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lunes, 7 de abril de 2014

TIEMPO DE PREFLEXION



Cerca de Tokio vivía un gran samurái ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provoca­ción: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una, inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven  e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurái, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.

Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.

Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-.

Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. A final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.         "         

Desilusionados por el hecho de que el maestro, aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: "¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mos­trarte cobarde delante de todos nosotros?".

El maestro les preguntó: "Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?". "A quien intentó entregarlo", respondió uno de los alumnos.

"Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maes­tro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo".

Santiago 4:7  Someteos,  pues,  a Dios;  resistid al diablo,  y huirá de vosotros.

El mundo pretende siempre involucrarte en su dolor, en su angustia, en su afán, en su tristeza, en su perdición, por eso intentara por todos los medios hacerte caer, hacerte hablar, porque son nuestras palabras y no las que otros sueltan, las que contaminan nuestro ser. Es fácil caer en el juego de la persuasión, Satanás intentara persuadirte para que pienses, hables y obres conforme a sus deseos, pero Dios ha dispuesto el libre albedrio en nosotros para que podamos elegir siempre con virtud, con amor, y con perdón. La historia de hoy, es también nuestra historia, todo en la vida esta dispuesto para que puedas elegir el mejor camino, pero en ti Dios ha puesto la capacidad de elegir, tú decides si respondes al ataque, o si por el contrario lo evitas; para poderlo evitar se necesita comprender quien eres verdaderamente, porque si no lo sabes, entonces podrás creer que lo que te dicen, sus insultos, sus calumnias, sus mentiras son reales, y entonces, caerás. Más si por el contrario, evitas la confrontación, eres paciente y perseveras con fe, entonces descubrirás que tu enemigo se cansara, y se ira derrotado, muchos creen que el que grite más o el que más declare en contra del enemigo (Satanás) es el mejor, o el vencedor, pero eso está lejos de la verdad, quien resiste con paciente, quien confronta la mentira con la verdad, ese es el vencedor, similar a la historia que acabamos de leer, el samurái vencedor fue quien pudo evitar el ataque haciendo caso omiso de sus insultos. Satanás intentara someter tu vida a través del mismo sistema, tratara de convencerte de las mentiras, insultos, y ofensas, para que luego de que ataque con rabia, dolor y rencor, pueda acertarte su mejor golpe, pero quienes conocen sus artimañas, saben que no deben responder a sus provocaciones, más bien con sabiduría esperaran, resistirán y confrontaran al enemigo con las escrituras dejando sin argumentos a quien quiere hacernos caer. El pasaje bíblico así mismo lo expresa, y es contundente, muchos rápidamente responderán con más insultos, con golpes, con odio y rencor, pero los hijos de Dios actúan de manera diferente, ellos harán caso omiso de la ofensa, perdonaran al ofensor y vivirán en paz, resistiendo las embestidas que el enemigo tiende para nuestras vidas, pero la victoria comienza con la obediencia y el sometimiento de nuestro ser a la voluntad divina, sin ello, resistir será imposible y pronto brotara de nosotros la naturaleza carnal en la cual solo hay perdición.

GUIA DE ESTUDIO

¿Te han insultado, golpeado, u ofendido?, ¿Cómo respondiste?

¿Has sometido tu voluntad a la voluntad de Dios?

¿Has vivido alguna vez las consecuencias de haber respondido antes de haber resistido? ¿Qué piensas ahora?

¿Sabes cómo confrontar al enemigo con las escrituras?

¿Cuál es el mejor regalo que podemos dar a la humanidad?

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