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domingo, 9 de septiembre de 2018

PREDICA DOMINICAL - SU CORAZÓN ESTA LEJOS DE MI



SU CORAZÓN ESTA LEJOS DE MI

Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;
Isaías 29:13 RVR1960

INTRODUCCION

Hoy en día podemos encontrar bellas canciones en nuestras iglesias, grandes predicaciones, toda una parafernalia de luces y cosas hermosas en ellas, pero lo que más falta en nuestras congregaciones es la pasión por Dios.

La gente busca más el entretenimiento que la oración, más la abundancia de bienes, que el ayuno, más la compañía del hombre, que la de Dios, vivimos en tiempos difíciles como aquellos que menciona Isaías, en donde el temor de Dios no es más que algo que los hombres han recibido como enseñanza, que algo que se viva y ponga en práctica a diario.

Las personas que salieron de la religión tradicional están volviendo a adoptar la misma religiosidad en otra denominación, dicen amar a Dios, honrar a Dios, cantan hermosas canciones de amor, pero su corazón está lejos de Dios. Nos hemos vuelto fríos y tibios apartados de Dios.

DESARROLLO

En aquel tiempo del profeta Isaías, el pueblo de Israel vivía de forma religiosa, cumplía con lo que la ley exigía, pero nadie quería acercar su corazón al Señor. ¿Por qué?  porque es fácil vivir en automático, realizando ciertas cosas que nos hacen pensar: "que bien estamos", "le estamos cumpliendo a Dios", cuando en realidad no sentimos lo que hacemos, no estamos apasionados por lo que hacemos. Existen muchos predicadores, pero pocos ungidos, la diferencia radica en que el predicador depende de su ingenio y conocimiento, el ungido de la presencia de Dios en su vida. 

Nos hemos vuelto profesionales del ministerio, cantamos, alabamos, predicamos, servimos porque hay que hacerlo, pero no lo hacemos con pasión. De allí que oigamos predicaciones sin unción, predicadores que hablan más de sí mismos que de las escrituras, creyentes que tienen su mente en las cosas de este mundo, más que en las cosas de Dios.

Una iglesia que no arde en pasión por el evangelio, se preocupa más por las críticas, los que hablan mal, los que no van, los que no hacen, pero una iglesia que arde en amor por Dios y está cercana a él, procura siempre buscarle, sin importar los números, se dedica a aquello que se le encomendó y solo en lo necesario se ocupa de exhortar a la verdad.

Dios está harto de hombres que se acercan de labios y apariencia, el está buscando hombres que se acerquen a su intimidad, que sean cercanos, que puedan escucharle y dar a conocer lo que él quiere transmitir.

CONCLUSION

Abandonemos toda hipocresía, toda apariencia falsa y seamos sinceros primero con nosotros mismos y luego con Dios, dejemos de temer más a los hombres y lancémonos por aquello que Dios quiere que hagamos.

Abandonemos toda alabanza y adoración sin pasión, encendámonos con el fuego que trae la unción, y que solo es posible en la medida en la que nos exponemos al fuego de la presencia de Dios.

No puede haber números de convertidos reales sin oración, ayuno, y entendimiento de la palabra. Muchas iglesias se engañan si creen que por los números que manejan, son más exitosas o bendecidas, al final el fuego revelara sus frutos, por eso enfoquémonos en lo que verdaderamente importa, buscar de Dios y poner nuestro corazón en él.

Hay miles de personas que se dicen creyentes, pero su corazón está lejos de Dios, porque no perdonan, porque no obedecen, porque no buscan de Dios, siguen mejor a su pastor o líder espiritual y menos las enseñanzas de nuestro maestro Jesucristo.

Acerquémonos a Dios, aunque duela, aunque incomode, aunque muramos en el intento, vale más vivir una vida consagrada a Dios, que una vida llena de lujos y posesiones materiales.

Oremos, Señor que nuestro corazón se acerque a ti, y que encendidos por el fuego de tu unción, nos volvamos con pasión a hacer tu obra, a alabarte y a servirte con amor, amen. 

 Por: Camilo Sastoque
Ministerio Unidad de la Fe





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