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domingo, 1 de diciembre de 2013

PREDICA DOMINICAL - LA MEDIDA EN QUE TE RINDES ES LA MEDIDA EN QUE PUEDES MOSTRARLE



LA MEDIDA EN QUE TE RINDES ES LA MEDIDA EN QUE PUEDES MOSTRARLE

 
PASAJE:
1Pe 5:6  Humillaos,  pues,  bajo la poderosa mano de Dios,  para que él os exalte cuando fuere tiempo;

 

INTRODUCCION

Miles de creyentes hoy batallan más en sus vidas con la depresión, con su ego, con las dificultades, y problemas, con su sexualidad, con vicios, con el afán, con la falta de perdón, con el adulterio, con la ira, con la pornografía, la pereza y con muchas cosas más, no porque sea el designio de Dios, sino porque son incapaces de rendir sus vidas ante Dios, en esas áreas, para encontrar libertad y victoria.

Que áreas hay en tu vida que aun te encuentras con batallas constantes para conquistar, anhelas una vida de bendición, en Su presencia, orar más, ayunar más, dar más, pero no puedes, entonces es tiempo de que reconozcas que necesitas rendir esa área ante Dios o quieres seguir viviendo como lo has hecho?.

DESARROLLO

Rendirse ante Dios, no es solo decirle me rindo, porque puedes decirlo fácilmente, pero requiere que este acto nazca del interior, que se produzca en la misma presencia de Dios, que Él sea quien te guie a hacerlo, porque no lograras nada con solo decirlo, sino proviene de tu comunión con el Señor, es allí donde las batallas, donde los problemas, donde las áreas que nos faltan por rendir tienen que ser rendidas, y la rendición viene con la humillación de nuestro ego, bajo la poderosa y soberana mano de Dios, porque es allí en donde nuestro ser encuentra descanso, donde podemos saber con exactitud lo que hemos de hacer o decir, es allí donde podemos vernos tal cual somos, sin máscaras, sin cosas que esconder.

Rendirse no es fácil, porque es luchar contra tu más fiero adversario, tú mismo, luchas contra lo que has creído, contra tus prejuicios, contra tus argumentos, con los cuales has vivido durante años, y con los cuales te has sabido defender y mantener firme, por eso rendirse no es fácil, es salir de tu conformidad, de lo que te hace ser quien has sido, mas Dios hoy te confronta para que le puedas manifestar a Él, para que puedas ser libre, para que puedas ser bendecido para bendecir.

La medida de rendición en cada área de nuestras vidas, manifiesta el peso de gloria que nuestro ser soporta por la gracia divina, cuanto mayor es la rendición de tu ser en un área, mayor es tu comprensión de la verdad allí, cuando mayor es tu entendimiento de la verdad, mayor es la rendición de tu conocimiento, de tu mente a Dios, cuanto mayor es la rendición de tu voluntad a El, mayor es tu santidad, cuanto mayor es la rendición de tu ego, mayor es la libertad que experimentas en Dios, cuanto mayor es tu rendición a Dios en lo que haces, mayor es el alcance y bendición para aquellos a quienes llegas.

 

CONCLUSION

Qué esperas para humillarte a ti mismo?, de seguro no quieres seguir batallando con aquellas cosas que han hecho  miserable tu vida, pero ahora que lo sabes, vas a seguir permitiéndolo?, seguirás segado por tu orgullo, humíllate para que en su debido tiempo Dios te exalte, no será cuando tú quieras, será cuando Él lo permita y sepa que todo en ti ha sido rendido voluntaria e incondicionalmente, sin pedir nada a cambio, porque hacerlo para lograr algo, sigue siendo ego, y no puedes permitir que ello te desvíe del propósito divino para tu vida, familia, y tu ciudad.

No es fácil hacerlo,  y si lo vas a hacer que no solo sea de palabra pide a Dios la fortaleza para rendir aquello que más te cuesta, aquello que más te ha hecho sufrir, es tiempo de cambiar, de levantarte y continuar, para que puedas decir como Pablo en Gal 2:20  “He sido crucificado con Cristo,  y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí.  Lo que ahora vivo en el cuerpo,  lo vivo por la fe en el Hijo de Dios,  quien me amó y dio su vida por mí”. Estas son las palabras de un hombre que aprendió que el éxito del creyente no depende de su propia fuerza, sino de cuanto se ha rendido a Dios en cada área de su vida, para manifestarle a Él.

Oremos, Señor, clamamos a ti con nuestro corazón quebrantado, quebrantado por la verdad, al reconocernos pecadores, y necesitados de tu gracia y perdón, permite que podamos rendir nuestro ser a ti, en cada área de nuestras vidas, nuestra mente, nuestras emociones, nuestro ego, nuestra voluntad, para mostrar al mundo más de ti, que podamos ser instrumentos útiles al servicio del reino y que crucificando nuestro ser cada día, podamos dar gloria a ti, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amen.

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