un paciente que no conoce. EXTRA es salirse de la
comunicación técnica y preguntarle al compañero por sus hijos y su familia. EXTRA
es el detalle de dar gracias, sonreír y saludar a aquel con el que te cruzas.
EXTRA es decir una palabra agradable, es ceder el paso, es no solo acordarse
del cumpleaños de alguien, sino hacerle saber que no lo olvidas. EXTRA son
muchos actos que distinguen al hombre educado del cortés, al generoso del
egoísta, al social del intratable. EXTRA es bendecir a Dios por su bondad, por
habernos enviado la lluvia que calma la sed y nutre las plantas, por ser
capaces de disfrutar de la belleza del mar y del sol, que son regalos de Dios para
nuestros ojos y espíritu. EXTRA es alabar cada amanecer porque nos brinda un
comienzo limpio y nuevo, diferente del de ayer. EXTRA es terminar cada día
dando gracias por el hoy a Dios, que nos permitió unas horas con nuestros
compañeros de viaje, y que tal vez estuvo pleno de retos. EXTRAS que nos
sirvieron para saborear en toda su extensión las recompensas implícitas de
nuestros actos EXTRAS.
Hebreos 12:1 Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan
grande de testigos, despojémonos del
lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con
perseverancia la carrera que tenemos por delante.
Solo aquellos que están
comprometidos con su fe, viven la vida como el deportista que se prepara para ganar
la carrera, se alimenta con lo mejor, se entrena con lo mejor, y se dispone
para lo mejor a diferencia del que solo quiere participar, pues aunque no lo
hacemos por un premio o un título en este mundo, o hacemos por el premio más
grande entregado por Dios a la humanidad, la vida eterna, como no prepararse?,
como no dar lo mejor?, como no dedicar tiempo extra para nuestro entrenamiento
espiritual?, para dejar de lado lo que nos impide avanzar y terminar la
carrera, como la pereza, el egoísmo, la vanagloria, la envidia, el dolor, la
tristeza, el apego a las cosas materiales y a los afectos, cuantos
verdaderamente nos preparamos para terminar la carrera, pues parece que nos
preparamos en algunas ocasiones solo para algunos tramos, no para la carrera
completa. Dar lo mejor de ti muchas veces implicara dar horas extras, energía extra,
esfuerzos extras, y amor sin medida.
Waooo hermosas palabras impresionan
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