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lunes, 2 de diciembre de 2013

TIEMPO DE REFLEXION


Si descubriéramos que sólo nos quedan cinco minutos para decir todo lo que deseamos decir, todas las casetas telefónicas estarían ocupadas por personas que llaman a otras para decirles que las aman (Christopher Morley).
En una clase que doy a personas adultas, recientemente hice lo "imperdonable". ¡Dejé tarea a los alumnos! La tarea era "acercar­se durante la siguiente semana a alguien a quien amen y decirle que lo aman. Tiene que ser alguien a quien nunca le hayan dicho esas palabras con anterioridad o, al menos, con quien no las ha­yan compartido desde hace mucho tiempo".
No parece una tarea muy difícil, hasta que nos detenemos a ana­lizar que la mayoría de los hombres en ese grupo tienen más de 35 años y fueron criados en la generación a la que le enseñaron que expresar las emociones no es de "machos". El demostrar los sentimientos o llorar (¡ni Dios lo quiera!) no se hacía. Por lo tanto, fue una tarea muy amenazante para algunos.
Al principio de nuestra siguiente clase, pregunté si alguien deseaba compartir lo sucedido cuando confesaron a alguna persona que la amaban. Esperaba plenamente que una de las mujeres se ofreciera como voluntaria, como casi siempre era el caso, pero esa noche, uno de los hombres levantó la mano. Parecía bastante conmovido y un poco impresionado. Cuando se puso de pie (su estatura es de 1.88 metros) empezó a decir: "Dennis, la semana pasada me enfa­dé bastante contigo cuando nos dejaste esta tarea. No sentí que tuviera a alguien a quién decir esas palabras; además, ¿quién eras tú para sugerirme que hiciera algo tan personal? Sin embargo, cuan­do conducía hacia mi casa, mi conciencia empezó a hablarme. Me dijo que sabía con exactitud a quién necesitaba decir 'te amo'. Hace cinco años, mi padre y yo tuvimos un altercado y nunca lo solucio­namos desde entonces. Evitamos vemos, a no ser que sea absolu­tamente necesario, como en Navidad y en otras reuniones familia­res. Incluso entonces, apenas si nos hablamos. Por lo tanto, el mar­tes pasado, cuando llegué a casa, me había convencido a mi mis­mo que le diría a mi padre que lo amaba.
Es extraño, pero el solo hecho de tomar esa decisión pareció qui­tarme un peso de encima. Cuando llegué a casa, me apresuré a entrar para comunicarle a mi esposa lo que iba a hacer. Ella ya estaba en la cama, pero la desperté. Cuando se lo dije, no sólo se levantó, sino que lo hizo con rapidez, me abrazó y, por primera vez en nuestra vida matrimonial, me vio llorar. Permanecimos levantados hasta la medianoche, bebiendo café y charlando. ¡Fue maravilloso! A la mañana siguiente, me levanté temprano y alegre. Estaba tan entusiasmado que apenas si pude dormir. Llegué temprano a la oficina y logré hacer más en dos horas que lo que hacía antes en todo un día.
A las 9:00 a.m., llamé a mi papá para ver si podía visitarlo después del trabajo. Cuando contestó el teléfono, sólo dije: ‘¿Papá, puedo visitarte esta noche después del trabajo? Tengo algo que decirte...'. Mi papá respondió malhumorado: '¿Y ahora qué?' Le aseguré que no tomaría mucho tiempo y finalmente aceptó. A las 5:30 p.m., estaba en la casa de mis padres y llamaba a la puerta, orando para que papá abriera la puerta. Temía que si mamá la abría, yo me acobardara y se lo dijera a ella en vez de a él. Sin embargo, por suerte papá abrió la puerta. No perdí tiempo. Di un paso y dije: 'Papá, sólo vine a decirte que te amo'. Fue como si mi papá se transformara. Ante mis ojos, su rostro se suavizó, las arrugas parecieron desaparecer y empezó a llorar. Extendió los brazos, me abrazó y dijo: 'También te amo, hijo, pero nunca he podido decírtelo'.

Era un momento tan precioso que no quería moverme. Mamá se acercó con lágrimas en los ojos. Yo sólo moví la mano para saludarla y le di un beso. Papá y yo nos abrazamos durante un momento más y después me fui. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan maravillosamente. No obstante, ese no es mi punto. Dos días después de esa visita, mi papá, que tenía problemas cardíacos, pero que no me lo había dicho, sufrió un ataque y terminó en el hospital, Inconsciente. No sé si logrará recuperarse. Por lo tanto, mi mensaje para todos ustedes en la clase es este: No esperen para hacer las cosas que saben necesitan hacer. ¿Qué habría sucedido de haber esperado para decírselo a mi papá? ¡Tal vez no vuelva a tener la oportunidad! ¡Tomen tiempo para hacer lo que necesitan hacer y háganlo ahora!".

2Ti 4:2  Predica la Palabra;  persiste en hacerlo,  sea o no sea oportuno;  corrige,  reprende y anima con mucha paciencia,  sin dejar de enseñar.

Col 4:5  Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo,* aprovechando al máximo cada momento oportuno.

El tiempo que tenemos tiene un valor incalculable cuando lo vemos desde la perspectiva de Dios, cada segundo que pasa, cada minuto, cada hora, está dispuesta para que la aprovechemos de manera que podamos llegar a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestra pareja, a nuestra sociedad, con el mensaje de Dios, para que llevemos el mensaje de amor más grande que jamás haya existido, la verdad; pero parece ser que son más las ocasiones en las que desperdiciamos nuestro tiempo en cosas que no tienen sentido, en cosas que nos apartan de Dios, en cosas que nos mantienen adormecidos, y sin fruto, si tuvieras tan solo un día de vida que harías?, si solo pudieras decirle unas pocas palabras a tus seres queridos, que le dirías?. Así como el hombre de esta historia no sabemos cuál es el momento propicio para decirle a alguien que le amamos, de compartirle la verdad, de llamarlo al arrepentimiento en Cristo, por eso debemos aprovechar cada momento que Dios permite en nuestras vidas para hacerlo, pero hagámoslo con sabiduría, dejando de lado, todo argumento, toda altivez, todo orgullo y prejuicio, permitiendo que Dios use nuestro tiempo para darse a conocer, para que con nuestro amor hacia ellos, puedan verle a Él. El versículo de hoy nos llama a aprovechar cada momento, como si fuese el ultimo, como el momento que Dios ha dispuesto para mostrarse a través tuyo, como vivirías si a partir de hoy, pensaras que es la última vez que veras a esta persona, que es la única oportunidad que tienes de compartirle el amor de Dios, de decirle la verdad no solo con nuestras palabras, sino también con nuestras acciones, pidamos a Dios sabiduría para comportarnos con aquellos que aún no creen en el evangelio, y que nosotros mismos no seamos piedra de tropiezo para que puedan llegar a la verdad, que seamos instrumentos de Su gracia y bondad para con cada persona que podemos compartir así sea un momento.

 

GUIA DE ESTUDIO

En crees que estas desperdiciando tu tiempo?

Has aprovechado tu tiempo en predicar con tu ejemplo o con la palabra?

Les has dicho a tus seres queridos que los amas? O aun sigues guardando resentimiento?

A quien has de predicarle el evangelio hoy?

Que has estado postergando que Dios quiere que hagas ahora?

Con quien debes compartir más tiempo?

Sabes de alguien que pueda necesitar tu compañía o consejo?

Estas compartiendo con tus seres queridos tiempo de calidad?

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