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domingo, 20 de abril de 2014

PREDICA DOMINICAL - UNA IGLESIA SIN DISCIPULOS


UNA IGLESIA SIN DISCIPULOS

Mat 7:21  No todo el que me dice: Señor,  Señor,  entrará en el reino de los cielos,  sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

INTRODUCCION

Vivimos en tiempos que requieren de un mayor entendimiento de las escrituras, de oración constante y de un discernimiento espiritual curtido para no caer en las trampas que dispone el enemigo. La iglesia cada día es más liviana, mas adaptada a nuestros deseos y gustos. Hay mayor variedad de predicadores que han caído en los sutiles engaños de las enseñanzas sin fundamento bíblico, hemos dispuesto a nuestra alma para degustar de los placeres que este mundo nos ofrece a través de la iglesia.

El compromiso, entrega y pasión de los discípulos de antaño, ya no se ve reflejado en los discípulos de ahora, el ego hace parte notoria de los predicadores y de los líderes de la iglesia, la envidia corroe el liderazgo de la iglesia, las posiciones han quitado la oportunidad de servir, las críticas y juzgamientos llenan los pasillos de los templos.

La iglesia vive adormecida por un mundo que la mantiene distraída en la televisión, en los afanes por el éxito, en la búsqueda de satisfacer los deseos de la carne, y muchos se han convertido en bellos durmientes dentro de la iglesia.

Vivimos en una iglesia moderna que busca más la fama, que al Señor, que canta canciones que nada tienen que ver con el evangelio, que sutilmente idolatra a quienes deberían servir, que engaña con predicaciones sobre el tema de moda el oído del incauto, que se preocupa más por la activitis dentro de la iglesia, que por ir a predicar el mensaje que se nos ha encomendado.

Con tristeza profunda y con conocimiento, de mi parte por caer en todas ellas, de vivir engañado, de escuchar mensajes y profecías engañosas, hemos de despertar iglesia, para formar más discípulos que seguidores.

DESARROLLO

El versículo de hoy nos debe confrontar con una realidad espantosa para todo creyente, y es el hecho de que muchos llegaran al Señor y le dirán Señor, una palabra que no usan los ateos, o los inconversos, es una palabra religiosa, de creyentes, nadie le dice Señor a alguien que al menos en su poco entendimiento no reconozca que Dios es Señor, lo cual abarca predicadores, servidores, apóstoles, profetas, a casi todos dentro de una iglesia. Esta palabra es usada por seguidores así como por discípulos, el problema no está en conocer la palabra, sino en que esta palabra se vuelva una verdad a la vida del creyente.

Muchos pueden decirlo, pero sus acciones demuestran con claridad que Jesús no es Señor en sus vidas, muchos pueden asistir a la iglesia, y decir en sus oraciones que Jesús es Señor, pero en sus corazones, mentes y acciones, Él no lo es.

La iglesia en donde pululaban los discípulos, se ha convertido en la guarida de seguidores cobardes que viven de una espiritualidad prestada, el discipulado bíblico ya no se practica, ahora se ha convertido en un sistema humano, que pervierte el sentido bíblico del mismo.

Con preocupación he visto con mis propios ojos, que los predicadores se preocupan más por las cuentas por pagar, los bolsillos que llenar, que por formar verdaderos discípulos. Las iglesias de hoy, no forman discípulos, o no conocen ni siquiera el sentido del mismo. Un discípulo es alguien que ha sido tocado por Dios, que empieza a percibir un hambre y sed por la justicia, el conocimiento y la revelación divina que necesita ser saciada, es alguien que anhela servir, ser útil en el reino, en el  servicio para con la comunidad y para con la congregación. El discípulo no busca lo suyo, busca lo de su Señor, ha aprendido a desprenderse de todo, y ha aprendido a seguir la guía divina.

El discípulo en un ser en perfeccionamiento, que no depende de un sistema, es libre, y como tal está aprendiendo a depender de Dios, no del hombre, sabe que debe servir a las autoridades de la iglesia, del gobierno, de su trabajo, no por obligación, sino por amor. El discípulo se está trasformando en un vaso vacío, que deja de estar lleno de sus propios prejuicios para conformarse a la naturaleza divina.

Muchos llegaran a Dios llamándole Señor, pero el responderá conforme a la relación que se tiene. Al que no tiene ninguna relación le apartara, pues no le conoce; pero al que si le conoce, le permitirá entrar en el Reino, a su reposo, en la eternidad.

CONCLUSION

Por eso en una iglesia en donde faltan discípulos el llamado es para volver al discipulado bíblico, y dejar de lado todo sistema del hombre, a permitir que Dios obre en nuestros corazones a través de las escrituras, de la vida misma, de los errores y de las enseñanzas, para que por Su gracia podamos ser verdaderamente discípulos suyos.

 En una iglesia donde la apatía reina, donde el dolor ajeno ya no es importante, en donde la enseñanza bíblica es floja, en donde el servicio se ha cambiado por la posición, se necesitan discípulos conforme al corazón de Dios, que vuelvan a la verdad, que desenmascaren toda mentira, que libren al pueblo de Dios de todo engaño y para ello necesitamos valentía, entendimiento, y Su presencia.

Sin El no somos nada, no podemos pretender que formamos discípulos cuando en realidad lo que estamos formando son servidores para nuestros propósitos, cuando adoctrinamos seguidores para hacer cumplir nuestras visiones, cuando la visión de Dios ha sido abandonada.

Espero que despiertes y que busques ser un discípulo verdadero, eso no te o van a enseñar en tu iglesia, eso te lo va a enseñar Dios. El dispondrá de todas las cosas para hacerlo, porque el discipulado no depende de nosotros, depende completamente de Dios, de manera que no trates de hacer lo que a Dios corresponde, más bien obra conforme a tu llamado, servicio y propósito, vaciándote a ti mismo, para que puedas ser conformado a imagen y semejanza suya.

Oremos, Señor, permítenos el privilegio de ser verdaderos discípulos, de servir a tus propósitos, de recibirte como el Señor de nuestras vidas, y que nuestros pensamientos, palabras y acciones demuestren que tú eres el Señor de nuestras vidas, amen.

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